Izquierda y Derecha (1a. parte)

Introducción

Uno ve que en muchos países las tendencias políticas y también las eclesiales terminan decantándose hacia dos y sólo dos grandes grupos o colectivos: la �derecha� y la �izquierda.� ¿Es forzoso que esto se dé así?

No es �forzoso,� en el sentido de que no está legislado en ninguna parte. Más bien: el juego de la democracia siempre se presenta como abierto a un número ilimitado de partidos o grupos políticos. Sin embargo, no podemos ovidar que la existencia de un partido tiene razón de ser en relación con el poder. Esto hace que los procesos electorales sirvan como de �cuchilla� que separa a los contendientes con opción de los contendientes sin opción. Digamos que es como la contrapartida, del lado de los partidos, de lo que es el �voto útil� del lado de los electores. En la medida en que los electores escogen cada vez más votar para producir resultados en términos de poder, en esa misma medida los elegibles, o quienes desean serlo, prefieren aglutinarse allí donde ven una opción de acceder ellos mismos al poder. Las fusiones sucesivas de los partidos o la migración hacia los partidos con más fuerza producen entonces dos cosas: una cierta disolución del ideario, que trata de hacerse tan abierto como sea posible, y una concentración de la visibilidad política en unos pocos actores. En resumen: menos partidos y más indefinición.

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