A estas alturas, no sé si voy a ver la película La Pasión, de Mel Gibson. Eso no quita el tono general positivo de mi sentimiento hacia una obra de este género que, por donde se mire, puede reportar inmensos bienes espirituales a muchas personas. Varios sitios católicos de gran influencia en Internet han prestado el servicio gratuito de propaganda a esta película que viene precedida de una expectativa muy fuerte y muy alta. Yo estoy convencido de eso, y sin embargo, a fecha de hoy, no creo que vaya a verla.
Cuáles NO son mis razones para no ir a verla
1. Antisemitismo. No es mi apreciación de las cosas. La controversia sobre el supuesto antisemitismo no convence, porque creo que muchos obran como si la única versión no anti-semita fuera una versión pro-semita. O, si acaso, un evangelio que negara lo que dicen los evangelios sobre la participación judía en la muerte de Jesucristo. No es eso.
2. Demasiada sangre. Lo comentaba un crítico de cine estadounidense. Es una objeción tonta. La gene ve mucha más sangre, y sangre inútil, en muchos otros lugares y con intenciones mucho menos humanas y provechosas. No es eso.
3. Inexactitud, exceso de imaginación. Quizá pocas películas han tratado de ser más fieles a los datos como tales. Una película debe imaginar muchas cosas, desde luego, pero Gibson ha sido mucho menos imaginativo que otros, incluso en lo que tiene que ver con los idiomas. Tampoco es eso.
Entonces, ¿qué es?
Mis dos únicas razones
1. Admito que el cine requiere pasar de un código de audio (palabra predicada) a un código visual (imágenes). Para ello, como ya está dicho, debe imaginar; es inevitable. Y así, inevitable y todo, no me gusta. No quiero tener que pensar en Cristo refiriéndome a lo que un día vi en un teatro. No quiero amarrarme a los ojos de un artista, la mirada de una actriz, el tono de una música. Quiero ser más libre y me siento más libre oyendo y no viendo.
2. El contenido visual privilegia el sufrimiento físico. Desde hace unos 18 años mi visión del dolor de Cristo cambió a raíz de unas predicaciones breves de un padre de mi comunidad por las que pude entender que todo asomo a la pasión del Señor debería enfatizar el drama y padecimiento interior, pues es allí donde ha sucedido lo esencial para nuestra redención. ¿Cómo plasmar esto en la pantalla grande? ¿Puede hacerse en un ambiente donde fundamentalmente se apunta a un público que espera sentir? Quizás no. Y no digo que sea malo hacer este tipo de arte, sino que en principio no me atrae.
Aunque no sé si finalmente vaya a verla. os bendiga a Gibson, a sus colaboradores y a quienes vean La Pasión.