A estas alturas, no sé si voy a ver la película La Pasión, de Mel Gibson. Eso no quita el tono general positivo de mi sentimiento hacia una obra de este género que, por donde se mire, puede reportar inmensos bienes espirituales a muchas personas. Varios sitios católicos de gran influencia en Internet han prestado el servicio gratuito de propaganda a esta película que viene precedida de una expectativa muy fuerte y muy alta. Yo estoy convencido de eso, y sin embargo, a fecha de hoy, no creo que vaya a verla.