Hoy cumplo dieciocho años de haber hecho mi profesión religiosa en la Orden de Predicadores. Gracias a la bondad de Gloria Muñoz, una colombiana residente en Los Angeles, buena amiga de varios de nosotros sacerdotes, he podido celebrar la Misa. Esta vez en inglés, en una parroquia cuyo nombre no memoricé. Lo que me llamó la atención fue ver la cantidad de filipinos. Hay además mucha devoción eucarística, confesiones y rosario.
Por la noche, viaje a San Francisco, para encontrarme finalmente con Carlos y su familia.