Mi país, Colombia, recibió desde comienzos del siglo XVI una imborrable influencia de España. A finales del siglo XVIII se propagaron con fuerza los ideales libertarios de matriz masona, y así se dio la emancipación de la corona española, a comienzos del siglo XIX. Los burgueses ilustrados que asumieron el gobierno tenían como referencia primera sus lecturas de los grandes de la Ilustración francesa. Mientras en Colombia ellos todavía discutían cómo gobernar, si con un modelo federal o con uno centralista, el poderío norteamericano se afianzaba. La secesión de la actual Panamá vino a mostrar, al mismo tiempo, el alcance de la garra del águila estadinense y la brumosa identidad de la Colombia que sin apercibirse ya tenía que saludar el siglo XX.