Si Ud. fuma demasiado, si depende del cigarrillo, Irlanda le ofrece una línea gratuita de asesoría y apoyo para dejar de fumar: 1 850 201-203.
Es una cosa encomiable todo lo que se hace en este país y en otros de la Unión Europea para luchar contra el tabaquismo. Enormes carteles, que bien compiten con los de Coca-Cola, sentencian cosas como Cada cigarrillo te está heciendo daño. Es evidente que una campaña así tiene que costar mucho dinero, y es alentador que se invierta dinero en traer salud.
Eso, sin embargo, no nos excusa de reflexionar y hacer preguntas. Por ejemplo:
1. ¿Por qué hay tanto dinero para prevenir o superar la dependencia del cigarrillo y tan poquito para prevenir o superar otras adicciones?
En un país como este, que tiene índices respetables de alcoholismo, una tasa alta de drogadicción juvenil, un problema galopante de embarazos prematuros (y abortos), incluso un número que no baja de suicidios, sólo se ataca con vigor al tabaquismo; ¿por qué? ¿Cortina de humo, quizá? ¿Pugna de intereses comerciales detrás de cámaras? O tal vez lo más simple: el ahorro que conlleva menos tratamientos de enfisema y cáncer pulmonar justifica, a ojos de los gobiernos, invertir en publicidad preventiva.
2. Si es económicamente más rentable curar los excesos del tabaquismo que tener que tratarlos, ¿tenemos que admitir que nuestra sociedad hace dinero llevando a lo que envenena y luego economiza dinero desintoxicando?
Es una cosa paradójica, pero, si lo miramos bien, sucede no sólo con el cigarrillo. Las misceláneas, en los Shopping Centres irlandeses, abundan con gran variedad de remedios –o que parecen serlo– que tienen el título genérico de Detox. Un (¿o una?) de-tox es un procedimiento (pagado) para volver atrás el tiempo, regresando al organismo al momento en que se encontraba antes de cometer los excesos (también pagados) que lo in-toxicaron. Es decir: pagamos para in-toxicarnos y luego para des-intoxicarnos. Hay algo anormal en eso. Sobre todo porque la promesa del detox es una promesa de virginidad recuperada, o algo así: “como si nada hubiera sucedido…” Me imagino que la lógica de los detox es la misma la de la comida light o la del sexo con preservativo: “que suceda pero que no suceda.” Quizá queremos nadar sin mojarnos. La virtualidad está terminando de devorarse a la realidad.
3. Es bello tener un problema y a la vez tener a quién llamar, por ejemplo, en el 1 850 201-203. ¿Qué pasa si el problema es otro?
Es interesante notar que los servicios estatales de información gratuita, como el famoso número telefónico, quieren producir un acercamiento al dolor de alguien. Eso es bueno, y bendito Dios que existe. Mas, ¿no es un poco dramático que en el entorno de una persona no haya nadie que pueda realmente ayudar? Es como lo que sucede con los nuevos métodos cibernéticos para encontrar pareja. No dudo del bien que pueden hacer en más de un caso, pero ¿no tiene algo de extraño que la confianza y la intimidad tengan que brotar tan lejos?
Estas últimas consideraciones me vienen a la mente porque estoy haciendo un poco inconscientemente el paralelo con la insistencia de Jesús: “Ama a tu prójimo.” Y me pregunto: ¿qué está pasando? ¿Tal vez que hay nuevos modos de ser prójimo, por ejemplo a través de Internet? ¿O que huimos de nuestros prójimos “corporales”, a los que no entendemos o valoramos, o de los que no nos sentimos valorados? O un poco las dos cosas. Necesitamos sabiduría.