Quiero empezar agradeciendo tantas manifestación de afecto y amistad que he recibido estos días, con motivo de la Navidad y el Nuevo Año.
Por distintas razones, sobre todo de evangelización, en otras oportunidades, he pasado estas fechas en un contexto que no es el de la mayoría de las personas. Por ejemplo, con la celebración de la misa a medianoche en algún monasterio o convento. Esa costumbre, y recibir tanto amor a través de “cables” (sobre todo el teléfono e Internet) me han dado una gran paz y un sentimiento de inmensa gratitud a estas horas… con Dios, con mi familia, con mi patria, con la Orden de Predicadores, con tantos amigos y amigas… ¿Cómo no cantar agradecido?