Con su imponente figura de nórdico en el trópico, viene a mi memoria el P. Walter, recientemente fallecido en Santa Cruz, Bolivia.
Walter era una explosión de alabanza, un torrente de gozo en el Espíritu, una muralla de incontenible certeza en el poder de Jesucristo. A pocas personas he visto yo en toda mi vida que sean como la expresión física de aquello que dijo Jesús: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desea que arda!” (Lc 12,49). Así era Walter, o por lo menos, así vivirá siempre en mi recuerdo: quería, con todas las fibras de su ser, que el mundo estallara en llamas de amor por Jesús.
Walter, el Cielo debe tener una conexión super-ultra-mega-rápida. Tú leerás estas palabras. Y aplaudirás y cantarás. Y danzarás en medio de coros de ángeles. Yo sé que es así. Yo creo que ya ninguna orquesta de esta tierra tenía las melodías que tu mente en gozo cantaba para la gloria del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.