En las clases y lecturas me ha ido muy bien; en las predicaciones, ahí vamos como bien; pero para la vida diaria, para el compartir de cada día, me quedo corto.
Y es doloroso, porque una comunicación pobre te hace sentir medio solo, medio sordo, medio torpe, medio lejano…
Gracias a Dios, hay mucha presencia de los amigos y de nuestra lista de correo; y sobre todo: la gracia de Dios existe! Yo experimento su providencia y su cercanía a cada momento, pero por eso mismo me atrevo a pedirle en público que me ayude, que abra mis oídos y mi boca y que pueda comunicarme mejor en la vida diaria.
Amén.