ESCUCHA, 2a. de 2 partes, Los laicos en la Iglesia, a 50 años del Concilio Vaticano II

[Participación en el I Congreso Arquidiocesano de Movimientos Laicales de la Arquidiócesis de Cali.]

Segunda de dos partes.

* La conciencia del valor del bautismo cambia todo porque le da sentido al dolor y la contradicción.

* El sabernos “Iglesia” implica entender que uno tiene un llamado y un lugar específicos, y que de alguna manera la Iglesia está incompleta sin el aporte irreemplazable de cada uno desde su propio lugar.

* Sobre la base de los tres pilares: santidad, bautismo y ser Iglesia, la vocación laical se entiende mejor: consiste en hacer presente el reinado y señorío de Cristo en las realidades de este mundo, es decir: la familia, la política, la ciencia, el arte, las leyes, etc.

ESCUCHA, 1a. de 2 partes, Los laicos en la Iglesia, a 50 años del Concilio Vaticano II

[Participación en el I Congreso Arquidiocesano de Movimientos Laicales de la Arquidiócesis de Cali.]

Primera de dos partes.

* Oración inicial, pidiendo la intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia.

* El Concilio Vaticano II no es un comienzo absoluto. Hay anticipaciones interesantes por lo menos en la Legión de María, el Opus Dei y la Acción Católica.

* Pero el Concilio destacó tres pilares: el llamado universal a la santidad, el valor del bautismo y la certeza de que somos Iglesia.

Renovar en Cristo la vida, 4 de 4, Fe, Esperanza y Caridad

[Retiro con la Fundación MOCE, de Palmira, Colombia, en Julio de 2013.]

Tema 4 de 4: Fe, Esperanza y Caridad

* Tres son las grandes virtudes de la vida cristiana: fe, esperanza y caridad. Son ellas parte esencial de “lo que nos hace falta” según lo dicho en la predicación anterior.

* ¿Cómo despierta y afianza en nosotros estas virtudes Jesucristo? Lo primero y esencial está en la fe.

* En la fe hay una dimensión doctrinal (contenidos) y una dimensión existencial (el confiar, el darse).

* Lo mismo que pedimos de un médico para confiar en él, eso encontramos, y de manera superlativa, en Cristo, que ha venido a sanarnos de la profunda miseria a que nos ha conducido el pecado.

* Tres cosas pedimos del médico: ciencia suficiente, recta intención, buenas recomendaciones.

(1) Cristo conoce lo que hay en Dios y conoce al corazón humano: ciencia suficiente.

(2) Cristo no sólo es correcto: es la expresión misma de la bondad: recta intención.

(3) Cristo viene acompañado de un amplísimo coro de testimonios elocuentes, a saber, el conjunto de las vidas de los santos.

* Pero un médico no toma posesión de mi vida. El médico arregla mi vida, que sigue siendo enteramente mía. En esto hay una diferencia con Cristo porque él se declara vida nuestra, y manifiesta pretensiones que parecen descomunales, demenciales o poco serias: dice que hay que ponerlo a él en primer lugar siempre, incluso más que a aquellos que por naturaleza parece que debieran sernos más amados, a saber, el papá, la mamá, la pareja o los hijos. ¿Cuál es el fundamento de esta colosal petición del Señor?

* Sólo puede hablar como Cristo un loco, un payaso o el Hijo de Dios. Cristo puede hablar así porque lo que él trae es un bien mayor. Puede hablar así porque él mismo es nuestro bien, y ese bien es Dios mismo. El poder de su obra no es distinto del poder de Dios, y el bien que otorga no sólo es superior sino que es fuente de todo otro bien. Por eso de él brotan nuestra esperanza y nuestro amor.