De budista a joven católica

“Tanya nunca imaginó que acabaría siendo católica, más si cabe cuando había crecido en una familia tradicional budista tailandesa. Pero tras haber sido interpelada por el Evangelio finalmente decidió dar el paso y fue tras la visita del Papa Francisco al país cuando decidió empezar a vivir su vida pública como seguidora de Cristo…”

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Que no te confunda la meditación zen

“La Conferencia Episcopal Española ha publicado la nota doctrinal titulada «`Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo´ (Sal 42,3). Orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana», en la que, entre otras cuestiones, advierten contra determinadas prácticas incompatibles con la fe católica…”

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Sobre el «mindfulness», la nueva moda en la meditación

“El “mindfulness” o “atención plena” es la última gran moda de la “meditación oriental” y de la New Age que hace furor en Occidente. Esta técnica de origen budista, aunque se intente esconder su connotación religiosa, lleva años despertando un gran interés. Altos ejecutivos, estrellas de Hollywood, profesores, psicólogos y hasta médicos lo recomiendan o utilizan habitualmente dándoles gran visibilidad…”

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¿Son inocuos los dibujos budistas llamados MANDALAS?

Padre Nelson, ¿Cuál es su opinión sobre el uso de mandalas (figuras geométricas usadas en el budismo e hinduísmo), por parte de cristianos católicos? — A. L.

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El portal católico Aleteia ofrece una respuesta muy amplia y clarificadora:

Los mandalas son figuras netamente del hinduismo y del budismo. Tienen un sentido espiritual ligado a estas tradiciones religiosas y por esta razón no hay que usarlas fuera de su contexto propio, siendo muy arriesgado su uso por otros creyentes, con la posibilidad de caer en el sincretismo o en el relativismo religioso. Así, no tiene sentido usarlas en el cristianismo, más cuando Jesucristo ha superado el sentido que encierran estas figuras.

¿Qué es un mandala?

Los mandalas son representaciones figurativas espirituales. Pertenecen especialmente a la tradición hinduista y budista. No son representaciones abstractas o simbólicas neutras, sino que tienen un fondo espiritual. Representan la totalidad de la realidad. Un mandala es un fragmento del microcosmos que quiere abarcar y mostrar la totalidad del macrocosmos, la realidad entera. Es una muestra del orden del universo, del orden cósmico.

Si bien su fuente es la tradición hinduista, también desde ahí pasó al budismo. Hay variaciones entre ambas religiones en cuanto a la configuración del mandala, siendo muy figurativos en ciertas ramas del budismo, como el tibetano.

Los mandalas son dibujos. Para trazarlos, en primer lugar se dibujan las formas lineales, de manera concéntrica, y luego hay que colorearlos o llenarlos de color. Estos dibujos o figuras tienen formas muy propias, presentando una fuerte simetría arriba-abajo y derecha-izquierda, generalmente de forma circular, círculo tras círculo, también desde esta forma la cuadrangular, con inscripción de ambos polígonos, si bien estas figuras han llevado a inscribir más formas geométricas y mezclas entre muchas diversas, complejizando la estructura base inicial.

Los mandalas también se particionan o subdividen y llevan a expresar aspectos figurativos y espirituales en diferentes lugares del mismo, a veces animales, figuras de Buda o dioses del hinduismo. El mandala no obstante mantiene siempre una coherencia geométrica que de manera desde dentro hacia afuera perpetúa el orden simétrico a pesar de los entrelazamientos de líneas y figuras. En definitiva, un mandala encierra en sí mismo el total de Todo. Es una representación del Mundo como totalidad.

Ciertamente que en multitud de culturas tenemos figuras con formas abarcantes, ya circulares (eso mismo significa “mandala”, círculo), o cuadrangulares, incluso dentro del cristianismo, con la famosa mandorla del Dios Padre, que es Creador de la realidad entera, si bien no podemos caer en la sincrética similitud entre todas las culturas y religiones.

Es claro que las figuras básicas de la geometría son conocidas en muchas culturas y se les ha dado un sentido diverso; y es normal que cualquier cultura mire al cielo y vea el círculo en el Sol o la Luna, para muchas culturas paganas representación de dioses, y de ahí que el círculo, o el cuadrado, como estructura básica, o el triángulo, los encontremos en todo tipo de templos o religiosidades y culturas, pero el sentido depende de la religiosidad o espiritualidad propia, de ahí que no podemos amalgamar o confundir las figuraciones, más cuando muchas de ellas presentan elementos de una corriente espiritual concreta.

Y los mandalas son religiosamente círculos, es decir, la rueda de las reencarnaciones que no para de girar, y es la vida y muerte sin fin de las reencarnaciones. Es la base del hinduismo y del budismo, y en sus elementos que ahora seguiremos profundizando, es netamente oriental. No es por lo tanto cristiano, no lo es. Cuidado con caer en sincretismos y mezclas relativistas.

¿Cómo se hace un mandala?

Vamos a explicarlo en su sentido profundo, un sentido espiritual hinduista y budista, para que nos quede claro qué hay en ellos y en su ejecución. El hacer mandalas y el colorearlos, ya en el suelo o en otro soporte como papel u otros, es disponer al candidato o discípulo que lo genera al sufrimiento de lo que supone tal tarea: aprender a ver el sufrimiento en la propia vida, clave del budismo, y también del hinduismo.

El creador del mandala usa colores, pinturas, o bien se sirve de piedrecitas o arenilla coloreada que coloca en el entrelazado de líneas, granitos pequeños de arena de colores, a veces usando hilos o pétalos de diferentes tonos y colores, y sufrirá realizando el mandala, que irá creciendo desde dentro hacia afuera. El poco iniciado en su ejecución no logrará el objetivo tan fácil como imaginaba y tendrá que someterse al pesado logro de alcanzar la meta. Un mandala complicado en sus líneas, subdivisiones de subdivisiones, colores diversos, simetrías y detalles lleva mucho tiempo. El discípulo aprende a ser paciente, a concentrarse, a ser pasivo ante el sufrimiento.

Su realización llevará a aprender por parte del seguidor hinduista o budista la pesada tarea de la vida, la conformación del universo como realidad ordenada, circular, de reencarnaciones y de muerte y vida continua, de fallar y empezar, más cuando en ocasiones el mandala se hace en una zona donde puede soplar el viento y debe empezar una y otra vez por el principio, al quedar todo desordenado y volarse el material de relleno o llover sobre la pintura, borrarse, o volarse la arenilla de colores en algunas zonas llegando incluso a estropear otras zonas del mandala con su arrastre.

El mandala lleva a sufrir y a aprender a sufrir. Es muy difícil acabarlo. Es la vida y el sufrimiento de la vida, el sufrimiento que intenta vencer el hinduista con la ascesis y la dureza de ánimo y concentración, o que el budista intenta aplacar no sintiendo, acallando sus sentidos, no padeciendo.

Si el mandala se consigue acabar no deberá enseñarse a nadie, no deberá publicitarse, alardear de él y mucho menos guardar recuerdo de él, al menos en las tradiciones más puristas; no deberá el discípulo budista mostrar regocijo, no deberá sentir, que es lo que debe acallar, sino que deberá en ese instante y tras por un instante en el que lo mirará, para acercarse al Todo, destruirlo.

Un simple manotazo valdrá, quizás con el pie, o soplando, con un golpe seco, como signo de la continua muerte y vida según la espiritualidad budista, y también hinduista. Y con ello, no sufrir porque nadie lo haya contemplado y nadie pueda alabarle por haberlo logrado. Acallar el sentir, dominar las pasiones.

Eso es el mandala, y eso es la religiosidad base de Oriente en el hinduismo y el budismo. La ascesis de no tener malos pensamientos que producen karma y te ligan a reencarnarte sin fin. La gran ascesis hinduista de la muerte una y otra vez. Vivir la vida y la muerte de manera ascética y contemplativa.

Esto es Oriente. Esto es el mandala. No podemos traer elementos orientales al cristianismo como si tal cosa. No. Cuidado. En Oriente y sus religiones cada gesto, cada ritual, cada elemento, está impregnado de religiosidad. Eso en parte define a Oriente y su espiritualidad. Lo divino lo invade todo y nada hay neutro, des-religiosizado. Por eso en Occidente hay que tener cuidado, y especialmente cuidado los católicos, los cristianos, con tomar y coger cosas de Oriente. Y lo mismo pasa con el yoga, con prácticas de meditación orientales, tan de moda en las culturas cristianas.

Los mandalas enseñan al ejercitante a ordenar el propio caos interior de la persona que lo confecciona. Enseñan a ver el mundo: el mandala se destruye, el mundo se destruye, pero se vuelve a construir. Por eso en Oriente no existe el sentido de progreso que tenemos en la cultura cristiana, de avance, lineal, hacia Cristo y la Plenitud en Él de toda la Creación. Oriente ve la muerte como una fase normal y que dará lugar a nuevos renacimientos. Y de ahí morir de nuevo. Oriente gira y gira sin avance. No sale de su rueda de muerte y vida. Solo queda la ascesis para aguantar (hinduismo) o el no sentir para no sufrir (budismo).

Los mandalas son distintos entre sí, no se pretende copiar uno de otro. El mandala expresa así la diversidad del cosmos y la imposibilidad de contemplarse igual por dos mentes distintas. Cada persona ve un mandala o crea un mandala diferente, y en otro momento, uno mismo genera un mandala distinto, porque la realidad es cambiante y no se puede agarrar. Todo pasa, nada queda. Es el aforismo de la impermanencia. El ser no existe, es la nada. Nada merece la pena. El todo es la nada y la nada es el todo.

Hay una película, de Martin Scorsese, “Kundun”, del año 1997, sobre el exilio del Dalai Lama por la invasión comunista de Tíbet. En ella se expresa muy bien lo que es un mandala.

Los mandalas dentro de los colegios

Un aspecto que hay que mencionar es que los mandalas están entrando en los colegios de los países de cultura cristiana, también en los colegios religiosos, sin saberlo los directores, los educadores, las congregaciones religiosas que los regentan, también los centros diocesanos, o de los diferentes carismas católicos que tienen colegios.

¿Cómo ha ocurrido esto? En el ámbito escolar ha entrado con cierta fuerza la venta de cuadernos para pintar los niños. Vendrían a sustituir a los anteriores cuadernos de figuras que había que pintar, a veces un pájaro colorido del Amazonas, un niño sobre un caballo, o un jardín y una niña dando unos trocitos de pan a unos patitos o unos pollitos. Son los cuadernos de pintar con los colores adecuados las figuras. Los cuadernos de pintar de toda la vida. O al menos los de hace unas generaciones. Hoy en las librerías y papelerías lo que se venden son figuras de mandalas, cuadernos de mandalas, para que los niños pinten y rellenen con colores cada sección y subdivisión.

Se venden como cuadernos creativos, relajantes, como un objeto para contemplar pintándolo, que sin embargo, como hemos dicho, encierran un fondo espiritual budista o hinduista, oriental. O incluso con tintes de Nueva Era y sincretista: que si terapias de colores, que si sanación espiritual, que si arquetipos, que si elementos medio mágicos de pseudo-curación con energías de los colores y las formas geométricas de la Nueva Era,…

¿Qué podemos decir desde el cristianismo?

Recordemos que los mandalas están impregnados de orientalismo. Y aunque entren sin referencias directas a estas religiones, como simples dibujos, el hecho de que los niños se acostumbren a ellos sin saberlo y sin la concesión y permiso de sus padres es una puerta para que en el futuro esos niños ya adultos al ver mandalas budistas e hinduistas y conozcan sus significados tomen conciencia de que eso es lo que en su infancia sin saberlo pintaron.

Es importante por ello conocer qué entra en centros cristianos. Y qué hacen los niños. Hay que respetar la fe de cada religión, y no caer en amalgamas. No sería sino una muy buena idea en los colegios religiosos cristianos volver a los cuadernos de antes, o bien a pintar postales navideñas o escenas católicas o bíblicas. Y que en centros budistas u orientales pinten mandalas. Por simple coherencia religiosa y educativa.

Por otro lado hay que decir que los mandalas no son malos en tanto figuras y colores, no alejan de Dios, sino que forman parte de la religión hinduista o budista, religiones que intentan llegar a Dios, desde sus medios y creencias. Explicitemos este aspecto citando el Vaticano II en su Declaración “Nostra Aetate” sobre las religiones no cristianas, como reflexión desde el cristianismo de estas espiritualidades de Oriente:

“En el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza. En el Budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior. […] La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo.”

BIBLIOGRAFÍA

+ Película “Kundun”. Martin Scorsese. 1997.

+ Declaración “Nostra Aetate”. Sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. Concilio Vaticano II. 1965. http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_nostra-aetate_sp.html

+ Declaración “Dominus Iesus”. Sobre la Unicidad y la Universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia. Congregación para la Doctrina de la Fe. 2000.

¿Qué tan parecidos son en realidad el cristianismo y el budismo?

“Creo que, para los lectores, será evidente el contraste enorme que existe entre lo que afirma en esencia el budismo con el núcleo del cristianismo. Los cristianos creemos que Dios te ha creado por amor y, antes de que el mundo existiera, ya pensó en ti y te amó infinitamente, llamándote por tu nombre. Eres algo precioso para Dios y el mundo es mejor porque tú existes. Tus pecados pueden apartarte de la vida de Dios, pero, por su misericordia, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Dios ha perdonado tus errores, entregando a su propio Hijo para que diera su vida por ti. Estas llamado a ser hijo de Dios por adopción gracias a la acción del Espíritu Santo. Dios no quiere que desaparezcas como persona, sino que, cuanto más amas a Dios y te sometes a él, más libertad tienes y más eres tú mismo…”

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Mindfulness

¿Qué es mindfulness y por qué parece ser tan importante para tantas personas hoy? – M. Caicedo.

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Qué es y por qué resulta tan popular

Mindfulness o ‘conciencia plena’ — dice la Wikipedia a comienzos de Junio de 2015 — consiste en prestar atención, momento por momento, a pensamientos, emociones, sensaciones corporales y al ambiente circundante, de forma principalmente caracterizada por “aceptación” -una atención a pensamientos y emociones sin juzgar si son correctos o no-. El cerebro se enfoca en lo que es percibido a cada momento, en lugar de proceder con […] el pasado o el futuro.

Es una palabra muy frecuente hoy porque describe un ideal dentro de la meditación de tipo budista, sobre todo de una rama llamada “vipassana.” Como muchas personas tienen alto aprecio por ese tipo de meditación, es explicable que la “mindfulness” aparezca hoy en los más diversos contextos, desde el tratamiento a niños con atención dispersa hasta los esfuerzos por mejorar la productividad y las relaciones interpersonales en altas corporaciones.

¿Es un tratamiento realmente efectivo?

Al escuchar la definición uno puede pensar que es un concepto neutro, que no niega ni se opone a la religión ( o al ateísmo) sino que sencillamente mira a los procesos psicológicos básicos que todos, como seres humanos, realizamos. Sin embargo, los estudios científicos más detallados no muestran que, en cuanto terapia, el esfuerzo por lograr “conciencia plena” tenga efectos más allá de lo que obtienen otras vías de tratamiento, en particular, la terapia cognitiva, que en cierto sentido tiene un enfoque opuesto, en cuanto que no se centra en el solo presente.

¿Entraña peligros esto de la llamada conciencia plena?

Como terapia la búsqueda de “conciencia plena” no ofrece mucho más que una especie de distensión o relajación, lo cual, nadie lo duda, puede ayudar a cambiar la perspectiva sobre las inquietudes y tensiones que cada persona tiene. Esto significa que allí donde requiere analizar causas y consecuencias la “conciencia plena” es notoriamente deficiente: no ayuda a descubrir verdaderas causas ni tampoco a definir propósitos específicos.

¿Es compatible con la fe cristiana?

En la medida en que se convierte en una práctica habitual de mucha gente, la aspiración a la mindfulness va erosionando la conciencia de la responsabilidad personal. Obsérvese que el énfasis en este tipo de ejercicio cerebral es aceptar, aceptar y aceptar. Pero la sola aceptación puede encadenarnos a justificaciones tácitas de lo que somos. De tanto aceptarse uno puede considerar naturales las deformaciones propias del pecado. Y de tanto aceptarse uno termina perdiendo toda urgencia real de conversión. Por supuesto, sin arrepentimiento y sin conversión no hay posibilidad de lenguaje de redención. El adormecimiento propio del budismo termina aprisionando a la persona en un ser absolutizado y en la reflexión que al final se convierte en perseguir la nada.

Nadie entonces lo dude: un poco de relajación y respirar profundo todos lo podemos necesitar, como quien toma un buen vaso de agua fresca. Pero la llamada “conciencia plena” es al final conciencia sedada, que no verá camino y que solo rechazará cortésmente a Cristo.

¿Oración de centramiento del P. Keating?

Fray Nelson, reciba de mi parte un cordial saludo, tengo una inquietud, en estos días me han presentado algunos textos del Padre Thomas Keating y me he detenido a leerlos, sin embargo previamente a interiorizar acerca de un autor tengo la costumbre de indagar, en mi búsqueda para conocer mas acerca de el, encontré que es un sacerdote contemplativo católico y su principal legado es la oración centrante. Aun sabiendo que es un sacerdote catolico no logro confianza en sus lecturas y me gustaría su orientación acerca de este tema. – SLJZ.

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Apártate de él. esa oración centrante o de centramiento (centering prayer) no conecta con la gran tradición de la Iglesia, y la razón es muy sencilla: tiene su origen en enseñanzas del budismo zen. El mismo Padre Keating lo reconoció, como fue publicado en “St. Anthony Messenger” de Febero de1992. ¿Qué haremos para que los católicos aprendamos que ya tenemos grandes maestros de vida espiritual, como Santa Teresa de Jesús o San Ignacio de Loyola, y dejemos de estar buscando novedades que adulteran nuestra fe? Gracias a Dios, tú fuiste prudente.

Tus palabras deben servir de advertencia a otros: “Aun sabiendo que es un sacerdote católico no logro confianza en sus lecturas…” Hoy en día no basta con que un autor sea católico, o o se diga católico, o sea un sacerdote católico. hay que indagar hasta estar seguros de qué es lo que nos están dando para comer, de modo que no sea engaño sino alimento sano.

Teorias y Modelos del Yo, 1 de 2

Escuela de Vida Interior, Tema 18: Teorías y modelos del YO.

Para distinguir entre el falso y el verdadero conocimiento de sí mismo conviene hacer un recorrido por la historia, la filosofía y la psicología, aunque sea brevemente.

En Egipto se da un modelo “panal.” Así como entre las abejas todo gira en torno a la abeja reina, y el sentido de la vida de las abejas obreras es sólo la reina, así también en Egipto sólo importa la vida y la muerte del faraón. Es tanta la distancia que le separa de los demás mortales que ni siquiera puede emparentar con los que no sean de su familia: el incesto es una obligación en el antiguo Egipto.

En Grecia y Roma el panorama es distinto, pero sólo parcialmente. No es un individuo sino una clase social la que tiene todos los derechos. Son los “ciudadanos.” El resto son esclavos y su vida sólo tiene significado al servicio y atención de los ciudadanos, que son una minoría. El trato a los esclavos cambia de lugar a lugar pero lo que no cambia es que el YO del libre no se puede comparar con el YO del esclavo.

En la India se da un sistema de castas. El Yo de los sacerdotes, casta de los brahamanes, es fundamental y central. De ahí se desciende según los oficios y los orígenes de las diversas personas en la sociedad, como por una escalera, hasta llegar a los parias, que no interesan ni existen. El YO paria es sólo un estorbo; una basura.

Siddhartha Gautama, educado en el hinduísmo, tiene en su juventud lo que considera una gran iluminación: el sufrimiento nace del deseo; el deseo brota de la ficción o mentira permanente de la permanencia del YO. El “buda,” el iluminado, viene entonces a declarar la guerra al YO, una guerra que se supone que se gana a través de una cierta disciplina, mucha meditación y momentos privilegiados de iluminación. Por supuesto, la muerte del YO es también la muerte del TÚ. Si el budista quiere ser consecuente, sabe que no puede asir nada ni querer ser asido por nada, y esto excluye una propia vida social y familiar.

En el mundo shinto, que ha tenido tan amplia influencia en la cultura japonesa, lo que interesan son aquellas experiencias inesperadas de armonía, revelación y trascendencia que pueden estar ligadas a lugares incluso muy sencillos. El YO tampoco interesa y más bien estorba;si acaso sirve a manera de ofrenda anónima que ayuda a construir una armonía superior. Esto pareciera estar a la base del potente sentido de pertenencia que muchos empleados tienen con respecto a sus empresas, así como su lealtad al gobierno o al emperador.

Uno que en cambio ve la afirmación del YO como paso necesario para llegar a ser plenamente humano es Friedrich Nietzsche. Es ridículo y vergonzoso constreñir al YO dentro de los moldes de un “deber ser.” Sólo la corriente vital que no reconoce superior; sólo aquellos que tienen moral de “señores” y no de “esclavos” son capaces de una vida dionisíaca, plena, feliz, que no pide permisos ni se excusa ante nadie. Este YO gigantesco no puede tener peor enemigo que Dios, porque según Nietzsche la idea misma de Dios implica la afirmación de un orden debido, y eso coarta la explosión y el fluir mismo de la vida.

Para Sigmund Freud el YO es una entidad compleja que va más allá de lo que uno cree que conoce y piensa que desea. Además del YO visible hay un YO subconsciente que contiene multitud de tensiones no resueltas y de represiones de impulsos profundos que uno ha tenido, sobre todo en razón de los conflictos a que lleva el impulso sexual (libido). Además, todos hemos introyectado voces de maestros, papás y autoridades que conforman un “super-yo” que sigue adoctrinándonos e imponiéndose sobre las decisiones del YO y los requerimientos del inconsciente y del subconsciente.

La postura de Freud ha sido criticada desde varios ángulos: su “pansexualismo” no llegó a convencer del todo ni siquiera a sus más cercanos discípulos. Además, sus métodos para acceder al inconsciente, por ejemplo a través de la interpretación de sueños, han sido duramente criticados como faltos de rigor científico.

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Este tema pertenece al Capítulo 02 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 02 está aquí:

is.gd/vida_interior_02

La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí:

is.gd/vidainterior

De budista a seminarista

“Juan es un joven valenciano que a sus 26 años acaba de entrar en un seminario español. Pero su itinerario ha sido muy especial. Siendo de familia católica no practicante, a los 8 años, un lama tibetano llegó a su casa, convencido de que el chico era la reencarnación de un antiguo maestro budista. Tutores tibetanos le formaron y a los 15 años, ya lo nombraron lama. Su encuentro con Cristo llegó de una forma completamente asombrosa. Este es su testimonio, tal como contó en una entrevista…”

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De budista a tomista

“Catedrático de filosofía budista en la Universidad de Bristol y budista practicante, ha sido durante más de 30 años una de las principales autoridades académicas sobre budismo en el Reino Unido. Pero en 1999 se convirtió al catolicismo, al reflexionar sobre el karma y la vida tras la muerte…”

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De budista a tomista, la conversion al catolicismo del filósofo Paul Williams

Juventud anglicana tibia

Paul Williams nació en 1950. La familia de su madre no era religiosa, aunque después de su conversión descubrió que tenía una bisabuela católica. La familia de su padre era tibiamente anglicana. Siendo muy joven, Paul se sumó al coro de la parroquia anglicana porque le gustaba cantar. Fue confirmado en su adolescencia por el obispo anglicano de Dover y aún con 18 años recuerda haber ido a comulgar alguna vez. Pero ni tenía una relación cercana con Cristo ni recibió formación.

Su hermano trajo de la biblioteca un libro sobre yoga, y con él Williams se aficionó a la cultura oriental en los muy alternativos años 60. "Estuve implicado en el estilo de vida y las cosas que los adolescentes hacen. Al acercarse los exámenes públicos dejé el coro, dejé de servir en la iglesia, perdí el contacto con ella, me dejé el pelo largo y me vestía raro".

Meditación y budismo

Estudiando en la Universidad de Sussex se especializó en filosofía india y después en budismo. Aunque había leído algo de Santo Tomás de Aquino y le parecía admirable, pronto se olvidó de él. "Por un tiempo acudí a la Meditación Trascendental de Maharishi Mahesh Yogui, pero lo dejé porque me disgustaba su superficialidad y me parecía que distorsionaba la tradición india", escribe en su libro.

Hacia 1973 ya lo tenía claro: había estudiado tanto el budismo que veía el mundo con categorías budistas, le parecían coherentes, Dios era innecesario y se consideró ya budista. Se "refugió" formalmente como budista en la tradición tibetana Dgelugspa, la del Dalai Lama. Siendo profesor en la Universidad de Bristol creó su propio círculo de budistas.

Practicaba la meditación, daba charlas en encuentros budistas, aparecía en debates televisivos como budista tibetano y participó en debates públicos con el católico disidente Hans Küng y el catalán orientalista Raimon Panikkar.

Lo que atraía del budismo

"Me interesaba la filosofía, pero también la meditación y el exótico Oriente. Muchos de nosotros encontrábamos el budismo interesante, al principio, porque parecía mucho más racional que las alternativas, y a la vez mucho más exótico. Los budistas no creen en Dios. O mejor, no parecía haber razones para creer en Dios y la existencia del mal era para nosotros un argumento positivo en su contra. Los que habíamos crecido como cristianos estábamos hartos de defender a Dios en un mundo hostil, lleno de detractores. En el budismo uno tiene un sistema de moralidad, espiritualidad y filosofía inemnsamente sofisticado (y exótico), que no necesita a Dios para nada", explica Williams.

Años después, al convertirse al catolicismo, el filósofo siguió reflexionando y escribió: "Si miramos cómo son los budistas de Occidente, el llamado Budismo Occidental, lo que encontramos con regularidad es una forma de cristianismo en la que han quitado las partes que los cristianos post-cristianos encuentran más difíciles de aceptar".

Williams incluso conoció un líder llamado Sthaira Sangharakshita que proponía a los budistas de pasado cristiano practicar la "blasfemia terapéutica", para lograr desapegarse de su trasfondo cristiano, insultando cosas consideradas santas en su cultura. A Williams esta idea le parecía una barbaridad.

El problema de la reencarnación

El budismo en Occidente se presenta sobre todo como técnicas para vivir experiencias positivas: paz, armonía, relajación… Pero a medida que Williams veía el paso de los años, como filósofo no podía evitar hacerse preguntas, y entre ellas: ¿qué pasa después de la muerte? Hay budistas que prefieren no pensar en el tema, y consideran que es "Mara", una "ilusión", una distracción, un tema en el que no vale la pena pensar, pero ¿puede un filósofo dejar de preguntarse?

"Los budistas creen en el renacimiento, es decir, la reencarnación, como suele llamarse. No hay un inicio en la serie de vidas renacidas: todos hemos renacido infinitas veces, no hay principio ni se necesita un Dios que lo inicie", explica.

Williams recuerda que en la época de los primeros cristianos las creencias a favor de la reencarnación estaban muy difundidas en Grecia y Roma, pero el cristianismo nunca las aceptó. "Y por buenas razones: si la reencarnación es cierta, nosotros no tenemos ninguna esperanza".

vía De budista a tomista: la conversión al catolicismo del filósofo Paul Williams – ReL.

La Amistad, el Silencio y la Palabra (13 de 15)

Retiro espiritual ofrecido a las monjas del Monasterio de Santa Ana, en Murcia (España), en Marzo de 2010. Tema 13: Santa Teresa tenía como centro y meta a Jesucristo, no el saciarse de experiencias místicas o espirituales. La oración que se concentra en esas experiencias termina asemejándose más al budismo y la Nueva Era que a nuestra fe.

La Amistad, el Silencio y la Palabra (12 de 15)

Retiro espiritual ofrecido a las monjas del Monasterio de Santa Ana, en Murcia (España), en Marzo de 2010. Tema 12: Aunque algunas manifestaciones externas de la oración cristiana se asemejen a estados mentales que otros alcanzan de otras maneras, la originalidad de la oración nuestra permanece en la imagen del diálogo en el que nuestra mejor opción es “poblar el corazón” de la Palabra.

La Amistad, el Silencio y la Palabra (10 de 15)

Retiro espiritual ofrecido a las monjas del Monasterio de Santa Ana, en Murcia (España), en Marzo de 2010. Tema 10: Comparación entre la propuesta oriental/budista, que mira hacia el silencio de disolución, equivalente a la muerte, y la propuesta judeo-cristiana, que se alimenta de la Palabra.

Pablo, Fascinado por Jesucristo (8 de 8)

Curso de Aproximación a la Vida y la Obra del Apóstol San Pablo, en ocho sesiones. Tema 8 de 8: Las dificultades con las que se enfrenta el apóstol en su misión son de dos clases: la controversia con los judaizantes, y la polémica con aquellos que dan excesiva importancia a los “elementos del mundo“. La respuesta en ambos casos será la afirmación vigorosa del reinado de Cristo y de cómo él es único en su oferta de amor, gracia y salvación que supera a la misma muerte.