* Los aspectos exteriores, por ejemplo, en la liturgia, son importantes; pero indudablemente lo más importante es la preparación y disposición interiores.
* Podemos aprender del pueblo judío qué significa prepararse, es decir, tener ojos para la Pascua. Cinco recomendaciones ayudan:
(1) Anámnesis: recordar las proezas del señor; tener presente el camino que ha recorrido en la propia vida también.
(2) Predicación doctrinal, sustanciosa, en comunión con la Iglesia: para reconocer el paso de Dios en el hoy y no sólo en el ayer.
(3) Reconocimiento de las propias culpas, sin transferencias de responsabilidad, y sin justificaciones o disculpas. Es decir: el don de la contrición, que hay que pedirlo.
(4) Despedirse de toda forma de auto-redención, del estilo: “Si te concentras y lo visualizas, tú lo puedes.”
(5) Abrirse a la novedad de Dios, con la certeza de que Él puede dar un corazón nuevo y un espíritu nuevo.