Teología Moral familiar y sexual, 11: Visión bíblica de la familia y la sexualidad humana

[Conferencias en el curso de Teología Moral familiar y sexual ofrecido en la Facultad de Teología de la Universidad Santo Tomás en el primer semestre de 2015.]

Tema 10: Visión bíblica de la familia y la sexualidad humana

2015-05-28 08.10.00

* La perspectiva bíblica tiene su raíz en una afirmación gozosa: somos creación de Dios, y en nosotros hay un designio y expresión de su bien. El cuerpo es bueno; la sexualidad es buena; ser sexuado es bueno. Como todo bien, nuestra corporalidad requiere un discernimiento moral pero el hecho fundante está en el bien de ser creaturas de un Dios bueno.

* Hombres y mujeres somos complementarios en varios planos, particularmente tres:

(1) De modo más obvio, en la biología, cuyo fruto propio es la procreación.

(2) En lo existencial: la tendencia principalmente masculina de obrar orientados por una meta se complementa con la tendencia mayormente femenina de cuidar el contexto.

(3) En cuanto al poder: la Biblia muestra que una mujer logra lo que no pudieron diez mil hombres filisteos; se puede decir que la mujer tiene el poder “de hecho” y que el hombre, si sigue a Dios en actitud de construir un bien, recibe el poder “de derecho.”

* El hogar se presenta, sobre todo en el Deuteronomio, como espacio de plenitud y felicidad humana, y a la vez, como la gran escuela de la fe y la liturgia. El hogar es espacio de fecundidad pero no solamente en lo numérico: ser de verdad fecundos es hacer nacer para la amistad y relación con Dios, y finalmente para el Cielo.

* El amor de pareja y la hermosura de la intimidad son celebradas en la Escritura, sobre todo en el Cantar de los Cantares, pero la alegría por saberse amado o el placer del sexo no deben llevar a idolatría. la idolatría es siempre fracaso de la humanidad. El amor humano, como todo lo humano, está siempre necesitado de redención.

* Es consecuente entonces ver la urgencia del Reinado de Dios como un amor que de suyo supera a cualquier otro amor, y esto explica la grandeza de la vocación del célibe por razón del Reino de Dios.