Al empezar el camino…

Carta a una aspirante al Grupo de Vírgenes Seglares Dominicas

¡Hola!

Que el Dios bendito de la gloria y del poder acompañe con todos sus ángeles este camino que emprendes.

Acoge ese corazón en el que Dios ha empezado a hacer su obra, en las manos de María Santísima; ella más que nadie sabe lo que es ser Virgen, y con la ayuda de su poderosa interseción, creceremos en el don virginal para un día encontrarnos en el banquete de bodas.

Este camino es un regalo maravilloso de Dios, que no le ha sido dado a todo el mundo, por lo tanto nuestro corazón debe estar rebosante de agradecimiento y de gozo de sentirse especial para el creador y de haber sido escogidas sólo porque nos aman.

En este camino no nos encontramos solos, tenemos la presencia y el acompañamiento de nuestros hermanos vírgenes; en los momentos de crisis y de tribulación siempre la mano amiga que nos ayuda es la de los consagrados, que nos entienden y conocen lo que estamos viviendo, ya que también lo han vivido; además tenemos a los Santos Angeles que aunque no los veamos, siempre estan velando y orando por nosotros.

Llegarán momentos de prueba y de dificultad, en que sentiremos que ya no podemos más, que esto es muy duro, pero el Señor siempre nos cuida y no nos pone cargas que no seamos capaces de soportar; también habrá momentos de desierto en que no sentiremos la presencia de Dios, sin embargo está ahí más fuerte que nunca; sencillamente hay que perseverar solo por Fe, porque fuera de la vocación que el Señor ha escogido para nosotros nada más nos llenará, ni nos hará felices.

La oración es lo único que nos mantendrá en el camino, es el momento de diálogo y encuentro con el Amado. Son esos momentos en los que El actúa, haciendo crecer este don, llenándonos de su amor, convirtiendo nuestros corazones en fieles esposas suyas. Si no tenemos esos momentos, nuestro amor se enfriará y el camino se perderá en los afanes del mundo.

Espero que a través del Espíritu Santo estas palabras toquen el corazón, para Gloria de Dios Santo y Bendito.

Fraternalmente

Maremi
Martha E. Olarte