¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (5a. parte)

La “Liberación” de Europa

Es curioso comprobar que, mientras que en América Latina decrece el interés por la primera versión de la TL, en Europa este interés no parece decrecer sino que más bien toma nuevos ejes y se escribe en nuevas claves: ecologismo, feminismo, espiritualidad agnóstica. El camino que ha seguido Leonardo Boff, especialmente después de retirarse de su comunidad religiosa, podría considerarse representativo de esa tendencia en la que los pobres “económicos” no son ya el centro único ni quizá preferencial.

Claro que uno siempre puede preguntarse si la TL fue latinoamericana alguna vez. Mi experiencia como estudiante colombiano de teología fue que las ideas para liberarnos siempre venían de otros países, sobre todo de España. No es del caso decir nombres, pero muchos de mis profesores, tanto en Santo Domingo como en la Javeriana, o eran europeos o habían sido formados en Europa. A veces creo que en realidad las cosas fueron como un inmenso montaje, en el sentido de que muchos europeos nos hacían sentir que sólo seríamos latinoamericanos si reivindicábamos a la manera europea y con ideas europeas lo que decía Roma. Lo indígena y lo popular fueron en buena parte un pretexto, como suele suceder en todas las revoluciones: las carencias de los pobres son las razones de la revuelta pero no el programa de los vencedores.

Si esta teoría es correcta, habrá que decir que la TL avanzó desde Europa, fue frustrada en Latinoamérica y ha retrocedido entonces a su matriz original siguiendo con mayor o menor fidelidad las azares de la izquierda política: si antes era preciso ser marxista para ser de izquierda, pues eso fueron los teólogos de la liberación de hace veinte años. Si ahora en cambio la izquierda dicta que hay que dar un tono “rosa” a los discursos y defender las causas del homosexualismo o los experimentos mentales de la nueva Era, pues, ¡a ello!

Este teología servil, esta Theologia ancilla sinistrarum, no creo yo que pueda dar buen fruto. De la antigua y beligerante TL poco le queda, salvo el recelo frente a todo lo que sea autoridad eclesiástica. Estamos frente a teólogos y teólogas que prefieren pactar la fe y negociar el credo de los apóstoles con tal de no romper su voto de obediencia a la Izquierda. No es mucho lo que puede nacer de ahí.

Y sin embargo, seguimos necesitando una genuina Teología de la Liberación, así su primera tarea sea la de liberarnos de muchos teólogos.