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Su autoridad sirvió santamente a los designios de Dios. San Cirilo es famoso por la defensa de la ortodoxia contra la herejía, particularmente contra el nestorianismo.
Arzobispo de Alejandría, Egipto, resultó ser defensor de la doctrina que proclama a María, la Theotokos, Madre de Dios.
Esta doctrina fue proclamada como dogma en el Concilio de Efeso (431), que San Cirilo presidió bajo la autoridad del Papa Celestino. Su gran oponente era Nestóreo, patriarca de Constantinopla.
Al ponerse en duda que María es Madre de Dios, se ponía en duda la identidad de Jesucristo, quien es una Persona divina. Por eso, San Cirilo no sólo aportó a la Mariología, sino también a la Cristología.
El argumento de San Cirilo fue: María es la Theotokos, no porque ella existiese antes de Dios o hubiese creado a Dios. Dios es eterno y María Santísima es una criatura de Dios.
Pero, Dios quiso nacer de mujer. La persona que nace de María es divina. Por lo tanto, ella es Madre de Dios.
Su santa defensa de la verdad, le ganó la cárcel y muchas luchas, pero salió victorioso.
San Pedro Sula, Honduras (1991) - Le doy gracias a Dios por un año mas de vida que me regala, que me permita seguirlo alabando y adorando y seguir siempre firme en su ministerio de salvación, que me de toda la fuerza para seguir adelante. Gracias Dios mio y feliz cumpleaños para mi!
Bucaramanga, Colombia - Padre Dios, te doy gracias por la vida de mi madre, esta bella mujer que tu escogiste para que en su vientre se perpetuara la vida; mi vida y la de mis herman@s. sigue bendiciendola con el don de la vida y la salud para compartirle lo que tu nos has dado en el corazón. mucho Amor. Te alabo, de bendigo, de adoro, te amo con todo mi corazón. Un beso para tí Papito Dios. Milton
Bogotá, Colombia (1966) - Que Dios nos siga bendiciendo a nosotros y a nuestros cinco hijos con sus respectivas parejas y a nuestros tres nietos, para que podamos seguir a Jesús por siempre y continuar transmitiéndoselo a todos.
Arequipa, Perú (1980) - Elisa, te amo más de lo que tú crees y te amo por lo que eres. El Señor nos puso en el mismo camino, le doy gracias por la esposa más buena y linda del mundo.
Dios te bendiga. Feliz 30 aniversario de nuestro matrimonio, te amo y que Dios bendiga nuentra unión. Tu esposo por siempre, Jorge.
Sogamoso, Colombia (1987) - ¡Bodas de Plata! 25 años de amor, fidelidad y bendición celebramos el recuerdo de la Inmensa bondad de Dios, el don del fuego del Hogar, el don de 4 hijas, como plantas desde la edad temprana florecidas; como pilares labrados columnas de un palacio. Tus padres, hermanos/as... ¡Damos gracias a Dios porque es eterno su amor!¡Bendiciones!\"
Maturin, Venezuela - Padre Eterno, gracias por permitirnos compartir durante su vida terrenal, te pido Señor que le tengas en un lugar especial en tu Santa Morada. Mi amor y recuerdo eterno para ti Efra
Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado / y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. / Señor, sacaste mi vida del abismo, / me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos, / dad gracias a su nombre santo; / su cólera dura un instante; / su bondad, de por vida; / al atardecer nos visita el llanto; / por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; / Señor, socórreme. / Cambiaste mi luto en danzas. / Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. (Salmo 29)
2a.
Hermanos: Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: "Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba."
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva." Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me ha tocado el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la gente y preguntas "¿Quién me ha tocado?"" Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas fe." No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y dijo: "Talitha qumi" (que significa: "Contigo hablo, niña, levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Descubrimos en el silencio y la oración lo que Dios desea cambiar en nosotros, hablándonos directamente al corazón, dejándonos alcanzar por su voz. 5 min. 59 seg.
Más allá de lo que haya sucedido en nuestra vida Jesucristo sigue viendo la realidad y la verdad de lo que somos y ¡es capaz de levantarnos, es capaz de resucitarnos! 5 min. 50 seg.
La verdadera fe nos lleva a comprender que hay una Fuerza capaz de vencer al mal; nos pone en la ruta de entender que el mal, la enfermedad, la impureza, la muerte no tienen la última palabra. 6 min. 4 seg.
Tomamos algunos elementos del texto griego original y de la Ley de Moisés para entender en su contexto la sanación de la hija de Jairo y de la mujer hemorroísa. 16 min. 1 seg.
1.1 Enseña la teología clásica que las nociones trascendentales terminan siendo equivalentes. El ejemplo más fácil de entender es la verdad y la bondad. Nadie que aspire seriamente ha ser verdadero y honesto en todas sus cosas dejará de ser al final una persona buena. Y lo contrario: nadie que quiera ser genuinamente bueno podrá pactar con mentiras o trampas.
1.2 Esto viene a cuento porque la muerte, si lo pensamos bien, es como una intrusa que arruina la bondad de nuestros sueños. La muerte está siempre ahí, lista para burlarse de lo que amamos; lista para decirnos con dejo de ironía: "nada vale la pena;" o también: "no te esfuerces; no construyas; concéntrate en gozar hoy y nada más." Es fácil entender que la muerte es nuestra enemiga, como es enemiga de Dios.
1.3 Por eso la primera lectura explica el origen de la muerte en "la envidia del diablo." En efecto, la decisión satánica de no servir a Dios implica apartarse de la fuente de la vida, es decir, degustar la muerte. El que sigue ese camino encuentra el mismo sabor. La vida sabe a muerte, lejos de Dios.
1.4 Lo otro que sucede es que nuestros actos tienen consecuencias también más allá de ellos mismos. Una Humanidad sin el pecado original seguramente habría sido una Humanidad llena de luz, de meditación y de conformidad entre la mente y el cuerpo. En esa clase de vida lo material estaría subordinado en pacífica armonía a lo espiritual de modo que aquellos seres tratarían la vejez y la enfermedad de modos radicalmente distintos.
1.5 Todo esto, por supuesto, es especulación y nunca los sabremos con absoluta certeza. Lo que sí sabemos es que, allí donde sentimos que la voz de nuestra conciencia hace eco a la voz de Dios, nuestra alma se rebela y rechaza la muerte.
2. Una fuerza de vida
2.1 En el evangelio vemos a Jesús restaurando la vida, en dos momentos distintos: en una persona enferma, primero, y en una niña ya difunta, después. Llama la atención que él se sabe y siente dueño de esa fuerza de vida, y que sabe cuándo ha "salido" de él, como se nota por la historia de la mujer que quiso "sacarle" un milagro a escondidas.
2.2 Es decir: Jesús es propiamente Señor de la vida. No sólo la tiene y la concede, sino que sabe el don que ofrece y a quién lo da. Este "saber" es importante porque marca la diferencia entre un depósito de medicinas y un médico. Del depósito yo podría sacar lo que yo quisiera pero es sólo el médico quien conoce qué es lo que puede hacerme mayor bien y en qué dosis.
2.3 Miremos, por último, la escena cargada de fuerza y de ternura en la que el Señor Jesús levanta con su mano y con su voz a la niña muerta. Esa palabra no va hacia un muerto sino a crear de nuevo la vida. Y esa mano extendida tiene su sentido espiritual también. La Ley de Moisés prohibía tocar cadáveres, y quien los tocara quedaba "inmundo" por siete días (Números 19,11). Pero Jesús no se ensucia al tocar a la niña sino que la limpia de las sombras de la muerte.