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Nace alrededor del año 1270, hija de la toscana familia Segni, propietarios acomodados de Graciano, cerca de Orvieto.
Cuando sólo tiene nueve años, consigue el permiso familiar para vestir el escapulario de "saco" de las monjas de un Convento de Montepulciano que recibían este nombre, precisamente por el pobre estilo de su ropa.
Seis años más tarde, funda un Monasterio con Margarita, su maestra de Convento, en Proceno, a más de cien kilómetros de Montepulciano.
Mucha madurez debió ver en ella el Obispo del lugar, cuando con un poco más de quince años, la nombra Abadesa.
Durante dieciséis años desempeñó el cargo. En el transcurso de ese tiempo, hizo dos visitas a Roma: una fue por motivos de caridad, muy breve; la otra tuvo como fin, poner los medios ante la Santa Sede para evitar que el Monasterio que acababa de fundar, fuera un día presa de ambiciones y usurpaciones ilegítimas.
Se ve que en ese tiempo podía pasar cualquier cosa, no sólo con los bienes eclesiásticos que detentaban los varones, sino también con los que administraban las mujeres.
Apreciando los vecinos de Montepulciano la bondad espiritual que reportaba el Monasterio de Proceno puertas afuera, ruegan, suplican y empujan a Inés, para que funde otro en su ciudad, pensando en la transformación espiritual de la juventud.
Descubierta la voluntad de Dios en la oración, decide fundar. Será en el monte que está sembrado de casas de lenocinio, "un lugar de pecadoras", y se levantará gracias a la ayuda económica de los familiares, amigos y convecinos.
Ha tenido una visión en la que tres barcos con sus Patronos están dispuestos a recibirla a bordo. Agustín, Domingo y Francisco la invitan a subir. Pero, es Domingo quien decide la cuestión: "Subirá a mi nave, pues así lo ha dispuesto Dios".
Su fundación seguirá el espíritu y las huellas de Santo Domingo. Tendrá a los dominicos como ayuda espiritual para ella y las monjas.
Con maltrecha salud, sus monjas intentan procurarle remedio con los baños termales cercanos. Sin embargo, fallece en el año 1317.
Raimundo de Capua, el mayor difusor de la vida y obras de Santa Inés, escribe en Legenda, no únicamente datos biográficos, sino una cantidad de hechos sobrenaturales acaecidos en vida de la Santa.
Según él, éstos se encuentran confirmados ante notario, firmados por testigos oculares fidedignos y testimoniados por las monjas vivas, a las que tenía acceso por razones de su ministerio.
Piensa que relatando prolijamente los hechos sobrenaturales, -éxtasis, visiones y milagros-, contribuye a resaltar su santa vida con el aval inconfundible del milagro.
Por ello, habló del maná que solía cubrir el manto de Inés al salir de la oración, el que cubrió el interior de la Catedral cuando hizo su profesión religiosa, o la luz radiante que aún después de medio siglo de la muerte le ha deslumbrado en Montepulciano.
No menos asombro causaba oírle exponer, cómo nacían rosas donde Inés se arrodillaba, y el momento glorioso en que la Virgen puso en sus brazos al Niño Jesús.
Antes de devolverlo a su Madre, tuvo Inés el acierto de quitarle la Cruz que llevaba al cuello y guardarla después como el más preciado tesoro. ¡Cariño, poesía y encanto!
Santa Catalina de Siena, nacida unos años después, y dominica como ella, será la Santa que profundamente impresionada por sus virtudes, hablará sobre el interior de su alma.
Llegó a afirmar, que aparte de la acción del Espíritu Santo, fueron la vida y virtudes ejemplares vividas heroicamente por Santa Inés, las que le empujaron a su entrega personal y a amar al Señor.
Resalta en carta escrita a las monjas, hijas de Inés de Montepulciano, -una Santa que habla de otra Santa-, la humildad, el amor a la Cruz y la fidelidad al cumplimiento de la voluntad de Dios.
Pero, el mayor elogio que puede decirse de Inés, lo dejó escrito en su Diálogo, poniéndolo en boca de Jesucristo: "La dulce virgen Santa Inés, que desde la niñez hasta el fin de su vida, me sirvió con humildad y firme esperanza, sin preocuparse de sí misma".
Bogotá, Colombia - Feliz cumpleaños mamá, que Dios te bendiga y te guarde siempre. Gracias por existir y que bueno que el Señor permitió que yo naciera el día de tu cumpleaños, entonces feliz cumpleaños para ti y feliz cumpleaños para mi. Dios nos bendiga siempre.
Pitalito, Colombia (1997) - Gracias Padre Santo, porque a través del matrimonio nos ayudas a tener un encuentro vivo con Cristo para tener vida eterna.
En aquellos días, Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor. Fue a ver al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres.
En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, una luz celeste lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Preguntó él: "¿Quién eres, Señor?" Respondió la voz: "Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer." Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: "Ananías." Respondió él: "Aquí estoy, Señor." El Señor le dijo: "Ve a la calle Mayor, a casa de Judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista." Ananías contestó: "Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre." El Señor le dijo: "Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir por mi nombre."
Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: "Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo." Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y lo bautizaron. Comió, y le volvieron las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.
Es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a los pueblos (Hechos 9,1-20)
Salmo
Alabad al Señor, todas las naciones, / aclamadlo, todos los pueblos. R.
Firme es su misericordia con nosotros, / su fidelidad dura por siempre. R.
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. (Salmo 116)
Evangelio
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Entonces Jesús les dijo: "Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre." Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida (Juan 6,52-59)
Pascua es tiempo para leer la acción del Espíritu Santo en los Apóstoles en el libro de Los Hechos de los Apóstoles; El Espíritu de Dios cambia nuestros gustos nuestros planes; El Espíritu de Dios nos convierte a Dios; Todos, ungidos por el mismo Espíritu, tenemos el derecho y el deber de llevar el Evangelio a los demás. 22 min. 6 seg.
Así como Pablo, o Saulo, tenía dos nombres, y dos nacionalidades, y de ese modo pudo servir de puente, así estamos llamados nosotros a ser puentes por los que Dios haga pasar las riquezas de la fe que hemos recibido. 4 min. 23 seg.
En Cristo encontramos nuestra plenitud y alimentándonos de Él podemos ser vida para el mundo a medida que nos convertimos en Cristo cada vez que comulgamos. 4 min. 22 seg.
Cristo es el pan que alimenta de forma sobreabundante y es verdadero porque no engaña, porque en realidad nutre, porque nos da la plenitud de la vida. 6 min. 48 seg.
Lo que hace el alimento físico en nuestro cuerpo eso hace Cristo en nuestra vida: nos reconstruye; nos da fuerzas; y nos ayuda en el combate contra el mal. 24 min. 25 seg.
Aquel que tiene poder de alimentar todo nuestro ser, que tiene vida, que no muere y que se hace carne de nuestra carne es la garantía de nuestra resurrección en el último día. 6 min. 17 seg.
La persona que tiene una conversión muy profunda tiene una gran conciencia de las garras del pecado, del error y de satanás y aprende a amar inmensamente las manos blandas y amorosas de Papá Dios. 7 min. 44 seg.
1.1 Es tan grande el evento de la conversión de Pablo que la Iglesia, desde tiempo inmemorial, ha honrado con fiesta litúrgica a la gracia de Dios que fue tan abundante y fecunda ese día, otorgando la fe cristiana al más ilustre de los hijos de Tarso.
1.2 La fiesta de la conversión de este gigante entre los apóstoles es el 24 de enero. Pero, como en Pascua leemos extensamente el libro de los Hechos de los Apóstoles, hoy hemos llegado al capítulo noveno en que precisamente se cuenta este maravilloso testimonio de la gracia.
1.3 Es decir que al leer en Pascua la conversión de Pablo nos interesa sobre todo mirar el triunfo del Resucitado y es en ello en lo que meditamos principalmente. De hecho, cuando Pablo cae derribado por la luz del cielo y pregunta: "¿quién eres?", Jesús le responde: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues". ¡Aleluya! ¡Está vivo! Y cuando tocan a sus discípulos él siente como si le hubieran tocado a él. ¡Está vivo y es el Señor!
2. Alimento que alimenta
2.1 "Mi carne es verdadera comida", dice el Señor. Palabras que nosotros los católicos agradecemos con humilde y ferviente adoración delante de cada sagrario y en cada Eucaristía. De la Encíclica "Ecclesia de Eucharistia" de Juan Pablo II tomamos algunos textos entresacados de los números 22 al 24. La numeración aquí ofrecida es nuestra.
2.2 La incorporación a Cristo, que tiene lugar por el Bautismo, se renueva y se consolida continuamente con la participación en el Sacrificio eucarístico, sobre todo cuando ésta es plena mediante la comunión sacramental. Podemos decir que no solamente cada uno de nosotros recibe a Cristo, sino que también Cristo nos recibe a cada uno de nosotros. Él estrecha su amistad con nosotros: "Vosotros sois mis amigos" (Jn 15, 14). Más aún, nosotros vivimos gracias a Él: "el que me coma vivirá por mí" (Jn 6, 57). En la comunión eucarística se realiza de manera sublime que Cristo y el discípulo "estén" el uno en el otro: "Permaneced en mí, como yo en vosotros" (Jn 15, 4).
2.3 Al unirse a Cristo, en vez de encerrarse en sí mismo, el Pueblo de la nueva Alianza se convierte en "sacramento" para la humanidad, signo e instrumento de la salvación, en obra de Cristo, en luz del mundo y sal de la tierra (cf. Mt 5, 13-16), para la redención de todos. La misión de la Iglesia continúa la de Cristo: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20, 21). Por tanto, la Iglesia recibe la fuerza espiritual necesaria para cumplir su misión perpetuando en la Eucaristía el sacrificio de la Cruz y comulgando el cuerpo y la sangre de Cristo. Así, la Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo y, en Él, con el Padre y con el Espíritu Santo.
2.4 Con la comunión eucarística la Iglesia consolida también su unidad como cuerpo de Cristo. San Pablo se refiere a esta eficacia unificadora de la participación en el banquete eucarístico cuando escribe a los Corintios: "Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan" (1 Co 10, 16-17). El comentario de san Juan Crisóstomo es detallado y profundo: "¿Qué es, en efecto, el pan? Es el cuerpo de Cristo. ¿En qué se transforman los que lo reciben? En cuerpo de Cristo; pero no muchos cuerpos sino un sólo cuerpo. En efecto, como el pan es sólo uno, por más que esté compuesto de muchos granos de trigo y éstos se encuentren en él, aunque no se vean, de tal modo que su diversidad desaparece en virtud de su perfecta fusión; de la misma manera, también nosotros estamos unidos recíprocamente unos a otros y, todos juntos, con Cristo". La argumentación es terminante: nuestra unión con Cristo, que es don y gracia para cada uno, hace que en Él estemos asociados también a la unidad de su cuerpo que es la Iglesia. La Eucaristía consolida la incorporación a Cristo, establecida en el Bautismo mediante el don del Espíritu (cf. 1 Co 12, 13.27).
2.5 La acción conjunta e inseparable del Hijo y del Espíritu Santo, que está en el origen de la Iglesia, de su constitución y de su permanencia, continúa en la Eucaristía. Bien consciente de ello es el autor de la Liturgia de Santiago: en la epíclesis de la anáfora se ruega a Dios Padre que envíe el Espíritu Santo sobre los fieles y sobre los dones, para que el cuerpo y la sangre de Cristo "sirvan a todos los que participan en ellos [...] a la santificación de las almas y los cuerpos". La Iglesia es reforzada por el divino Paráclito a través la santificación eucarística de los fieles.
2.6 El don de Cristo y de su Espíritu que recibimos en la comunión eucarística colma con sobrada plenitud los anhelos de unidad fraterna que alberga el corazón humano y, al mismo tiempo, eleva la experiencia de fraternidad, propia de la participación común en la misma mesa eucarística, a niveles que están muy por encima de la simple experiencia convival humana. Mediante la comunión del cuerpo de Cristo, la Iglesia alcanza cada vez más profundamente su ser "en Cristo como sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano".
2.7 A los gérmenes de disgregación entre los hombres, que la experiencia cotidiana muestra tan arraigada en la humanidad a causa del pecado, se contrapone la fuerza generadora de unidad del cuerpo de Cristo. La Eucaristía, construyendo la Iglesia, crea precisamente por ello comunidad entre los hombres.
Yo, Juan, oí algo parecido a la voz potente de una gran muchedumbre, que decía en el cielo:
«¡Aleluya! Nuestro Dios es un Dios salvador, lleno de gloria y de poder».
Y del trono de Dios salió una voz que decía:
«Alaben a nuestro Dios, todos sus siervos, los que lo temen, pequeños y grandes».
Oí entonces algo como el rumor de una muchedumbre inmensa, como el estruendo de un río caudaloso y el retumbar imponente de los truenos. Decían:
«¡Aleluya! El Señor, Dios nuestro, todopoderoso, ha establecido su reinado. Llenémonos de gozo y alegría y alabemos la grandeza del Señor, porque ha llegado el tiempo de las bodas del Cordero, y su esposa ya está preparada. Dios le ha concedido vestirse de lino finísimo y deslumbrante».
El lino representa las obras buenas de los santos. Entonces un ángel me dijo:
«Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero».
El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién temeré? / El Señor es la defensa de mi vida, / ¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa del Señor / por los días de mi vida; / gozar de la dulzura del Señor, / contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor / en el país de la vida. / Espera en el Señor, sé valiente, / ten ánimo, espera en el Señor. R.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. (Salmo 26)
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó un grito:
¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!
Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras:
Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.
Las previsoras les contestaron:
No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo.
Mientras aquellas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron:
Señor, señor, ábrenos.
Pero él les respondió:
Yo les aseguro que no las conozco.
Por eso, estén preparados, porque no saben ni el día ni la hora».
Esta es la joven virgen previsora, a quien el Señor encontró en vela, y que, al llegar el Señor, entró con él a la boda. (Mateo 25, 1-13)
1.1 El nombre "Inés" viene del latín, en que significa "Cordero." Las biografías coinciden en describir a la santa que hoy recordamos como un testimonio vivo de aquella sencillez, pureza, humildad y mansedumbre que suelen asociarse con los corderillos.
1.2 El ejemplo de mansedumbre es particular, en concreto, porque no son muchos los cristianos que parecen haber hecho caso a la suave invitación del Maestro: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón." Y de hecho, si el humilde se pone de ejemplo a sí mismo--cosa que parece contradecir la humildad--ello debemos mirarlo como una descripción de este mundo en el que esta virtud la halló el Señor tan escasa que para mostrar a la genuina tuvo que apuntar hacia sí mismo.
1.3 La humildad pertenece a la esencia de la mansedumbre pero hay en esta última algo más, una especie de dulce hospitalidad, un género de amable pureza de alma, que hace la compañía de las personas mansas nos cautive y atraiga, y se vuelva descanso del corazón atribulado.
2. Fundadora y líder
2.1 La mansedumbre no es pasividad y por eso no riñe con un estilo de amoroso liderazgo. Tal fue el caso de Inés, fundadora del monasterio de Monjas Dominicas en la población italiana de Montepulciano. Por si no fuera ya difícil intentar una empresa de ese talante, piénsese la oposición que tuvo que vencer, dado el hecho que la primera casa que tuvieron las monjas estaba pésimamente situada y la edificación misma fue usada prácticamente como burdel.
2.2 El hecho de que una casa y un sector de la ciudad pudiera ser así "redimido" nos habla del vigor y el liderazgo de Inés, pero también trae un mensaje para todos: no es el pasado quien ha de dominar el futuro, sino al revés; no es el pecado el que pondrá condiciones a la gracia, sino ésta quien habrá de vencer sobre aquel.
2.3 Tal victoria dio cierta fama a Inés para alejar la influencia del espíritu del mal. Casi podría hablarse de una "exorcista" que tenía la gracia particular de aterrorizar al espíritu que suele aterrorizar a los humanos. Al fin y al cabo nada puede humillar tanto a la soberbia como la humildad.