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Onésimo era esclavo de Filemón, personaje importante de Colosa de Frigia, convertido al cristianismo por San Pablo.
Cuando huía de la justicia después de haber robado a su amo, Onésimo entró en contacto con el Apòstol, quien se hallaba entonces prisionero en Roma. Pablo lo convirtió y bautizó.
Lo envió a la casa de Filemón con una carta de recomendación. Según parece, Filemón perdonó y puso en libertad a su esclavo arrepentido. Lo mandó reunirse de nuevo con San Pablo.
Según cuenta San Jerónimo, Onésimo llegó a ser predicador del Evangelio y luego Obispo de Éfeso por orden del Apóstol Pablo.
Posteriormente, el Santo fue hecho prisionero y llevado a Roma, donde murió lapidado.
México, México - Papito Dios y Mamita María lo sigan bendiciendo hoy y siempre. Le damos gracias al Cielo por todas las bendiciones que hemos recibido a través suyo. Lo llevamos siempre en nuestras oraciones. Jorge Gallo y Luz Marina González
Bogotá, Colombia (2010) - Dios todo poderoso, por la Sangre derramada de Jesús y por la interseción de mamita María le sean perdonados todos sus pecados y llevada a gozar del Reino de Dios, Amén
Así dice el Señor Dios: "Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios. "¿Para qué ayunar, si no haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?" Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea, para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?
El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy.""
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa; / lava del todo mi delito, / limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco mi culpa, / tengo siempre presente mi pecado: / contra ti, contra ti solo pequé, / cometí la maldad que aborreces. R.
Los sacrificios no te satisfacen: / si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. / Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; / un corazón quebrantado y humillado, / tú no lo desprecias. R.
Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias. (Salmo 50)
Evangelio
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?" Jesús les dijo: "¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán."
Cuando se lleven al novio, entonces ayunarán (Mateo 9,14-15)
Cuaresma: de la conversión del corazón a la coherencia en las obras; y de la generosidad al compartir los bienes de la tierra a la urgencia por testimoniar el bien del Cielo, que se llama Jesucristo. 4 min. 25 seg.
Tres son los caminos principales del ayuno: (1) De alimentos; (2) De gustos; (3) De pecados. No se opones estas formas de ayuno, sino que se complementan. 4 min. 56 seg.
El ayuno cobra sentido cuando el vacío que siente mi cuerpo, se une al vacío por la ausencia del Señor percibido por mi corazón y mi alma. 5 min. 26 seg.
Con el ejercicio espiritual del ayuno en Cuaresma experimentamos que no lo podemos todo y que nuestros recursos y nuestras fuerzas tienen un límite. 6 min. 57 seg.
En Cuaresma la Iglesia nos prepara para la triste partida de Cristo que luego se convierte en alegría por su victoria y como novia se dispone al encuentro de su amado Jesucristo. 5 min. 21 seg.
La penitencia educa y fortalece; nos recuerda nuestras carencias y condición de creaturas preparándonos para la conversión, repara pecados y hace más fervorosa nuestra oración. 5 min. 11 seg.
El ayuno debe ser sincero y ha de empezar en el corazón para que no se encierre en nosotros sino que nos abra en profunda solidaridad con nuestros hermanos necesitados. 4 min. 15 seg.
Estamos en un mundo que no reconoce que se nos perdió Jesús, que se nos llevaron al Novio, que Cristo no está; y si Él no está ¿Te preocupas? ¿Ayunas por eso? 6 min. 29 seg.
También la religión necesita purificarse en nuestra vida, especialmente en tres direcciones: (1) Coherencia: recibir con fe y espíritu de obediencia lo que el señor nos muestra, y luego ponerlo en práctica. (2) Superar la idea de la religión como una transacción; para ello ayuda la perseverancia. (3) Estar atentos a las necesidades del prójimo superando el engaño de una espiritualidad egoísta y en el fondo vanidosa. 35 min. 58 seg.
La práctica del ayuno nos ayuda a descubrir nuestra fragilidad y límites siendo un antídoto contra la soberbia; a frenar y dominar pasiones, gustos y caprichos y a recordar que debemos ser obedientes y dóciles a Nuestro Señor. 5 min. 2 seg.
La tristeza santa es el dolor por el pecado propio y por el pecado del mundo. Es esa tristeza que despega el alma de los malos hábitos y nos apega al amor y al plan de Dios. 5 min. 58 seg.
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1.1 Una de las prácticas más propias de la cuaresma, desde los primeros siglos del cristianismo, es el ayuno. Pero las raíces de esta práctica se extienden aún más atrás, hasta los tiempos mismos de los profetas y aun de Moisés, que acompañaba su búsqueda contemplativa de la voz divina con severos y prolongados ayunos en el Sinaí.
1.2 Es elocuente un texto que nos da el Éxodo: " Y Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan ni bebió agua. Y escribió en las tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. Y aconteció que cuando Moisés descendía del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, Moisés no sabía que la piel de su rostro resplandecía por haber hablado con Dios" (Ex 34,28-29). Aquí aparecen los frutos propios de un ayuno santo: conocimiento de la voluntad divina, vigor para predicar, luz de contemplación y de gracia.
2. Ayuno y justicia
2.1 Grandes, pues son los bienes del ayuno, pero como casi todo lo bueno, el ayuno también es susceptible de desfiguración y pérdida de su verdadero sentido. Es lo que denuncia Isaías en su vigoroso texto de la primera lectura de hoy: "utilizan el día del ayuno para hacer lo que les da la gana y explotar a sus trabajadores; ayunan entre pleitos y riñas golpeando criminalmente con el puño". Lo grave aquí no es ayunar, sino utilizar el día de ayuno para hacer prevalecer los propios intereses. La maldad está en aparentar, de modo que el corazón se endurece precisamente cuando se muestra como más piadoso y atento al querer de Dios.
2.2 Es así entonces que lo primero que debe ayunar es la injusticia. Antes que abstenerse de alimentos hay que abstenerse de pecados, sobre todo de los que lastiman a los hermanos, empezando por los más pobres. Y es lógico: ¡hermoso es sobre toda hermosura abstenerse de alimentos si el motivo es no sólo purificar el propio cuerpo y la propia alma sino ante todo compartirlos con los que no los tienen! Así entendemos cómo la perfección del ayuno está en la caridad a la que dispone.
3. Educarnos en la tristeza
3.1 Jesús nos muestra otro rostro del ayuno en su evangelio. El ayuno tiene un rasgo de tristeza que no hay que quitarlo sino saberlo entender. La cuaresma es, según esto, un tiempo para aprender a entristecernos, aunque ello suene extraño.
3.2 La tristeza es señal de desprendimiento o de pérdida, pero si se mira mejor es una señal de amor. Son nuestros amores los que nos hacen sufrir y los que nos hacen llorar. Aprender a entristecerse es mejorar la calidad del propio amor y de las propias lágrimas. Cuando Cristo nos haga falta hasta hacernos llorar y suspirar por su presencia, el corazón estará listo para recibir su visita, agradecer su sonrisa y fundirse en su alma bendita y bienaventurada.