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Nació en Valencia, España, en 1526. Desde muy niño se caracterizó por su humildad y obediencia. A los 18 años ingresó a la Orden de Santo Domingo y en 1547 fue ordenado sacerdote por Santo Tomás de Villanueva.
Cinco años después fue nombrado Maestro de los novicios. Como profesor, San Luis era muy estricto y severo. Se preocupaba porque sus alumnos renunciaran sinceramente al mundo y se unieran perfectamente a Dios.
En 1562, el Santo fue enviado a predicar el Evangelio a los indígenas de América y llegó al puerto de Cartagena, Colombia. Sólo hablaba español, pero Dios le concedió el don de lenguas, profecía y milagros.
También trabajó en Tubera, Paluato, Cipacoa y Portavento. Durante su labor en América, convirtió a miles de indígenas, desde el Istmo de Panamá hasta las islas del Caribe.
Varios años después, en 1569, regresó a España, donde se dedicó a la formación de los nuevos misioneros encargados de continuar su tarea evangelizadora en América.
Tras una dolorosa enfermedad, San Luis Bertrán, Patrono de Colombia, murió el 9 de octubre de 1581 y fue canonizado en 1671.
Guatemala, Guatemala - Feliz aniversario mi amor!!! Gracias por estos hermosos 9 años, por tu amor, tu amistad, tu fidelidad, por ser un gran hijo de Dios y buen padre, por todoooooooooooo mi cielo lindo te amo!! quiero estar contigo hasta la eternidad.
Floridablanca Santander, Colombia (1968) - Dios nos ha dado la Gracia de permanecer 43 años de matrimonio y ser testimonio que solo estando con Cristo se hace posible el milagro del Amor.
Comprended de una vez que hijos de Abrahán son los hombres de fe.
Además, la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, le adelantó a Abrahán la buena noticia:
«Por ti serán benditas todas las naciones.»
As! que son los hombres de fe los que reciben la bendición con Abrahán, el fiel.
En cambio, los que se apoyan en la observancia de la ley tienen encima una maldición, porque dice la Escritura:
«Maldito el que no cumple todo lo escrito en el libro de la ley.»
Que en base a la ley nadie se justifica ante Dios es evidente, porque lo que está dicho es que «el justo vivirá por su fe», y la ley no arranca de la fe, sino que «el que la cumple vivirá por ella.»
Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros un maldito, porque dice la Escritura:
«Maldito todo el que cuelga de un árbol.»
Esto sucedió para que, por medio de Jesucristo, la bendición de Abrahán alcanzase a los gentiles, y por la fe recibiéramos el Espíritu prometido.
Los que viven según la fe serán bendecidos, junto con Abrahán, que le creyó a Dios (Gálatas 3, 7-14)
Salmo
Doy gracias al Señor de todo corazón, / en compañía de los rectos, en la asamblea. / Grandes son las obras del Señor, / dignas de estudio para los que las aman. R.
Esplendor y belleza son su obra, / su generosidad dura por siempre; / ha hecho maravillas memorables, / el Señor es piadoso y clemente. R.
Él da alimento a sus fieles, / recordando siempre su alianza; / mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, / dándoles la heredad de los gentiles. R.
En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:
-«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo:
-«Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.
Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice:
"Volveré a la casa de donde salí."
Al volver, se la encuentra barrida y arreglada.
Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí.
Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»
Si yo expulso a los demonios con el poder de Dios, eso significa que el Reino de Dios ha llegado a ustedes (Lucas 11, 15-26)
Si hemos experimentado la Gracia liberadora de Dios, no debemos volver al pecado; además, debemos tener claro que el poder de Dios está por encima de las tinieblas. 19 min. 44 seg.
El camino de la fe es reconocer que Dios existe, aceptar el contenido de la doctrina de la Iglesia y confiar plenamente en Aquel me ha amado. 5 min. 8 seg.
Las tres dimensiones de creer: (1) creer en el sentido de afirmar que hay un Dios con tales y tales atributos; (2) creer en el sentido de confiar en Dios porque me ha creado y manifestado su amor; (3) creer en el sentido de entrar en obediencia a Él y sus mandatos. 5 min. 41 seg.
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1.1 El tono de la primera lectura es fuerte. Pablo, casi más que enseñar, parece estar dando consignas y criterios de acción. La situación, como hemos comentado en otros lugares, no era para menos. Los gálatas, confundidos por la llegada de algunos predicadores posteriores a la evangelización que había hecho Pablo, empieza a creer que su fe estaba incompleta si no empezaban a obedecer la Ley de Moisés. El apóstol escribe con líneas de fuego porque le arde el corazón de pensar que el mensaje central de su enseñanza está por perderse.
1.2 Y tomando el tema por su raíz misma, se remonta hasta Abrahán. Si todo el orgullo de los predicadores que le hacen la competencia a Pablo es lograr que los gálatas se circunciden para que así empiecen a ser "hijos de Abrahán," pues entonces examinemos qué es ser hijo de Abrahán. Nacer de Abrahán es tener la vida que él tuvo, pues un hijo recibe vida de su padre. Y lo que le dio vida a Abrahán, lo único que lo salvó de la esterilidad y con ello de una vida absurda, fue la fe. Tener la vida de Abrahán es vivir de fe como vivió Abrahán.
2. El Espíritu Santo es más fuerte
2.1 Pasemos al evangelio de hoy. Un mensaje debe quedar claro: estamos en batalla. Batalla espiritual. Y en esa batalla hay un ganador: Cristo Jesús, con el poder del Espíritu Santo.
2.2 Cristo es el lugar de la victoria de Dios. El enemigo es fuerte y puede hacer mucho daño. Pero Cristo es más fuerte y puede hacer mucho bien. Mayor es su bien que el mal que puede infligirnos el enemigo.
2.3 Por otro lado: no reconocer el bien que nos llega en Cristo es potencialmente peligroso. Puede llevarnos a perder la salvación después de que ya era nuestra. Es en este contexto en donde podemos comprender la gravedad en que incurre el que se acerca a Dios pero con un corazón dividido. Su suerte queda bien descrita en la imagen impresionante del que arregló su casa sólo para que fuera más confortablemente destruida.
2.4 Dos cosas entonces hemos de pedir a Dios: confianza en su poder y resolución en nuestro camino de conversión hacia él.
«Sal de tu tierra y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan. Maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo». Abrán marchó, como le había dicho el Señor.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, / que te bendigan tus fieles; / que proclamen la gloria de tu reinado, / que hablen de tus hazañas. R.
Explicando tus hazañas a los hombres, / la gloria y majestad de tu reinado. / Tu reinado es un reinado perpetuo, / tu gobierno va de edad en edad. R.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, / todo viviente bendiga su santo nombre / por siempre jamás. R
Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado. (Salmo 144)
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán su descanso, porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla (Mateo 11, 25-30)
Al igual que San Luis Bertrán convierte tus defectos en escaleras hacia la santidad, que sean un lazo que te amarre al corazón de Cristo y una oportunidad para amar, crecer y ser fiel. 5 min. 19 seg.
El mejor formador ha tenido la experiencia de la misión unido a la penitencia, de hacer residir el Evangelio en su cuerpo y en su alma y de hacer reinar el Evangelio en otros lugares. 4 min. 54 seg.
Tres elementos de labor misionera de San Luis que son actuales: realizar recorridos de evangelización, sembrar devociones especificas y practicar la oración y la penitencia. 6 min. 3 seg.
La vida de los misioneros se caracteriza por el amor, por ser Cristo céntrica, por su participación de la cruz y por su unión viva con la Iglesia.
8 min. 8 seg.
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1.1 Son variadas y notables las virtudes que Dios concedió a Luis Bertrán, y que éste cultivó con esmero. Destacamos tres: penitente, misionero y formador.
1.2 La penitencia no es la virtud más apreciada en nuestro tiempo que a veces hace del exceso y el desenfreno una especie de norma tácita para la alegría. En ese sentido, Luis pertenece a otro mundo, uno en que el principal imperio no es el que uno construye afuera, quizás oprimiendo a otros, sino el que se construye adentro, aprendiendo a regir la casa interior del alma.
1.3 Pero su afán penitencial no es una pretensión de espiritual vanidad sino en realidad, un tributo de amor hacia Dios. Amar no es entregar sobras sino dar todo y lo mejor.
2. Misionero
2.1 Luis Bertrán fue predicador itinerante en regiones del Norte y el Nororiente de la actual Colombia. Las gentes sencillas de la Costa Atlántica recuerdan todavía ahora, cinco siglos después, algunos de sus milagros, de modo que hay pozos de agua limpia que la tradición de siglos atribuye al fruto de oraciones que el mismo fraile santo hizo en tiempos de gran sequía y escasez.
2.2 Dos anécdotas hay que recordar aquí. Una es que cuando los indígenas del Catatumbo, en la región lindante con la actual Venezuela, lo veían rezar con su libro de las horas, o sea el Oficio Divino, creían que estaba hablando con un libro. Este comentario de estilo infantil tiene un fondo de verdad muy profundo: la oración es un diálogo, no es simplemente repasar nuestros ojos por textos viejos sino salir al encuentro del Dios vivo.
2.3 Como misionero, Luis fue celoso de la integridad de los cristianos pues se dio cuenta que mal podrían querer los indígenas convertirse a la fe si encontraban tantas incoherencias y crueldades en los colonos. La denuncia de estas injusticias granjeó no pocas enemistades a Luis, y amenazas de muerte, como aquella que quedó plasmada en hermoso cuadro de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, donde un arcabuz se convierte en crucifijo.
3. Formador
3.1 Si Jesús dice que al árbol se le conoce por sus frutos, lo que conocemos de Luis Bertrán, en razón de sus discípulos, habla de una gran calidad. La savia de su enseñanza y la robustez de sus raíces sirvieron de alimento y soporte a varias generaciones de dominicos.
3.2 Si bien es cierto que el movimiento de reforma hacia una vida más austera no lo inició Bertrán, igualmente veraz es afirmar que en él fue posible ver a la vez la inspiración y su realización. Por algo se ha dicho este elogio de él: Idea Factus Ordinis, como quien dice: la encarnación del ideal dominicano. ¿No es esa la verdadera base de un formador: predicar primero con la altura de su ejemplo?
3.3 Patrono de los noviciados dominicos, Luis Bertrán no pierde actualidad. El ardor de su corazón generoso y radical conecta muy bien con aquel fervor que a menudo marca las etapas iniciales de la vida religiosa.