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El Papa Gregorio I, con más justicia llamado "Magno", fue el primer Pontífice monje. Ascendió a la silla apostólica cuando Italia se hallaba en una condición deplorable como consecuencia de las luchas entre los ostrogodos y el emperador Justiniano, que terminaron con la derrota y muerte de Totila en el año 562.
Aunque San Gregorio cumplía fiel y honrosamente sus funciones como prefecto, desde hacía tiempo se sentía llamado a una vocación superior. Por fin resolvió apartarse del mundo y consagrarse al servicio de Dios, siendo ordenado séptimo diácono de la Iglesia Romana y enviado como embajador ante la corte bizantina.
A principios del año 586, tras volver a Roma, se convirtió en Abad del Monasterio de San Andrés. En el año 590, una terrible epidemia arrebató la vida al Papa Pelagio, y el pueblo escogió a Gregorio como nuevo Pontífice.
Desde el momento que asumió el cargo de Papa, se impuso el doble deber de catequizar y cumplir con la disciplina. Prohibió el cobro injusto de primas por entierros en iglesias, por ordenaciones o por conferir el palio, y no permitió a los diáconos dirigir la parte cantada de la Misa, a menos que fueran escogidos por sus voces más que por su carácter.
También destacó como predicador, escogiendo temas del evangelio del día y hasta nosotros han llegado algunas de sus homilías, llenas de elocuencia y sentido común, terminadas con una enseñanza moral que podía adaptarse a cada caso.
Fue un excelente administrador de la Sede Pontificia, pues todos los súbditos estaban contentos con lo que les tocaba en la distribución de bienes, y aún entraba dinero a la tesorería.
De toda su labor religiosa en occidente, la conversión de Inglaterra y el éxito que coronó sus esfuerzos encaminados hacia esta dirección, fue para él el mayor triunfo de su vida.
Se le reconoce a San Gregorio la compilación del Antiphonario, la revisión y reestructuración del sistema de música sacra, la fundación de la famosa Schola Cantorum de Roma y la composición de varios himnos muy conocidos.
Pero su verdadera obra se proyecta en otras direcciones. Se le venera como el cuarto Doctor de la Iglesia Latina, por haber dado una clara expresión a ciertas doctrinas religiosas que aún no habían sido bien definidas. Y quizá su mayor labor, fue el fortalecimiento de la Sede Romana.
La capilla, Cundinamarca (1961) - Te esperamos en el encuentro del Domingo 4 de septiembre en la capilla cachipay cundinamarca para la celebracion del aniversario de la fundación y rendir homenaje a pafer su fundador. Padre Juan Guillermo García
Hermanos: Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: "Él caza a los sabios en su astucia." Y también: "El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos."
Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes: / él la fundó sobre los mares, / él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro? / El hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos. R.
Ése recibirá la bendición del Señor, / le hará justicia el Dios de salvación. / Éste es el grupo que busca al Señor, / que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena. (Salmo 23)
Evangelio
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro y echad las redes para pescar". Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes". Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas: desde ahora serás pescador de hombres". Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Cuando Pablo dice a los corintios que sus pastores son de ellos, les está recordando que el único a quien nos debemos todos es Jesucristo. 5 min. 43 seg.
Lo fundamental de la predicación es conducir a nuestros hermanos a la experiencia de la humildad, del arrepentimiento y de la absoluta confianza en Dios. 4 min. 53 seg.
En el encuentro entre la grandeza de Dios, que responde a nuestros más grandes anhelos, y la verdad de Dios que nos permite ver con claridad la miseria de nuestros pecados, hallamos la humildad y la generosidad necesarias para discernir nuestra propia vocación. 13 min. 43 seg.
Existen personas que lo calculan todo pero el Señor nos invita a superar eso cálculos y empezar a expresar amor, misericordia, nuestra fe y nuestra adoración a Él. 7 min. 19 seg.
El servidor pone a Dios en primer lugar y el pueblo tiene que reconocer a sus líderes como servidores, como un regalo del Señor por lo que no debemos idolatrar a quien Dios nos dio para que nos guíe. 5 min. 49 seg.
Los líderes en la Iglesia no deben ser idealizados, lo bueno que tienen lo han recibido de Dios, no deben ser críticos desbordados y si no te llevan a la conversión son unos tramposos. 5 min. 19 seg.
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1.1 Parece una contradicción lo que nos sugiere el apóstol san Pablo en la primera lectura de hoy. La sabiduría de este mundo es ignorancia ante Dios; sólo "haciéndonos" ignorantes llegaremos a ser sabios. ¿Cómo entender estas palabras?
1.2 Pablo no está hablando de aparentar, desde luego. No se trata de "hacerse el ignorante," como quien oculta algo que sigue creyendo que tiene. Se trata de volverse ignorante, o como se suele decir hoy, de "desaprender." Porque así como es importante aprender es igualmente importante desaprender. Así como hay que conocer cómo se deben hacer las cosas, hay también que olvidar y dejar de lado los vicios o malos hábitos que nos conducen a obrar como no se debe. De modo que la propuesta del apóstol, puesta en lenguaje actual, es: "Necesitas desaprender los caminos del orgullo y la vanidad para empezar a aprender los caminos de la humildad, la fe y la verdadera sabiduría."
1.3 ¿Y por qué dice él que la sabiduría del mundo es inútil y perniciosa? Por una razón: lo que se aprende en el mundo y para el mundo es idolatría, de una forma o de otra. La sabiduría del mundo es ante todo sagacidad, capacidad de lograr las propias metas, astucia para conseguir lo que se quiere. Y ese es el problema: si el énfasis está todo en los métodos y procedimientos, mientras que los fines no son cuestionados, pronto tendremos un mundo de gente que se ataca y destruye con refinamiento y artimaña, un mundo donde el disimulo y la traición están a la orden del día.
1.4 La sabiduría de lo alto, la sabiduría divina, es otra cosa. Es entrar en el plan de Dios, que es salvación para el hombre. Es recuperar el designio original, que supone que las cosas son para nosotros y no nosotros para ellas. Es encontrarnos, en fin, con el corazón de Dios Padre y con la posibilidad real de ser hermanos que comparten, no enemigos que se destruyen.
2. Vencido en su terreno
2.1 Amo particularmente el texto del evangelio de hoy. Porque es un texto de llamado, desde luego, pero más aún por el modo como Cristo completa el llamado que ya había hecho a sus primeros discípulos.
2.2 Cristo ya era conocido por Pedro. Para Pedro, Cristo era tal vez un profeta, tal vez el mejor y más grande maestro y predicador que él hubiera conocido, pero... hasta ahí. Es decir: Pedro tenía su terreno, el de la pesca, y Cristo tenía el suyo, el de la predicación y los milagros. Eran dos terrenos diferentes y Pedro quizá se sentía cómodo con esa frontera que estaba tácita pero muy clara. En el evangelio de hoy, por el contrario, vemos a Cristo pasar la frontera. Para atraer a Pedro hacia su terreno, Cristo "invade" el terreno de Pedro. Hoy vemos a Cristo pescando peces para que mañana Pedro pueda pescar hombres.
2.3 Y ciertamente Cristo no lo hizo mal como pescador de peces en el lago de Genesaret. ¡Las redes casi se rompían, las barcas casi se hundían bajo el peso de la pesca más grande que se hubiera visto en aquel lugar! Semejante abundancia mostró varias cosas a Pedro y a nosotros. Primera, dejemos la idea de los terrenos separados. Eso de que "esta parte la hago yo y la otra parte la hace Dios" no vale para el verdadero discípulo. La comunión con el Señor implica que estamos todos en la siembra y en la siega, en la echada de la red y en su recogida. Segunda enseñanza: el Señor multiplica nuestros esfuerzos y confirma con su bendición nuestro trabajo. Y tercera: él, cuando nos llama, no anula lo que hemos sido, sino que lo plenifica, lo eleva. Como decían los antiguos escolásticos, "la gracia no destruye sino que perfecciona la naturaleza."
Hermanos: Encargados de este servicio, por la misericordia de Dios, no nos acobardamos; al contrario, hemos renunciado a la clandestinidad y vergonzante, dejándonos de intrigas y no adulterando la palabra de Dios; en vez de eso, mostrando nuestra sinceridad, nos recomendamos delante de Dios a la conciencia de todo hombre. Porque no nos predicamos a nosotros, predicamos que Cristo es Señor, y nosotros, siervos de ustedes por Jesús.
El Dios que dijo:
«Brille la luz del seno de la tiniebla», ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en Cristo. Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Predicamos que Cristo es Señor, y nosotros siervos de ustedes por Jesús (Corintios 4, 1-2. 5-7)
Salmo
Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, / aliviaste la tierra extenuada; / y tu rebaño habitó en la tierra / que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R.
Bendito el Señor cada día, / Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. / Nuestro Dios es un Dios que salva, / el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R.
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo:
«Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Ustedes no hagan así, sino que el primero entre ustedes pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. Porque ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve.
Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les transmito el Reino, como me lo transmitió mi Padre a mí: comerán y beberán a mi mesa en mi Reino, y se sentarán en tronos para regir a las doce tribus de Israel».
Yo les transmito el Reino, como me lo transmitió mi Padre a mí (Lucas 22, 24-30)
San Gregorio supo poner todos los dones recibidos al servicio de la Iglesia dejándonos enseñanzas que es importantes hacer vida en nosotros. 5 min. 15 seg.
1.1 "Magno" significa, por supuesto, "grande." Pero hay que aclarar de inmediato el carácter peculiar de la grandeza de Gregorio, que no dejó de ser discípulo por el hecho de ser maestro de otros, ni dejó de ser monje por el hecho de ser obispo de tantos, ni dejó de ser oveja por el hecho de ser pastor.
1.2 En Gregorio destaca la conciencia de la propia indigencia, es decir, su certeza de ser tan necesitado de salvación, de cuidado y de misericordia como cualquier otro ser humano.
1.3 Esta conciencia de sí lo lleva a una de las virtudes más difíciles de alcanzar: la genuina humildad, que no es negación de lo que uno tiene o ha recibido sino más bien el conocimiento de la fuente del bien que hay en uno, que no es uno mismo, y del mal que hay en uno, y que ciertamente viene del propio consentimiento a la incitación del mal.
2. Espiritualidad y evangelización
2.1 Hay a veces la idea de que la espiritualidad es una búsqueda en solitario, y que la evangelización es una tarea que en cambio requiere de muchas virtudes de tipo social. Así vistas las cosas, parece poco probable encontrar mucha profundidad en quien se entrega al apostolado, o encontrar mucha generosidad en quien se esfuerza por alcanzar la propia perfección y está como absorbido por su propia empresa, aunque esta sea muy noble.
2.2 Gregorio, sobre todo en su Regla Pastoral, en cambio se esforzó en practicar y enseñar algo distinto: tanto la perfección espiritual como la perfección apostólica se hallan en la misma Persona y la misma Fuente, que es Jesucristo. Gregorio se esfuerza en mostrar a todos, pero en particular a los sacerdotes, la unidad de los dos mandamientos: el amor a Dios y el amor al prójimo. No son una alternativa para escoger sino un solo mandamiento para vivir.
3. La Vida Moral
3.1 La otra gran obra de Gregorio son sus Moralia, o enseñanzas de vida cristiana. De nuevo aquí brilla un don singular: la vida cristiana no es pura praxis, no es un quehacer interminable de preceptos y reglas, pero tampoco es un sentimiento vago o una simple declaración de buenos propósitos.
3.2 Entre la amplitud del ideal y la concreción de la vida cotidiana, este santo pastor sabe mostrar lo noble de lo ordinario cuando se integra en la vida que fluye del Espíritu, y también lo práctico y practicable del Evangelio cuando se toma en serio y se lleva su lógica consecuencia.
3.3 El impacto de los Moralia fue inmenso y haríamos bien en conocer mejor esta obra del gran Papa del primer milenio. El vocabulario que él acuñó fue luego una base para la predicación y la teología por muchos siglos, lo mismo que su modo elegante pero sobrio de expresar la belleza de la virtud y las desastrosas consecuencias de los vicios.