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San Antonio lo señala como "uno de los Pontífices más grandes y que más sufrieron". Nació en Montemagno, entre Pisa y Lucca.
Después de ocupar un cargo en la Curia Episcopal de Pisa, ingresó en 1135 al Monasterio Cisterciense de Claraval. Tomó el nombre de Bernardo, y San Bernardo fue su Superior en aquel Monasterio.
Cuando el Papa Inocencio II pidió que algunos cistercienses fuesen a Roma, San Bernardo envió a su homónimo como jefe de la expedición. Los cistercienses se establecieron en el Convento de San Anastasio, Tre Fontane.
A la muerte del Papa Lucio II en 1145, los cardenales eligieron para sucederle, a Bernardo, el Abad de San Anastasio. El nuevo Pontífice tomó el nombre de Eugenio y fue consagrado en la Abadía de Farfa.
En enero de 1147, aceptó con gusto la invitación que le hizo Luis VII de que fuera a predicar la cruzada en Francia.
En la segunda cruzada no tuvieron buenos resultados. El Papa permaneció en Francia hasta que el clamor popular por el fracaso de la cruzada le hizo imposible permanecer más tiempo en ese lugar.
Durante su estancia en aquel país, presidió los Sínodos de París, Tréveris y Reims, que se ocuparon principalmente de promover la vida cristiana. También hizo cuanto pudo por reorganizar las escuelas de filosofía y teología.
En mayo de 1148, el Pontífice volvió a Italia, y excomulgó a Arnoldo de Brescia, quien en sus peores momentos presagiaba a los demagogos doctrinarios de épocas posteriores.
San Bernardo dedicó al Sumo Pontífice su tratado ascético "De Consideratione", donde afirmaba que el Papa tenía como principal deber atender a las cosas espirituales, y que no debía dejarse distraer demasiado por asuntos que corresponden a otros.
Eugenio III partió de Roma en el verano de 1150, y permaneció dos años y medio en la Campania, procurando obtener el apoyo del emperador Conrado III y de su sucesor, Federico Barbarroja.
El Santo murió en Roma el 8 de julio de 1153. Su culto fue aprobado en 1872.
Guadalajara, México - Felicidades papá, gracias por darme todo sin medida. No me queda mas que decirte, eres todo un gran hombre. Que cumplas muchos mas.
Cali, Colombia (2009) - En su enfermedad conoció al Señor, lo recibió, lo amó y le entregó sus sufrimientos por sus propios pecados y por los de las demás personas, rogando por su conversión.
En aquellos días, Judá se acercó a José y le dijo: "Permite a tu siervo hablar en presencia de su señor; no se enfade mi señor conmigo, pues eres como el Faraón. Mi señor interrogó a sus siervos: "¿Tenéis padre o algún hermano?", y respondimos a mi señor: "Tenemos un padre anciano y un hijo pequeño que le ha nacido en la vejez; un hermano suyo murió, y sólo le queda éste de aquella mujer; su padre lo adora." Tú dijiste: "Traédmelo para que lo conozca. Si no baja vuestro hermano menor con vosotros, no volveréis a verme." Cuando subimos a casa de tu siervo, nuestro padre, le contamos todas las palabras de mi señor; y nuestro padre nos dijo: "Volved a comprar unos pocos víveres." Le dijimos: "No podemos bajar si no viene nuestro hermano menor con nosotros"; él replico: "Sabéis que mi mujer me dio dos hijos: uno se apartó de mí y pienso que lo ha despedazado una fiera, pues no he vuelto a verlo; si arrancáis también a éste de mi presencia y le sucede una desgracia, daréis con mis canas, de pena, en el sepulcro.""
José no pudo contenerse en presencia de su corte y ordenó: "Salid todos de mi presencia." Y no había nadie cuando se dio a conocer a sus hermanos. Rompió a llorar fuerte, de modo que los egipcios lo oyeron y la noticia llegó a casa del Faraón. José dijo a sus hermanos: "Yo soy José; ¿vive todavía mi padre?" Sus hermanos se quedaron sin respuesta del espanto. José dijo a sus hermanos: "Acercaos a mí." Se acercaron, y les repitió: "Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis a los egipcios. Pero ahora no os preocupéis, ni os pese el haberme vendido aquí; para salvación me envió Dios delante de vosotros."
Llamó al hambre sobre aquella tierra: / cortando el sustento del pan; / por delante había enviado a un hombre, / a José, vendido como esclavo. R.
Le trabaron los pies con grillos, / le metieron el cuello en la argolla, / hasta que se cumplió su predicción, / y la palabra del Señor lo acreditó. R.
El rey lo mandó desatar, / el Señor de pueblos le abrió la prisión, / lo nombró administrador de su casa, / señor de todas sus posesiones. R.
Recordad las maravillas que hizo el Señor. (Salmo 104)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo."
Sin Cristo la misión no tiene éxito. Solamente dependiendo de El, dará fruto, pues Jesús ya ha sembrado en los corazones de quienes escuchan al misionero. 21 min. 52 seg.
En el discurso con que Cristo envía a sus apóstoles destacan la pobreza y la agilidad, que están relacionadas. Pero ambas se sustentan en una profunda confianza en Dios y su providencia. 4 min. 26 seg.
El verdadero misionero anuncia a Cristo, obra el bien, tiene recta conciencia, es desinteresado y es enviado a todos, aceptando acogida o rechazo. 5 min. 41 seg.
Cristo quiere que percibamos la abundancia de su amor, su misericordia y su poder que hemos recibido gratis para rebosarnos y empezarlo a dar gratis. 6 min. 11 seg.
Es hora de tener la capacidad de apreciar los tiempos difíciles y confusos como tiempos en los que también Dios está obrando; cuando lleguen no te detengas porque la historia sigue, el Señor no ha dicho la última palabra. 4 min. 29 seg.
La Providencia de Dios actúa a través de los intereses y planes humanos. No elimina la posibilidad del pecado pero logra su propio plan, que es bendición para los que se unen por fe al Señor. 23 min. 32 seg.
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1.1 Si hay una escena conmovedora y profética en el libro del Génesis, el primero de la Biblia, es esta escena en que José, el que había sido traicionado y vendido como esclavo, se convierte en salvador de los mismos que lo habían desechado y en bienhechor magnánimo de los que lo insultaron y maltrataron. Pocas páginas en la Biblia entera, salvo las de la pasión del Señor Jesucristo, pueden mostrarnos tan perfectamente lo que significa AMAR, amar de verdad, amar hasta el fondo.
1.2 Y es admirable no sólo la exquisita ternura de José, su manera de querer y dejar ver en llanto su amor de hermano; no sólo eso admira, sino especialmente el don que Dios le da de reconocer que había una PLAN detrás de todo aquello. Este hombre maravilloso, verdadero adelanto de la caridad que nos hablará el Nuevo Testamento, no se queda al nivel de las ofensas recibidas sino que eleva su mente al plano de los designios divinos y reconoce que la voluntad de Dios mismo se estaba realizando A TRAVES de las voluntades perversas y miopes de sus hermanos envidiosos. Por ello su alma no es un pozo de amargura sino un manantial de acción de gracias. No destila venganza sino gozo.
2. La Misión
2.1 Cristo envía, es decir, pone en la vía, pone en el camino a los suyos. Este es el mensaje del evangelio de hoy. Detengámonos hoy en ese solo hecho, dejando para otra ocasión meditar en el contenido un poco extraño de las radicales consignas que les da al enviarlos.
2.2 Cristo pone en camino. La sola palabra indica dinamismo. El evangelio no es algo que yo pueda guardar; lo conservo dándolo; es mi tesoro si lo arriesgo; me alimenta cuando nutre a otros.
2.3 Cristo pone en camino. En otro lugar se llamó a sí mismo "camino." Ponernos en camino es ponernos en Cristo, es estar en el puente interminable y sin embargo brevísimo que une el sí del amor divino y el sí de la fe que brota del corazón humano, cuando la gracia lo enciende.
2.4 Cristo pone en camino. Y también aguardará a los suyos al final del camino. El Apocalipsis lo llama "Alfa y Omega" porque de él brota y en él se resume toda la obra misionera de la Iglesia. Su sonrisa nos envía; su abrazo nos espera.