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La Santa fue sometida a muchos tormentos y finalmente decapitada en Roma, bajo el régimen del emperador Alejandro (Severo, 222-235).
Según algunos, existía en esta ciudad una Capilla consagrada a Santa Martina, a la que los peregrinos acudían con gran devoción en el siglo VII.
Las reliquias de Martina fueron descubiertas en una bóveda en ruinas de su antigua iglesia. En el año de 1634, las trasladaron a la nueva iglesia que el Papa Urbano VIII había construido en su honor.
Asimismo, compuso los himnos de Santa Martina para el breviario, y se dice que la ciudad de Roma la considera como una de sus Patronas particulares.
A pesar de estas afirmaciones, la existencia histórica de la Santa es dudosa. Los documentos más antiguos sostienen que fue martirizada en Roma, pero no hay ninguna tradición primitiva que mencione ese hecho.
Asunción, Paraguay - Siempre vivirás en nuestros corazones, por ser un ejemplo de esposa, madre y abuela. Te amamos por siempre, guíanos desde donde estés.
Al año siguiente, en la época en que los reyes van a la guerra, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel, a devastar la región de los amonitas y sitiar a Rabá. David, mientras tanto, se quedó en Jerusalén; y un día, a eso del atardecer, se levantó de la cama y se puso a pasear por la azotea del palacio, y desde la azotea vio a una mujer bañándose, una mujer muy bella. David mandó a preguntar por la mujer, y le dijeron: "Es Betsabé, hija de Alián, esposa de Urías, el hitita." David mandó a unos para que se la trajesen. Después Betsabé volvió a su casa, quedó encinta y mandó este aviso a David: "Estoy encinta." Entonces David mandó esta orden a Joab: "Mándame a Urías, el hitita." Joab se lo mandó. Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra. Luego le dijo: "Anda a casa a lavarte los pies." Urías salió del palacio, y detrás de él le llevaron un regalo del rey. Pero Urías durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor; no fue a su casa.
Avisaron a David que Urías no había ido a su casa. Al día siguiente, David lo convidó a un banquete y lo emborrachó. Al atardecer, Urías salió para acostarse con los guardias de su señor, y no fue a su casa. A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de Urías. El texto de la carta era: "Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la lucha, y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera." Joab, que tenía cercada la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los defensores más aguerridos. Los de la ciudad hicieron una salida, trabaron combate con Joab y hubo bajas en el ejército entre los oficiales de David; murió también Urías, el hitita.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega."
Dijo también: "¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas." Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Echa simiente, duerme, y la semilla va creciendo sin que él sepa cómo (Marcos 4,26-34)
Cristo con su predicación viene a instaurar el Reino de Dios en nuestros corazones, expulsando de ahí los males y dando a Dios el primer lugar en nuestra vida. 7 min. 6 seg.
En la vida cristiana tenemos que esforzarnos, pero también dejar a Dios ser Dios, saber esperar; darnos cuenta que Dios tuvo gran paciencia con nosotros y también la tiene con otras personas. 4 min. 33 seg.
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1.1 El pecado, con toda su corte de males, aparece de lleno en la primera lectura. Escuchemos una breve catequesis sobre la más grande de las des-gracias. Para este primer punto, nos habla el Papa Juan Pablo, en su Mensaje para la XIV Jornada Mundial de la Juventud, 1999.
1.2 "El pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarlo y amarse mutuamente" (Catecismo de la Iglesia católica, 387); es no querer vivir la vida de Dios recibida en el bautismo y no dejarse amar por el verdadero Amor, pues el hombre tiene el terrible poder de impedir la voluntad de Dios de dar todos los bienes. El pecado, cuyo origen se encuentra en la voluntad libre de la persona (cf. Mc 7, 20), es una transgresión del amor verdadero; hiere la naturaleza del hombre y destruye la solidaridad humana, manifestándose en actitudes, palabras y acciones impregnadas de egoísmo (cf.Catecismo de la Iglesia católica, 1849-1850).
1.3 En lo más íntimo del hombre es donde la libertad se abre o se cierra al amor. Éste es el drama constante del hombre, que a menudo elige la esclavitud, sometiéndose a miedos, caprichos y costumbres equivocados, creándose ídolos que lo dominan e ideologías que envilecen su humanidad. Leemos en el evangelio de san Juan: "Todo el que comete pecado es un esclavo del pecado" (Jn 8, 34).
1.4 [Sin embargo,] Jesús dice a todos: "Convertíos y creed en la buena nueva" (Mc 1, 15). En el origen de toda conversión auténtica está la mirada de Dios al pecador. Es una mirada que se traduce en búsqueda plena de amor, en pasión hasta la cruz, en voluntad de perdón que, manifestando al culpable la estima y el amor de que sigue siendo objeto, le revela por contraste el desorden en que está sumergido, invitándolo a cambiar de vida. Éste es el caso de Leví (cf.Mc 2, 13-17), de Zaqueo (cf. Lc 19, 1-10), de la adúltera (cf. Jn 8, 1-11), del ladrón (cf. Lc 23, 39-43), y de la samaritana (cf. Jn 4, 1-30).
2. Como un grano de mostaza
2.1 Aquel canto carismático, tan difundido, seguramente viene a nuestra memoria con el evangelio de hoy. Y es bueno que una canción pueble nuestra mente, si ello nos ayuda a enamorarnos del precioso mensaje de Cristo Jesús.
2.2 El mensaje es sencillo: lo más pequeño puede llegar a ser lo más grande. Sin duda a Cristo le llamaban la atención y quería que nos atrajeran los contrastes: hay primeros que serán últimos; el que se ensalza será humillado; lo pequeño quizá será lo más grande; lo oculto quedará de manifiesto... En todos estos casos el Señor parece exhortarnos a no fiarnos de las apariencias, o quizá más aún: a desconfiar de lo que aparece y buscar el estilo y el plan de Dios en aquello que no aparece, en lo que no se impone por sí mismo ni se hace propaganda a sí mismo.
2.3 Asumir la "lógica del grano de mostaza", entonces, es todo un programa de vida: es pensar que Dios puede decir sus mejores discursos por boca de los que juzgamos torpes, inútiles o poco listos; es amar lo sencillo, lo sobrio y lo discreto, y desconfiar de lo ampuloso, lo prepotente o lo deslumbrante; es cuidar la vida frágil: la del embrión, la del agonizante, la del emigrante; es adorar con las cosas elementales y con la gente que no cuenta; es creer con fe viva que en la Eucaristía está Él.