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Fue el jefe de la expedición apostólica que tuvo como misión la evangelización de la Inglaterra anglosajona, partiendo de Roma en el año 596.
Los misioneros desembarcaron en la isla de Thanet, gobernada por el Rey Etelberto de Kent, quien les ofreció una casa en Canterbury y les dio permiso para predicar el cristianismo a sus súbditos, logrando muchas conversiones, incluso la del mismo rey.
San Agustín reconstruyó en Canterbury una antigua iglesia, que constituyó el primer núcleo de la Basílica Metropolitana y del futuro Monasterio de "Christ Church".
Fuera de las murallas de la ciudad, fundó dos Monasterios más: San Pedro y San Pablo. El Santo pasó sus últimos años empeñado en difundir y consolidar la fe en el reino de Etelberto, e instituyó las sedes de Londres y Rochester.
El 26 de mayo del año 605, San Agustín pasó a recibir el premio celestial.
Pasado algún tiempo en Antioquía, emprendió Pablo otro viaje y recorrió Galacia y Frigia, animando a los discípulos. Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en la Escritura. Lo habían instruido en el camino del Señor, y era muy entusiasta; aunque no conocía más que el bautismo de Juan, exponía la vida de Jesús con mucha exactitud.
Apolo se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Su presencia, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.
Apolo demostraba con la Escritura que Jesús es el Mesías (Hechos 18,23-28)
Salmo
Pueblos todos, batid palmas, / aclamad a Dios con gritos de júbilo; / porque el Señor es sublime y terrible, / emperador de toda la tierra. R.
Porque Dios es el rey del mundo: / tocad con maestría. / Dios reina sobre las naciones, / Dios se sienta en su trono sagrado. R.
Los príncipes de los gentiles se reúnen / con el pueblo del Dios de Abrahán; / porque de Dios son los grandes de la tierra, / y él es excelso. R.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre."
El Padre os quiere, porque vosotros me queréis y creéis (Juan 16,23b-28)
Cristo sale del Padre y es la plena expresión del Padre. Recibir a Cristo, es recibir el mensaje pleno del Padre. Así mismo, el Reino de Cristo no es de este mundo y no depende de los poderes del mundo. 25 min. 52 seg.
San Lucas destaca varias veces y de varias formas que Cristo no es solamente un hombre muy "especial" o muy "sabio." Es, ante todo, el Mesías, en quien halla su cumplimiento todo el Antiguo Testamento. 4 min. 27 seg.
Las grandes promesas sobre la oración, como "pedid y se os dará," son en realidad el término de un camino que pasa por la vía purgativa y la vía iluminativa. 20 min. 22 seg.
El encuentro entre dos grandes predicadores, Apolo y Pablo, muestra que sólo se puede seguir verdaderamente a Cristo si uno ha sido alcanzado por Cristo. 12 min. 40 seg.
El cambio en la predicación de Apolo sintetiza lo que significa descubrir que la fe no se limita a mejorar esta vida sino que abre puertas en la eternidad. 5 min. 30 seg.
No descalifiquemos esas circunstancias que nos rodean y que pueden parecer muy duras, pues en esa dificultad Dios está preparando una siembra más amplia y más hermosa. 5 min. 32 seg.
Llegar a la alegría plena es reconocer que Dios me ha llamado y enviado, y Él mismo es quien me acompaña en el camino de mi vida cristiana. 5 min. 0 seg.
Al orar en el nombre de Cristo nos hacemos parte de su amor al Padre y le presentamos su sacrificio que es muestra de amor perfecta para alcanzar el favor de nuestra causa. 4 min. 26 seg.
El Misterio de la Ascensión consiste en que en el momento en el que Jesús retorna al Padre, no retorna solo, ascendemos con Él porque nos hemos unido a Cristo al aceptarlo y amarlo. 4 min. 52 seg.
En la medida que permanezco en Jesús y Él en mí, mi oración ya no es solo mía es también suya, es en el Nombre de Cristo porque estoy lleno de su presencia y de alguna manera la plegaria que sale es la de Jesús, lo que hace que la oración tenga poder ante el Padre. 7 min. 5 seg.
Pedir es importante porque es un acto de humildad, de confianza y es auxilio oportuno porque como cristianos sin la ayuda de Dios es imposible crecer. 5 min. 8 seg.
1.1 El episodio de este predicador itinerante, Apolo, podría parecer un simple accidente o una anécdota. En realidad ilustra una verdad muy importante: todo el Antiguo Testamento miraba hacia Jesucristo.
1.2 Apolo, incluso con su instrucción incompleta, ha llegado a entender que los términos de la antigua alianza quedaban como en suspenso y que sólo podrían encontrar conclusión en los hechos y dichos de Jesús de Nazareth.
1.3 Sin embargo, algo le faltaba a este hombre, con toda su elocuencia. ¿Qué específicamente? El texto no lo dice. Nos habla de una especie de profundización o de mayor precisión. Hay una ligera pista, sin embargo: al llegar a Acaya, Apolo animó a los que "por gracia habían creído." Es tal vez una indicación de la nueva ruta que tomó la predicación de Apolo, más orientada ahora hacia la gracia y la fe.
2. Unidos al Hijo
2.1 En el evangelio encontramos expresiones sublimes del amor de Dios manifiesto en la voz entrañable de Jesucristo. Este es un texto para contemplar en adoración y gratitud inacabables. Ya conocíamos por los sinópticos aquella promesa maravillosa: "pidan y se les dará" (Mt 7,7). Adquiere un nuevo tono en el momento de la cena de despedida. Cuando parece que se aleja y no hay modo de retenerlo, un modo muy suyo de asegurar que está cercano es darnos el secreto de su "Nombre": pidan "en mi Nombre," les dice (Jn 16,24).
2.2 Todo este pasaje habla en verdad de unidad con el Hijo. ¿Habíamos oído cosa tan hermosa como "no es necesario que les diga que yo voy a interceder ante el Padre por ustedes, porque el Padre mismo los ama"? ¡Casi parece que Él se quita sólo por asegurarnos hasta dónde estamos ya en Él y Él en nosotros!
2.3 Esta unidad ha de ser asegurada precisamente por la frase que oímos al final. Es la hora de las revelaciones decisivas y Cristo declara la verdad de su propia misión. Hay una salida desde el Padre hacia el mundo y una salida desde el mundo hacia el Padre. Ahí está dicho todo. No es un accidente. No es tampoco el puro resultado de las maquinaciones de sus enemigos. Hay un plan, que no por misterioso es menos real, y ese plan atraviesa cada fibra del universo para levantarlo todo en ofrenda a la gloria del Padre.