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Este Santo ha sido considerado como una de las mayores glorias de la Iglesia de España, la cual le honra como Doctor de la misma.
El Santo era sobrino de San Eugenio, Obispo de Toledo, a quien debía suceder en el cargo. A pesar de la oposición paternal, San Idelfonso tomó los hábitos religiosos desde temprana edad en el Convento de Agalia, muy cerca de Toledo, del cual resultó ser más tarde Abad.
Fue ordenado diácono en el 630, y posteriormente, siendo todavía un monje, fundó un Convento de religiosas en los alrededores. Como Abad, asistió al séptimo y octavo Concilio de Toledo en los años 653 y 655, respectivamente.
Uno de los rasgos más característicos de la obra literaria de San Idelfonso, es el entusiasmo casi exagerado con que el Santo habla de la Santísima Virgen, lo que se debe, fundamentalmente, al lenguaje mariano que se impuso en Toledo por aquella época.
En aquellos días, Saúl, con tres mil soldados de todo Israel, marchó en busca de David y su gente hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos de ovejas junto al camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus necesidades. David y los suyos estaban en lo más hondo de la cueva, y le dijeron a David sus hombres: "Este es el día del que te dijo el Señor: "Yo te entrego tu enemigo. Haz con él lo que quieras"". Pero él les respondió: "¡Dios me libre de hacer eso a mi señor, el ungido del Señor, extender la mano contra él!" Y les prohibió enérgicamente echarse contra Saúl, pero él se levantó sin meter ruido y le cortó a Saúl el borde del manto, aunque más tarde le remordió la conciencia por haberle cortado a Saúl el borde del manto.
Cuando Saúl salió de la cueva y siguió su camino, David se levantó, salió de la cueva detrás de Saúl y le gritó: "¡Majestad!" Saúl se volvió a ver, y David se postró rostro en tierra rindiéndole vasallaje. Le dijo: "¿Por qué haces caso a lo que dice la gente, que David anda buscando tu ruina? Mira, lo estás viendo hoy con tus propios ojos: el Señor te había puesto en mi poder dentro de la cueva; me dijeron que te matara, pero te respeté y dije que no extendería la mano contra mi señor, porque eres el ungido del Señor. Padre mío, mira en mi mano el borde de tu manto: si te corté el borde del manto y no te maté, ya ves que mis manos no están manchadas de maldad, ni de traición, ni de ofensa contra ti, mientras que tú me acechas para matarme. Que el Señor sea nuestro juez. Y que él me vengue de ti; que mi mano no se alzará contra ti. Como dice el viejo refrán: "La maldad sale de los malos...", mi mano no se alzará contra ti. ¿Tras de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién vas persiguiendo? ¡A un perro muerto, a una pulga! El Señor sea juez y sentencie nuestro pleito, vea y defienda mi causa, librándome de tu mano".
Cuando David terminó de decir esto a Saúl, Saúl exclamó: "Pero ¿es ésta tu voz, David, hijo mío?" Luego levantó la voz, llorando, mientras decía a David: "¡Tú eres inocente, y no yo! Porque tú me has pagado con bienes, y yo te he pagado con males; y hoy me has hecho el favor más grande, pues el Señor me entregó a ti y tú no me mataste. Porque si uno encuentra a su enemigo, ¿lo deja marchar por las buenas? ¡El Señor te pague lo que hoy has hecho conmigo! Ahora, mira, sé que tú serás rey y que el reino de Israel se consolidará en tu mano".
No extenderé la mano contra él, porque es el ungido del Señor (1 Samuel 24, 3-21)
Salmo
Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas, mientras pasa la calamidad. R.
Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí. Desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme, enviará su gracia y su lealtad. R.
Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes. R.
En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges -Los Truenos-; Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que lo entregó.
David es capaz de distinguir entre la obra de Dios, que es firme y permanente, y la obra de Saúl, que ya padece la inestabilidad propia de una mente trastornada por el pecado. 4 min. 57 seg.
Pidamos al Señor que nos de el santo temor por Él, para descubrir y respetar en todos los bautizados y consagrados la fuerza de su unción. 5 min. 41 seg.
Por la experiencia de sabernos amados por Dios sale de nosotros el amor a Él, y por ese amor a Dios podemos llegar a amar al prójimo, incluso hasta el heroismo. 4 min. 44 seg.
A través de tu testimonio, de tu palabra, de tu ayuda, de tu fuerza y oración en la única mediación de Jesucristo eres oportunidad y puerta de salvación para otros. 6 min. 51 seg.
El Dios que me ha llamado, me ha llamado imperfecto para que a través del camino del servicio, el arrepentimiento y la caridad avance en mi propia perfección. 6 min. 22 seg.
1.1 David no era un hombre pacífico, en el sentido usual de esa palabra. Acostumbrado a enfrentar fieras y bestias, ya en sus tiempos de pastor, luego sabía bien que la ley en el combate suele ser: matar o morir. Y sin embargo, no atenta contra su evidente enemigo, Saúl, que ciertamente lo busca para matarlo. ¿Por qué?
1.2 Lo que hace diferente a Saúl en la opinión de David no es visible con ojos corporales. Resulta que Saúl ha sido ungido por Dios. Por respeto a esa unción, David respeta también al que la ha recibido; detiene su mano ante el ungido, aunque no se lo merezca.
1.3 Reconocer la presencia de Dios allí donde parece menos encontrarse es un don peculiar que de algún modo anticipa la mirada misericordiosa y creativa de Jesucristo, el que llamó a los pecadores para arrepentirse y convocó a los enfermos más que alos que se creían sanos.
2. Llamados a estar con Cristo
2.1 lo que más llama la atención del llamado a los doce apóstoles es que Jesús haya querido llamarlos. Antes que decirnos algo sobre llos, este acto de llamar dice algo sobre quien llama. Jesús de Nazareth no es el prepotente o el autosuficiente: es amigo de los hombres, y es hermano de sus hermanos. Los caminos de la salvación se confunden con los caminos de la amistad y del amor.
2.2 El número de los llamados importa también porque de ningún modo es casual. Doce es el número de Israel. Los doce apóstoles toman así el lugar de los hijos de Jacob. Pero el amor que ha "engendrado" a estos apóstoles es distinto al que ha engendrado a los nacidos del antiguo patriarca. Un amor nuevo para un Israel nuevo.
2.3 ¿Y son llamados para qué? Para ir y venir; para estar en la vía, que es lo que significa ser enviados. Estar en la vía que lleva de la abundancia de Jesús a la necesidad del mundo; y estar en la vía que lleva de los dolores del mundo al Corazón de Jesús.
En aquel tiempo el SEÑOR apartó la tribu de Leví para que llevara el arca del pacto del SEÑOR, y para que estuviera delante del SEÑOR, sirviéndole y bendiciendo en su nombre hasta el día de hoy. Por tanto, Leví no tiene porción o herencia con sus hermanos; el SEÑOR es su herencia, así como el SEÑOR tu Dios le habló.
Confía en el Señor y haz el bien, / habita tu tierra y practica la lealtad; / sea el Señor tu delicia, / y él te dará lo que pide tu corazón. R.
El Señor vela por los días de los buenos, / y su herencia durará siempre; / no se agostarán en tiempo de sequía, / en tiempo de hambre se saciarán. R.
Apártate del mal y haz el bien, / y siempre tendrás una casa; / porque el Señor ama la justicia / y no abandona a sus fieles. / Los inicuos son exterminados, / la estirpe de los malvados se extinguirá. R.
El Señor es quien salva a los justos, / él es su alcázar en el peligro; / el Señor los protege y los libra, / los libra de los malvados y los salva / porque se acogen a él. R.
Encomienda tu camino al Señor, y él actuará. (Salmo 36)
Evangelio
Pero vosotros no dejéis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni dejéis que os llamen preceptores; porque uno es vuestro Preceptor, Cristo. Pero el mayor de vosotros será vuestro servidor. Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado.
1.1 Todo en nuestra fe apunta finalmente hacia la unión con Dios. En ese sentido hay que afirmar que todo en nuestra fe apunta hacia la vida mística, porque no es la mística otra cosa sino el anhelo consecuente y absorbente de la plena unión con Dios.
1.2 La palabra mística está emparentada con misterio. Y "mysterion" es la palabra griega que fue traducida al latín como "sacramentum." La vida mística, según eso, es aquella que toma en serio lo que acontece en los sacramentos. Si, por ejemplo, sabemos que la Eucaristía contiene la promesa de darnos la vida de Cristo, los místicos han dado plena fe a esa afirmación y han abierto su corazón para que Cristo viva en plenitud su vida en ellos.
1.3 La vida en el "misterio" y en el "sacramento" implica también descubrir que a través de las cosas más sencillas Dios sigue hablando, persuadiendo, bendiciendo, sanando. Los místicos no han creído que Dios está lejos sino que han educado sus ojos para leer las mil señales sencillas pero elocuentes que Dios nos da cada día.
2. Los místicos del Rin
2.1 Durante su segundo siglo de existencia la Orden de Predicadores experimentó una expansión que puede calificarse de milagrosa. Se cuenta que el segundo maestro de nuestra Orden, el Beato Jordán de Sajonia, dio el hábito dominicano a cerca de mil novicios. Esto significó la fundación de decenas de "casas de predicación" por toda Europa. Un número notable de ellos se agruparon a lo largo del río Rin. La seriedad propia del alma nor-europea entró con fascinación en el mundo de la mística y así surgieron varias corrientes espirituales, una de ellas, la dominicana.
2.2 Enrique Seuze o Suzón es uno de los representantes de esta escuela mística renana, cuya nota más sobresaliente es la unión entre lo místico y lo intelectual. Estamos hablando de una espiritualidad exigente, que busca la purificación del corazón a través del desprendimiento de las cosas temporales. La valoración del conocimiento y de la sabiduría, por encima de lo lucrativo, lo sensible y lo placentero, sirven de paso previo para el abandono de todo lo que no es Dios. Luego el conocimiento mismo es llevado a su límite a través de la paradoja de la Cruz: allí donde nada parece comprensible se revela la luz ma´s perfecta y durable.
2.3 Enrique Seuze es un exponente sobresaliente de la mística renana y una muestra del alcance inmenso del carisma de santo Domingo de Guzmán. Su amor apasionado hacia Jesucristo, contemplado como la Sabiduría de Dios, es un punto de referencia para todo cristiano y un modelo de vida interior para los frailes de su Orden.