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Según una antigua tradición, la Santa pertenecía a una de las principales familias de Roma. Ella acostumbraba vestir una túnica de tela muy áspera y había consagrado a Dios su virginidad.
Sus padres la comprometieron en matrimonio con un joven llamado Valeriano. Pero, Cecilia le dijo a éste, que ella había hecho voto de virginidad y que si él quería ver al Ángel de Dios, debía hacerse cristiano.
Valeriano se hizo instruir por el Papa Urbano y fue bautizado. Las historias antiguas dicen, que Cecilia veía a su Ángel de la Guarda.
El alcalde de Roma, Almaquio, había prohibido sepultar los cadáveres de los cristianos. Mas, Valeriano y Tiburcio se dedicaron a enterrar todos los cadáveres de cristianos que encontraban. Por eso, fueron arrestados.
Llevados ante el alcalde, éste les pidió que declararan que adoraban a Júpiter. Ellos defendieron su fe y murieron Mártires.
En seguida, la policía arrestó a Cecilia y le exigió que renunciara a la religión de Cristo. Ella declaró que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión.
Entonces, fue llevada junto a un horno caliente para tratar de sofocarle con los terribles gases que salían de allí, pero en vez de asfixiarse, cantaba gozosa. Quizás por eso, la han nombrado Patrona de los músicos.
Visto que con este martirio no podían acabar con la Santa, el cruel Almaquio mandó que le cortaran la cabeza.
En 1599 permitieron al escultor Maderna ver el cuerpo incorrupto de la Santa y él fabricó una estatua en mármol de ella, la que se conserva en la Iglesia de Santa Cecilia en Roma.
Yo, Juan, a la derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, gritando a grandes voces: "¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos?"
Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo y ver su contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie digno de abrir el rollo y de ver su contenido.
Pero uno de los ancianos me dijo: "No llores más. Sábete que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, y que puede abrir el rollo y sus siete sellos. "
Entonces vi delante del trono, rodeado por los seres vivientes y los ancianos, a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado, y tenía siete cuernos y siete ojos-son los siete espíritus que Dios ha enviado a toda la tierra-. El Cordero se acercó, y el que estaba sentado en el trono le dio el libro con la mano derecha.
Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él; tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume-son las oraciones de los santos-. Y entonaron un cántico nuevo: "Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra."
El Cordero fue degollado y con su sangre nos compró de toda nación (Apocalipsis 5, 1-10)
Salmo
Cantad al Señor un cántico nuevo, / resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; / que se alegre Israel por su Creador, / los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas, / cantadle con tambores y cítaras; / porque el Señor ama a su pueblo / y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria / y canten jubilosos en filas: / con vítores a Dios en la boca; / es un honor para todos sus fieles. R.
Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes. (Salmo 149)
Evangelio
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: "¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida".
Del misterio humano nadie puede hablar como Cristo que, en su Pasión atravesó las capas más espesas de nuestro dolor y nuestra búsqueda 10 min. 47 seg.
Cristo es a la vez el cumplimiento de las promesas para el antiguo Israel, es el cimiento sólido sobre el que se construye la Iglesia y es quien le da sentido a la vida humana. 4 min. 52 seg.
Cuando nuestro ser se abre al fuego del Espíritu Santo, incienso perfumado brota del corazón, y nuestra oración asciende como nube de la presencia divina, hasta llegar al trono mismo del Señor. 17 min. 2 seg.
El Apocalipsis trae mensaje de fuerza, esperanza y victoria porque proclama el amor de Cristo que vence, de su sacrificio por amor, por la reconciliación entre Dios y nosotros. 5 min. 18 seg.
Hemos de aspirar a estas cosas para ser verdaderos cristianos: a la inocencia, a una vida limpia, sin pecado; a tener presente la virtud de la paciencia y a la capacidad de padecer. 6 min. 1 seg.
El Apocalipsis nos muestra la victoria de Jesucristo y Él nos pide no solo que mejoremos este mundo, sino que veamos que solo en Él está la victoria plena sobre la muerte y solo en Él está la resurrección, la vida que perdura. 4 min. 39 seg.
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1.1 Con una imagen de dimensiones épicas la primera lectura nos deja ver un aspecto profundo de la victoria de Cristo: sólo él puede "leer" la historia del designio de Dios para el mundo. Dicho con otras palabras, no podemos encontrar sentido final para el universo ni para nuestra propia vida sin Cristo.
1.2 Para muchas personas la vida es como un libro sellado. Para muchas, lo mismo que en el texto que hemos oído hoy, no hay más remedio que el llanto: todo parece sellado, arcano, lejano, incomprensible. Cuando el dolor, la tragedia o lo irremediable nos visitan tendemos a pensar que nada queda sino la tristeza de un destino que se nos escapa.
1.3 Pero, así como sucedió en aquella lectura, es motivo de inmenso gozo ver que Cristo tiene algo que decir cuando todos callan y sabe iluminar aun en medio de la más espesa noche. Su secreto está a la vista: él es aquel que viene lavado en su propia Sangre, en la que se resumen todas nuestras preguntas y reproches a la vida. Ya él ha cruzado el angustioso río del absurdo y fue más grande que los torrentes del caos y de la muerte. ¡Ha vencido, aleluya!
2. Jesús Llora
2.1 Hay un misterio de augusta belleza en la imagen de Cristo con los ojos colmados de llanto. El evangelio de hoy nos presenta, a lo lejos, la ciudad santa que no conoció el tiempo de la visita de Dios, y a nuestro Señor arrasado en lágrimas de amor, de un amor no correspondido.
2.2 El nombre de "Jerusalén" se interpreta comúnmente como "visión de paz". Y a ello parece aludir Jesucristo cuando exclamó con el corazón entristecido: "¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz!" ¿A qué se refería Nuestro Señor? ¿Había una paz posible para aquella ciudad asfixiada por el Imperio Romano y recalentada por las iras de sus hijos descontentos? Cristo pensaba que sí.
2.3 "No aprovechaste la oportunidad que Dios te daba", dice el Señor. ¡Qué palabras tan duras! ¡Cuánto habrán de doler estas palabras pocos años después, cuando en el año 70 se desfogue la crueldad del emperador Tito contra ella! No podemos callar que esto es lección para nosotros. ¿Qué hacemos con las oportunidades que Dios nos da?
2.4 Más en las palabras de Cristo no hay tanto el anuncio de un castigo como la semilla de algo nuevo; algo que tenía que nacer sobre las ruinas de la ciudad antigua. Nosotros, como Pablo, aunque lloramos por el destino aciago que sufrió y sufre Jerusalén en el actual Estado de Israel, exclamamos con viva convicción: "Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta es nuestra madre" (Gál 4,26).
2.5 Y con los ojos todavía húmedos elevamos nuestra mirada con el Apocalipsis a los cielos, y una voz profunda y enamorada nos dice: "vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo". Entonces entendemos que el Novio, Cristo, un día podrá olvidar sus lágrimas de hoy.