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San Odón se hizo muy conocido y querido por ser el Superior del más célebre Monasterio de su tiempo, el de Cluny, y porque tuvo bajo su dirección más de mil monjes en diversos Conventos.
Debido a fuertes dolores de cabeza que el Santo padeció cuando era joven, tanto él como su padre le pidieron a Dios Celestial mejoría para la dolencia, a lo que el Padre accedió de inmediato, sanándolo de todo mal que lo aquejaba.
Un día leyó las Reglas que San Benito hizo para sus Monasterios, y se dio cuenta de que él estaba muy lejos de la santidad. Entonces, pidió ser admitido como monje en un Convento benedictino.
En el año 910 se fundó el famoso Monasterio benedictino de Cluny en Francia, y el Fundador lo llevó como ayudante. Después de la muerte de este último, Odón fue nombrado Superior del inmenso Monasterio.
Al principio, San Odón se dedicaba más al estudio que a la oración. Sin embargo, en una visión contempló que su alma era como un vaso muy hermoso, pero lleno de serpientes.
Con esto comprendió que si no se dedicaba totalmente a la oración y a la meditación, no sería agradable a Dios. Desde ese instante, su vida fue un orar continuo, fervoroso, un meditar constante en temas religiosos.
Odón insistía muchísimo en que se rezaran con gran fervor los Salmos y en que se observara silencio en el Convento. Fue formando monjes tan piadosos, que con ellos logró fundar otros 15 Monasterios más.
Murió el 19 de noviembre del año 942. San Odón contribuyó inmensamente al resurgimiento del espíritu religioso.
Yauco, Puerto Rico - Muchas felidades en su cumpleaños!!! Que este día y todos esten llenos de paz y bien
y sobre todo del Amor de Dios. Ofrecemos nuestras oraciones por su salud para que tengamos por mucho tiempo su dirección espiritual. Con nuestro aprecio fraternal, Mayda y Laurita
Bogotá, Colombia - A mi querida hermana, agradezco a Dios por la vida y toda los dones dispuestos en ella y le pido llueva siempre sus bendiciones y misericordia en todo su peregrinar para que con ellas alcance la gloria de la patria celestial. Amén
Patillas, Puerto Rico - Con todo el amor de tu familia y confiando que nuestro Jesús te cuida y te está guiando hacia Él, te deseamos un feliz cumpleaños y muchas bendiciones.
Ordenación Sacerdotal. Barinas, Venezuela (2001) - La Vocación no es algo que tú inventas, es un tesoro que tu encuentras. No es el plan que tú elaboras para tu vida, sino el proyecto que Dios Trinidad te propone y te invita a realizar. No es principalmente una decisión que tú tomas, sino un regalo que recibes, una llamada a la que respondes.
En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.
Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración. Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: "¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley."
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar. Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: "Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él." Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Legaré un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente la muerte por amor a nuestra Ley (2 Macabeos 6,18-31)
Salmo
Señor, cuántos son mis enemigos, / cuántos se levantan contra mí; / cuántos dicen de mí: / "Ya no le protege Dios." R.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, / tú mantienes alta mi cabeza. / Si grito invocando al Señor, / él me escucha desde su monte santo. R.
Puedo acostarme y dormir y despertar: / el Señor me sostiene. / No temeré al pueblo innumerable / que acampa a mi alrededor. R.
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa."
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador." Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más." Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Lucas 19,1-10)
El anciano Eleazar, en 2 Macabeos 6, nos enseña cómo responder a la tendencia a la mundanización: (1) Cultivar el don del temor de Dios; (2) Tener presente la dignidad que hemos recibido del Señor; (3) Salir de nosotros mismos y pensar con criterio de comunidad, de Iglesia. 22 min. 26 seg.
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1.1 El "adulto mayor", como se le llama hoy con una gota de eufemismo, experimenta una avalancha de realidades irreversibles: declive de sus capacidades y fuerzas, recrudecimiento de enfermedades nuevas o viejas, aislamiento de las esferas de decisión, pérdida de amigos y seres queridos, bajas perspectivas de un cambio de todo ello hacia el futuro. No es fácil, y por ello es acto de humanidad, de justicia y de caridad dar de nuestro tiempo y amor a nuestros hermanos mayores.
1.2 Por eso entendemos que con cierta frecuencia la ancianidad esté marcada por estados de ánimo que, vistos desde fuera, resultan incómodos, incomprensibles o difíciles de soportar. La amargura, la ansiedad o la depresión pueden provocar una sensación general de debilidad y de temor, especialmente ante el desafío de un peligro inminente. Todo ello no tiene que suceder así, pero ciertamente ha sucedido y a cualquiera de nosotros puede sucederle.
1.3 En esta perspectiva, ¡cuán noble y bella nos resulta la estampa que nos ofrece la primera lectura de hoy! Venerable y valiente, sabio y caritativo, piadoso y muy consciente de su valer, este santo anciano, Eleazar, es una hermosa catequesis para nosotros, como lo fue para los jóvenes de su tiempo. Sus palabras, profundas y audaces a la vez, hablan del vigor de una fe que no se apaga. Y aunque las fuerzas de su cuerpo faltaran, bien se ve cuánta energía transparentan sus palabras. Eternamente vivo, para siempre joven, Eleazar es más grande que las limitaciones propias de su edad.
2. Zaqueo escribe su testimonio
2.1 ¡Jesús quiere hospedarse en mi casa! Ese pensamiento trae alegría al corazón. Es verdad que hay desorden y algo de suciedad en mi casa, pero eso ya él lo sabe.
2.2 ¡Jesús viene! Las puertas de mi hogar se alegran como los dinteles del templo en Jerusalén. Por las ventanas entra una luz nueva. El sol envidiará mi casa. ¡Hoy mi historia se parte en dos!
2.3 ¡Ya llega mi Señor! Le precede y acompaña una gran multitud. Es señal de su importancia, pues bien se le llama Rey de Reyes, pero sobre todo, es señal de su bondad. Todos le siguen porque le aman. ¡Todos tienen algo que agradecerle, todos tiene algo grande y bello que contar de él!
2.4 ¡Ha venido el Señor! Me ha concedido de su tiempo, de su palabra, de su mirada, de su amor. Me ha entendido como nadie. Me ha dejado hablar. Ha callado un momento cuando me ha visto sollozar. No permitió que me llenara de temor. Me respetó en todo momento. Todo el tiempo me bendijo. ¡Jesús, Jesús, Jesús! ¡Gracias a Papá Dios por ti, mi Jesús!