Lección II:
Convertirse de Corazón

No basta con que la Palabra sea predicada; es necesario acogerla, creer en ella y obedecerla. Esto supone un profundo cambio en la vida, cambio que la Biblia llama "conversión".

II-A. No nos engañemos

61. No os hagáis ilusiones: de Dios nadie se burla. (Ga 6,7)

62. Hermanos, os digo que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredará la incorruptibilidad. (1 Cor 15,50)

63. No sigáis engañados: ni fornicarios, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni homosexuales, ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni calumniadores, ni explotadores heredarán el reino de Dios. (1 Cor 6,9-10)

64. Como es destino humano morir una vez y después ser juzgado, así Cristo se ofreció una vez para quitar los pecados de todos y aparecerá una segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan. (Hb 9,27-28)

65. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y limpiarnos de todo delito. (1 Jn 1,8-9)

66. La palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que espada de dos filos; penetra hasta la separación de alma y espíritu, articulaciones y médula, discierne sentimientos y pensamientos del corazón. No hay criatura oculta a su vista, todo está desnudo y expuesto a sus ojos. A ella rendiremos cuenta. (Hb 4,12-13)

67. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para pagar al hombre su conducta, lo que merecen sus obras. (Jer 17,9-10)

68. Acerca de las fechas y momentos no hace falta que os escriba; pues vosotros sabéis exactamente que el día del Señor llegará como ladrón nocturno. (1 Ts 5,1-2)

69. Pues vosotros estad preparados, pues, cuando menos lo penséis, llegará el Hijo del Hombre. (Lc 12,40)

Véase también: III-H, V-G

II-B. El camino del arrepentimiento

70. Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar. (Is 48,18)

71. Arrepentíos, bautizaos cada uno invocando el nombre de Jesucristo, para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Pues la promesa vale para vosotros y vuestros hijos y los lejanos a quienes llama el Señor nuestro Dios. (Hch 2,38-39)

72. Tengo algo contra ti: que has abandonado tu amor del principio. Fíjate de dónde has caído, arrepiéntete y haz las obras del principio. (Ap 2,4-5)

73. Sé fervoroso y arrepiéntete. Mira que estoy a la puerta llamando. Si uno escucha mi llamada y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. (Ap 3,20)

74. Sobre la dinastía davídica y los vecinos de Jerusalén derramaré un espíritu de compunción y de pedir perdón. Al mirarme traspasados por ellos mismos harán duelo como por un hijo único, llorarán como se llora a un primogénito. (Zc.12,10)

75. No hemos puesto por obra lo que nos habías mandado para nuestro bien. Por eso, todo lo que nos has enviado y nos has hecho lo has hecho con justicia. (Dn 3,30-31)

76. El que se acusa de su falta evita el castigo. (Sir 20,3)

77. Si no creéis que Yo soy, moriréis por vuestros pecados. (Jn 8,24)

78. Yo soy el camino, la verdad y la vida. (Jn 14,6)

79. No te excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo. (Is 64,8)

Véase también: VII-E, X-E

II-C. Hay que partir del conocimiento de sí mismo

80. Antes de juzgar examínate a ti mismo, y en el día de la visita encontrarás perdón. (Sir 18,20)

81. ¿Cómo te atreves a decir a tu hermano: déjame sacarte la mota del ojo, mientras llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás distinguir para sacar la mota del ojo de tu hermano. (Mt 7,4-5)

82. Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el pago de lo que hicimos en el cuerpo, el bien o el mal. (2 Cor 5,10)

83. Hablad y actuad como quien va a ser juzgado por la ley de los hombres libres. (St 2,12)

84. No reproches al hombre que vuelve del pecado, recuerda que culpables somos todos. (Sir 8,3)

Véase también: I-C, III-H, IV-D, V-A

II-D. Convertirse es volver a Dios

85. Dos maldades ha cometido mi pueblo: me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y se cavaron aljibes, aljibes agrietados que no retienen el agua. (Jer 2,13)

86. Huye del pecado como de la serpiente: si te acercas, te morderá; sus dientes son dientes de león que destrozan vidas humanas. (Sir 21,2)

87. El pecador rehuye la reprensión; según su voluntad encuentra excusa. (Sir 32,17)

88. No hagas el mal, y el mal no te dominará. (Sir 7,1)

89. Te aseguro que, si uno no nace de nuevo, no puede ver el reinado de Dios. (Jn 3,2-3)

90. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, si vuelven a mí de todo corazón. (Jer 24,7)

91. Vosotros despojaos de la conducta pasada, de la vieja humanidad que se corrompe con deseos falaces; renovaos en espíritu y mentalidad; revestíos de la nueva humanidad, creada a imagen de Dios con justicia y santidad auténticas. (Ef 4,22-24)

92. Pues bien -oráculo del Señor- convertíos a mí de todo corazón, con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no los vestidos; convertíos al Señor Dios vuestro; que es compasivo y clemente, paciente y misericordioso, y se arrepiente de las amenazas. (Jl 2, 12-13)

Véase también: III-B, III-L, VII-E, X-E

II-E. Debemos examinarnos particularmente en la virtud de la justicia

93. Inmola un hijo a los ojos de su padre quien ofrece sacrificios con los bienes de los pobres. Pan de indigentes es la vida de los pobres, quien se lo quita es un hombre sanguinario. Mata a su prójimo quien le arrebata su sustento, vierte sangre quien quita el jornal al obrero. (Sir 34,20-22)

94. Atesorasteis para el fin del mundo. El jornal de los obreros, que no pagasteis a los que segaron vuestros campos, alza el grito; el clamor de los segadores ha llegado a los oídos del Señor de los Ejércitos. Habéis vivido en la tierra con lujo refinado; habéis cebado vuestros cuerpos para el día de la matanza. Oprimisteis y matasteis al inocente: ¿no os va a resistir Dios? (St 5,3-5)

Véase también: III-K, V-E

II-F. Dios quiere nuestra salvación

95. ¿Acaso yo quiero la muerte del malvado -oráculo del Señor- y no que se convierta de su conducta y que viva?. (Ez 18, 23)

96. Os rociaré con un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos y que cumpláis mis mandatos poniéndolos por obra. (Ez 36, 25-27)

97. Jesucristo es la piedra desechada por vosotros, los arquitectos, que se ha convertido en piedra angular. Ningún otro puede proporcionar la salvación; no hay otro nombre bajo el cielo concedido a los hombres que pueda salvarnos. (Hch 4,11-12)

98. Le contestó Jesús [a la Samaritana]: El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; quien beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, pues el agua que le daré, se convertirá dentro de él en un manantial que brota dando vida eterna. (Jn 4,13-14)

99. El Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo perdido. (Lc 19,10)

100. Celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado. Y empezaron la fiesta. (Lc 15,23-24)

101. Os digo que por lo mismo habrá en el cielo más fiesta por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. (Lc 15,7)

102. Por tanto, mira, voy a seducirla llevándomela al desierto y hablándole al corazón. (Os 2,16)

Véase también: I-A, I-E, III-J, VII-A, X-G

II-G. Hay que resolverse ahora

103. Reconoced el momento en que vivís, que ya es hora de despertar del sueño: ahora la salvación está más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día se avecina: despojémonos, pues, de las acciones tenebrosas y vistamos la armadura luminosa. (Rm 13,11-12)

104. Ante los hombres la vida está y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará. (Sir 15,17)

Véase también: I-F, III-I

II-H. Los grandes obstáculos a la conversión

105. Abominación para el orgulloso es la humildad. (Sir 13,20)

106. ¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! (Is 5,20)

107. Mucho mal enseñó la ociosidad. (Sir 33,28)

108. Los caminos de Dios son rectos para los santos, así como para los sin ley son piedras de tropiezo. (Sir 39,24)

Véase también: III-H, VII-E

II-I. La misericordia triunfa

109. Del médico no tienen necesidad los sanos, sino los enfermos. Id a estudiar lo que significa misericordia quiero y no sacrificios. No vine a llamar a justos, sino a pecadores. (Mt 9,12-13)

110. Caigamos en manos de Dios y no en manos de hombre, pues como su grandeza así es su misericordia. (Sir 2,18)

Véase también: I-B, VII-D, VIII-C


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