ASOCIACIÓN CATÓLICA KEJARITOMENE



III. Las etapas en la Evangelización

Suele entenderse la evangelización sólo como la constitución de unas ciertas bases, o como las llama la Carta a los Hebreos, la "doctrina elemental" (cf. Heb 6,1-3). En realidad la misma Biblia nos muestra que la obra de la evangelización explícita va mucho más allá. Si leemos los Hechos de los Apóstoles, por ejemplo, nos encontramos con el discurso de Pedro el día de Pentecostés (Hch 2). El fruto de esta predicación maravillosa fue un número inmenso de conversiones: "se les unieron aquel día unas tres mil personas" (Hch 2,41). Mas estos convertidos no dejaron de escuchar, al contrario: "Los que habían sido bautizados se dedicaban con perseverancia a escuchar la enseñanza de los Apóstoles" (Hch 2,42). Esto nos muestra que una de las señales de buena salud en la fe es el hambre de la Palabra, y también nos hace ver que la evangelización va más allá de los rudimentos, cosa que es importante porque lamentablemente nuestra Iglesia Católica está colmada de bautizados que se quedaron en los rudimentos y la doctrina elemental.

Los grandes místicos y santos han hablado de unas etapas, pasos o grados en el camino hacia Dios. A grandes rasgos suelen coincidir en afirmar que estas etapas son tres. A mí me gusta llamar "generaciones" a estas etapas o pasos, porque cada una de ellas es como un 'nacimiento' a una serie nueva de realidades.

La primera generación es el tiempo de la CONVERSIÓN inicial, el tiempo del encuentro vivo con Jesús como Señor de nuestras vidas; tiempo en que descubrimos cuántas mentiras nos hemos dicho y qué fácil nos resultaba echar nuestras responsabilidad es a hombros de otras personas. Esta etapa está marcada por el gozo y por una sensación muy intensa de la gracia de Dios.

La segunda generación es el tiempo de la FORMACIÓN. Pasado el fervor primero, descubrimos que hay áreas enteras de nuestra vida que necesitan aún de la visita de Cristo. Somos menos idealistas y comprobamos que no basta con haber dicho que "sí" una vez, sino que ese "sí" hay que renovarlo cada día, a veces con dolor y sobreponiéndonos a nuestras malas inclinaciones. Por eso esta segunda etapa nos lleva a la búsqueda de las verdaderas virtudes y de la coherencia de vida. es el tiempo también para afianzarnos en conocimientos más sólidos sobre la Sagrada Escritura y la Doctrina de la Iglesia.

La tercera generación va más allá. Corresponde a aquel ABRAZO A LA CRUZ DE CRISTO que los cristianos más maduros descubren como su hermoso deber y precioso derecho. De esta etapa avanzada habla el Apóstol Pablo cuando dice: “Es verdad que con los perfectos hablamos de sabiduría, pero es una sabiduría que no procede de este mundo ni de sus cabezas, ya que han sido eliminados. Enseñamos el misterio de la sabiduría divina, el plan secreto que estableció Dios desde el principio para llevarnos a la gloria. Esta sabiduría no fue conocida por ninguna de las cabezas de este mundo, pues de haberla conocido, no habrían crucificado al Señor de la Gloria” (1 Cor 2,6-8).

La evangelización en su sentido pleno cobija estas tres etapas. Evangelizar no es simplemente producir algún cambio hacia Cristo, sino conducir hasta la plena madurez en Cristo: ¡una tarea que barca toda la vida, y que cubre todos los aspectos de la existencia humana! No se contenta con lograr que sus destinatarios sean “buenas personas”, sino que pretende caminar con ellos hacia la santidad, que es el desenlace propio del bautismo: “Ahora, en cambio, siendo libres del pecado y sirviendo a Dios, trabajan para su propia santificación, y al final está la vida eterna” (Rom 6,22).







“Qué es Kejaritomene”

I. Definición

II. El Carisma Básico

III. Las Etapas de la Evangelización

IV. La Importancia y los límites de la Comunidad

V. Los cinco pilares de Kejaritomene

VI. Grados de pertenencia

VII. Apéndice: Síntesis Histórica