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Hija del gobernador de Uplandia en Suecia, a la edad de siete años tuvo una visión de la Madre del Cielo, y a los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, soñó con Jesús, convirtiéndose la Pasión de Cristo en centro de su vida espiritual.
Antes de cumplir los catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf, y Dios le dio 28 años de felicidad matrimonial, cuyos frutos fueron cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia.
En 1355, la Santa fue llamada por la corte del rey Magno II, para convertirse en dama de honor de la reina Blanca de Namur.
Una penosa enfermedad postró en cama a su esposo por largo tiempo, pero gracias a las oraciones de Brígida, éste recobró la salud, por lo que ambos prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.
Según parece, Ulf murió en 1344 en el Monasterio Cisterciense de Alvastra, antes de poner en obra su propósito. Santa Brígida, por su parte, se quedó cuatro años más en este Convento dedicada a la penitencia y oración.
Las visiones y revelaciones de Santa Brígida se referían a los asuntos más polémicos de su época. Muchos reconocen que gracias a estas visiones, se lograron algunos acuerdos de paz, establecer relaciones políticas entre los estados, además de otras cosas.
Estas visiones fueron escritas en latín por el Prior del Monasterio, Pedro de Skninge, quien fue el único a quien la Santa le confiaba con exactitud sus visiones divinas en calidad de confesor.
Por revelación divina, Brígida fundó en Vadstena un Monasterio, y más adelante, la Orden del Santísimo Salvador.
Su ministerio apostólico comprendió austeridad, devoción y peregrinación a los Santuarios, severidad consigo misma, bondad con el prójimo y entrega total al cuidado de los pobres y enfermos.
El 23 de julio de 1372, Santa Brígida fallece a los 71 años en manos de su fiel confesor. Fue canonizada en 1391 y es venerada como la Patrona de Suecia.
Bogotá, Colombia - Mi queridísima hermana, a quien Dios con su misericordia y amor siempre ha abrazado, agradecemos a la Santísima Trinidad por su vida y lo que ella ha aportado en todo momento a las nuestras, por sus especiales dones compartidos a todos quienes la conocen, por su entrega en servicio incondicional a otros, bendícela en todo por siempre Señor y desde las alturas prodígale tú misericordia hasta que se encuentre contigo en el cielo. Amén.
"Vuestros discursos son arrogantes contra mí -oráculo del Señor-. Vosotros objetáis: "¿Cómo es que hablamos arrogantemente?" Porque decís: "No vale la pena servir al Señor; ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos?; ¿para qué andamos enlutados en presencia del Señor de los ejércitos? Al contrario: nos parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien; tientan a Dios, y quedan impunes."
Entonces los hombres religiosos hablaron entre sí: "El Señor atendió y los escuchó." Ante él se escribía un libro de memorias a favor de los hombres religiosos que honran su nombre. Me pertenecen -dice el Señor de los ejércitos- como bien propio, el día que yo preparo. Me compadeceré de ellos, como un padre se compadece del hijo que lo sirve. Entonces veréis la diferencia entre justos e impíos, entre los que sirven a Dios y los que no lo sirven. Porque mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir -dice el Señor de los ejércitos-, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas."
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la senda de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos; / sino que su gozo es la ley del Señor, / y medita su ley día y noche. R.
Será como árbol / plantado al borde de la acequia: / da fruto en su sazón / y no se marchitan sus hojas; / y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; / serán paja que arrebata el viento. / Porque el Señor protege el camino de los justos, / pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. (Salmo 1)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?"
Cristo sabe situarse en el cruce de dudas y temores de quien no le ve sentido a la oración. Y sin embargo, allí situado, nos llama a orar de modo nuevo. 7 min. 19 seg.
Cristo nos exhorta a orar con confianza y perseverancia; la abundancia de amor y de confianza, nos llevan a la certeza que Él es quien puede darnos lo que más nos conviene. 4 min. 12 seg.
La petición de quienes vivimos como hijos de Dios es pedir el Espíritu Santo, y al recibirlo a Él se tiene la certeza de recibir todo lo demás. 5 min. 47 seg.
Si tienes paciencia, te formas y buscas oración Dios responderá tus inquietudes y te dará suficientes señales para que tengas la certeza de cuál es el camino que debes seguir y el que debes evitar. 6 min. 21 seg.
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1.1 Pienso que el lenguaje de la primera lectura de hoy en una primera impresión resulta lejano para nuestro tiempo. Lejano e incómodo. Muchos de nosotros hemos aprendido tanto del amor de Dios y se nos ha enseñado tanto a rechazar como "falso rostro" al Dios castigador, que nos rebelamos espontáneamente frente a ese lenguaje de un día terrible de juicio que está por venir sobre el mundo.
1.2 Y por eso pienso que, así como para algunas personas es difícil aceptar la ternura de Dios, es posible que nosotros nos estemos volviendo miopes o ciegos a ciertos aspectos de la revelación bíblica que no niegan esa ternura pero que sí nos recuerdan con cuánta intensidad ama Dios la justicia.
1.3 Miremos en efecto la altanería del mal cuando alcanza el poder. Miremos el cinismo del que engaña al inocente, o la crueldad del que se burla del pobre. Miremos al que hace de la religión un negocio para alimentar sus diversiones repugnantes o sus bajas pasiones. Miremos al que justifica en nombre de Dios un crimen o envía a muerte segura a quienes le apoyan. Miremos al ingrato que se sacia en su habilidad para defraudar a otros, o miremos al que invoca sobre los demás las fuerzas del demonio. Miremos todo eso, y preguntémonos si la SOLA ternura tiene una palabra eficaz qué decir en todos esos casos.
1.4 Seamos sinceros y dejemos que hable el corazón, a ver si no esperaríamos todos que al final hubiera justicia, a ver si no le damos razón a Malaquías cuando nos invita a esperar que llegue ese momento en que el Señor diga: "Entonces verán la diferencia entre los buenos y los malos, entre los que obedecen a Dios y los que no lo obedecen...".
2. Insistir en la oración
2.1 Por su parte, el texto del evangelio nos invita a cultivar dos de las cualidades propias de la verdadera oración: la confianza y la perseverancia.
2.2 Aparentemente estas dos virtudes de la oración se oponen: el que confía no tendría que insistir mucho, y el que insiste en su punto de vista y en su ruego parece que no se está abandonando realmente en el querer divino. Mas Cristo nos llama a cultivar las dos cosas: confianza y perseverancia.
2.3 La confianza es como el motor, es la fuente, es el impulso. La perseverancia es como el reconocimiento de que nuestra voluntad necesita prepararse para acoger la voluntad divina. En el fondo, va unida a la humildad. Es propio del soberbio poner condiciones: "ahora o nunca". El humilde, persevera.
2.4 Con otras palabras: el puente que une confianza y perseverancia se llama "humildad". El humilde se vuelve niño que confía y se vuelve amigo que sabe que la hora de su amigo será siempre la mejor hora.