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San Pedro de Tarentaise, una de las glorias de la Orden Cisterciense, nació cerca de Vienne, en la provincia del Dilfinado.
Desde joven dio pruebas de una memoria extraordinaria y de gran inclinación por los estudios religiosos.
A los 20 años ingresó a la Abadía de Bonnevaux. Con gran celo abrazó la austeridad de la regla y edificó a cuantos le trataron, por su caridad, humildad y modestia.
Después de un buen tiempo, sus padres y su única hermana, tomaron el hábito en un Convento Cisterciense de los alrededores. Además de esos miembros de la humilde familia de San Pedro, muchos nobles abrazaron también la vida religiosa en Bonnevaux, movidos por el ejemplo del Santo.
Todavía no cumplía los 30 años, cuando fue elegido Superior del nuevo Convento de Tamié, en las solitarias montañas de Tarentaise.
Con la ayuda de Amadeo III, conde de Saboya, que le tenía gran estima, San Pedro fundó un hospital para los enfermos y forasteros, en el que asistía personalmente a sus huéspedes.
En 1142, el Santo fue elegido Arzobispo de Tarentaise. El nuevo Arzobispo encontró la Arquidiócesis en un estado lamentable, lo que lo motivó a trabajar con mucho esfuerzo por el bienestar de ella.
San Pedro visitaba constantemente su Diócesis. Recuperó las propiedades confiscadas, destinó los mejores sacerdotes a las parroquias, fundó instituciones para la educación de la juventud y el socorro de los pobres, y promovió la celebración de los divinos oficios en todas las iglesias.
En 1155, después de 13 años de gobierno de su Diócesis, desapareció sin dejar huella. Se había retirado a una lejana Abadía Cisterciense de Suiza, en la cual los monjes no le conocían y lo aceptaron como un hermano lego.
Pero, cuando sus Superiores supieron la noticia, lo obligaron a regresar a su Diócesis, donde los feligreses lo recibieron con júbilo. San Pedro decidió, entonces, dedicarse a ella con mayor ahínco y celo apostólico, realizando múltiples obras en favor de ella.
Debido a la fama de hábil pacificador, Alejandro III lo envió a negociar la reconciliación entre Luis VII de Francia y Enrique II de Inglaterra. Aunque era ya bastante anciano, el Santo partió y predicó durante todo el viaje.
En medio del encuentro sostenido con ambos monarcas, el rey de Inglaterra le prodigó al Santo toda clase de honores. Sin embargo, la paz no se produjo hasta después de la muerte de San Pedro.
Cuando volvía a su Diócesis, el santo Arzobispo cayó enfermo cerca de Besanconm, y murió cuando le transportaban a la Abadía de Bellevaux.
Bogotá, Colombia (1.999) - Nació en Bogotá y ha viajado por todo el mundo llevando la palabra de Dios, enseñanzas, sonrisas, oración, etc. Dios Bendiga a esta comunidad virtual que quiere crecer en la fe y a Fray Nelson Medina f.,O.P. por su entrega y dedicación en este espacio de evangelización.
Lima, Perú - Nuestro Padre Dios le tenga en su Reino y que siempre sean perdonados todos sus pecados, y que por un año mas de su sensible paso a la otra vida, le tenga en su Reino por siempre
Villavicencio, Colombia (2010) - Los Predicadores de Cristo y María invitamos al Encuentro de Sanación Familiar predicado por Monseñor Rómulo Emiliani - Honduras. Lugar: Seminario Theotokos. Km 11 Vía Catama
Hora: 4:00 p.m
En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma. Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a trabajar en su casa; eran tejedores de lona. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, sosteniendo ante los judíos que Jesús es el Mesías.
Como ellos se oponían y respondían con insultos, Pablo se sacudió la ropa y les dijo: "Vosotros sois responsables de lo que os ocurra, yo no tengo culpa. En adelante me voy con los gentiles." Se marcho de allí y se fue a casa de Ticio Justo, hombre temeroso de Dios, que vivía al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios que escuchaban creían y se bautizaban.
Se quedó a trabajar en su casa. Todos los sábados discutía en la sinagoga (Hechos 18,1-8)
Salmo
Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas: / su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su justicia: / se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera; / gritad, vitoread, tocad. R.
El Señor revela a las naciones su victoria. (Salmo 97)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver." Comentaron entonces algunos discípulos: "¿Qué significa eso de "dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver", y eso de "me voy con el Padre"?" Y se preguntaban: "¿Qué significa ese "poco"? No entendemos lo que dice." Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: "¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver"? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría."
Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría (Juan 16,16-20)
En Corinto, Pablo sigue una estrategia muy diferente a la que usó en Atenas. No predica con gran elocuencia sino que adopta un perfil bajo, el de un trabajador manual, y el de un hombre que sólo se fía del poder del Espíritu. 4 min. 27 seg.
De la palabra de Jesús aprendemos que no es grande la distancia entre la seguridad y la calamidad, pero tampoco es grande entre el desastre y la salvación. 8 min. 26 seg.
El cristiano nunca está en desolación absoluta, pues su dolor siempre tiene ese sello de esperanza para proclamar que Jesucristo es el Señor. 4 min. 29 seg.
Muchos judíos convirtieron lo que era una etapa en un modo de vida y ya no reconocieron al Mesías que les era anunciado. Nos puede pasar a nosotros, si olvidamos que somos peregrinos de la patria celestial. 17 min. 52 seg.
Cuando Dios nos muestra su amor nos invita al agradecimiento y a la alegría; y cuando su amor se oculta Él nos lleva a la perseverancia y a la purificación de nuestra fe. 5 min. 11 seg.
Pidamos al Señor que se derrame su gloria y se renueve su gracia en los lugares que han sido baluartes de la fe y puedan alegrarse por la recuperación de nuestro Dios. 6 min. 39 seg.
Le creemos a Cristo el anuncio de que muchos se gozarían de ver la fe cristiana atacada y casi destruida, pero también le creemos al Señor cuando anuncia la esperanza. 7 min. 16 seg.
Durante los tiempos de ausencia de Dios nos conocemos a nosotros mismos, crecemos en la humildad, aumentamos el deseo por el Señor y purificamos nuestra intención. 8 min. 0 seg.
La dinámica cristiana es saber vivir el tiempo duro en el que parece que Dos no está y el tiempo bueno en que Dios se siente cercano a nosotros. 4 min. 54 seg.
Estos tres verbos los necesitó San Pablo frente a su fracaso en la predicación en Atenas: Asumir, Aprender y Perseverar. Son los mismos verbos que requieren todos nuestros caminos,y por eso hemos de preguntaremos si nuestra ruta es la de Cristo y su plenitud, o no. 20 min. 13 seg.
Debemos sentir tristeza de la alegría del mundo, del mundo que se alegra porque ha podido deshacerse de Nuestro Señor Jesucristo, de haber conseguido extinguir la fe cristiana. 6 min. 18 seg.
La resiliencia cristiana no es terquedad, obstinación o cinismo; es la convicción de que Dios es el Señor, que Él tiene su hora y que a nosotros nos corresponde sembrar. 6 min. 51 seg.
¿Cómo está tu resiliencia cristiana? ¿Cuándo algo sale mal al evangelizar o dirigir, reaccionas con fe y perseverancia o te dejas vencer? 5 min. 52 seg.
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1.1 ¿Qué es lo que hace que una persona escuche una predicación y se convenza, mientras que su vecino de puesto, su amigo de toda la vida, su esposo o esposa, o su compañero de estudio o de trabajo no llegan a convencerse por igual? ¿Qué es eso de convencerse? ¿Cómo es que uno llega a creer en algo o en alguien? La primera lectura de hoy es ocasión preciosa para que lo preguntemos.
1.2 El aspecto negativo de estas preguntas es que, como no llegamos a respuestas, entonces podemos desencantarnos de los resultados de la predicación. O podemos enredarnos en nosotros mismos, como si todo lo malo fuera culpa nuestra. O podemos llenarnos de resentimiento contra la Iglesia y envolvernos en acusaciones mutuas: la evangelización no camina porque estamos con el Plan Pastoral equivocado, o también: falta profetismo en los sacerdotes; ya no hay espiritualidad en los pastores; la liturgia de antes sí tenía la belleza y la solemnidad que el alma pide; esos ritos viejos y muertos ya no sirven para el mundo de hoy.
1.3 En fin, cientos o miles de objeciones en las que naufraga nuestra mente tratando de hallar la receta o la fórmula que cambiaría todo y solucionaría todo: ¿volver al latín o multiplicar las orquestas carismáticas? ¿comprometernos de lleno en los giros del tema social o ser imágenes vivas de espiritualidad celeste? ¿Multiplicar los estudios y entrar en la onda interdisciplinaria o concentrarnos en la Palabra de Dios y anunciar con sencillez el Reino? ¿Complicarnos en estrategias de planeación empresarial o descomplicarnos al modo de un Francisco de Asís, y confiar como niños en la Providencia de Papá Dios?
1.4 Detrás de estos y otras decenas de dilemas hay una suposición: que debe haber una receta que produzca resultados tangibles e incontestables. Mas lo que nos muestra la Biblia parece ser lo contrario: no hay tal receta. Pablo predicaba siempre lo mejor que podía, pero sus argumentos a veces llegaban y a veces no convencían. En una misma sinagoga vemos que algunos insultan sin parar mientras que el jefe de la misma sinagoga se convierte al Evangelio de Cristo. Pero no es una ley segura porque en otras partes es el jefe el que más se opone. Esto puede desconcertar bastante y desanimar mucho.
1.5 Mas hay un aspecto positivo en todo esto: nuestro desconcierto lo podemos mirar como una señal de incapacidad de nuestra mente... o lo podemos mirar como el borde de un abismo y la puerta a un misterio muy hondo. ¿Quién dijo, a fin de cuentas, que éramos o teníamos que ser capaces de entender los misterios del amor divino en su obra de salvar un alma? ¿No se ha dicho acaso que brilla más el poder de Dios redimiendo a un solo pecador que en la creación entera del universo visible? ¿Qué clase de soberbia es la nuestra, entonces, que, sin entender todavía los misterios de la materia que ven nuestros ojos, ya se siente autorizada para comprender y explicar los misterios de la gracia que acontece en las simas del corazón humano?
1.6 No, hermanos: no dejemos que la decepción o la frustración empañen el gozo del Evangelio. No entendemos del todo, o no entendemos mucho de por qué unos aceptan y creen mientras que otros se oponen y dan la espalda. Pero eso no es tan grave. Entendamos lo que podamos y dejemos al amor divino que haga su obra a su manera, a su hora y con sus instrumentos, de modo tal que cuando algo no suceda como queríamos, no perdamos la paz, y cuando en cambio las conversiones se den, nuestros ojos estén atentos para fascinarse contemplándolo, y nuestra boca atenta para cantarlo a plena voz.
2. Tristeza que se vuelve alegría
2.1 Volvamos ahora nuestros ojos al evangelio de hoy. Es un texto que a su modo alude también a los desconciertos. La partida de Cristo tenía que causar desconcierto y dolor entre sus discípulos, y Cristo mismo lo sabe; por eso se anticipa, como saliendo al encuentro de ese dolor, y olvidándose del espantoso suplicio que tendrá que padecer él mismo, trata de sanar en ellos las heridas que todavía no son visibles pero que pronto manaran torrentes de angustia y desconsuelo. ¡Bendito Médico, Jesucristo, recibe nuestra gratitud por ese modo tuyo de compadecerte de los males de todos!
2.2 Nuestro Señor es bien realista. No vive de ilusiones ni se asienta en fantasías. Sabe que lo que viene es espantoso y por eso lo declara con sencillas pero suficientes palabras: Yo les aseguro que ustedes llorarán y gemirán, mientras que el mundo se sentirá satisfecho. Este es el primer paso en su terapia contra el escándalo que ellos habrán de sufrir. Difícil decir en frase más corta una descripción tan elocuente y sin embargo serena; muy objetiva la llamaríamos hoy. En este sentido, Jesús ama la objetividad.
2.3 Pero no se queda en el dato de la persecución. No hace del miedo una muralla ni hace de la tristeza una casa para habitar. El miedo es una puerta; la tristeza es una grada del camino. Jesús lo explica a los suyos de dos modos: en cuanto a él mismo y en cuanto a lo que ellos habrán de vivir.
2.4 En cuanto a él, porque les da a conocer cuál es el término propio de su partida. Jesús no sale de este mundo hacia la nada, hacia el absurdo o hacia el piélago de la muerte sin fondo. Va hacia el Padre. Parece imposible que el camino hacia el Padre incluyo salivazos, clavos y sangre, azotes y espinas, pero así es, y con la misma firmeza con que reconocemos el poder del terror hemos de proclamar la fuerza incontenible del amor. Es lo que hace el Señor.
2.5 En cuanto a ellos, todo queda condensado en la bella frase: Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría. Es algo que no resulta fácil de entender en un primer momento pero que luego se vuelve casi una ley para el creyente: detrás de cada montaña de obstáculos hay un valle de consuelos; más allá del mar de las incertidumbres está la playa del descanso y el encuentro fraterno; por encima de la más espesa noche ya prepara su nacimiento la más hermosa aurora.