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Francisco Bernardone nació en Asís, Italia, en el año 1182. Sus padres fueron Pietro Bernardone y Madonna Pica.
Siendo joven, participó en la guerra entre las regiones de Perusa y Asís en 1202. En la batalla de Collestrada fue tomado prisionero y liberado al año siguiente.
En 1205 se enroló nuevamente en el ejército y partió a la guerra, pero en el trayecto tuvo un sueño en el que una voz le ordenó volver y dar otro rumbo a su vida.
Entonces comenzó su conversión: se apartó de los amigos, frecuentó la compañía de los pobres e intensificó la vida de soledad y oración.
En 1206, a la edad de 24 años, renunció a las riquezas y a su familia, trasladándose a la localidad de Gubbio para servir a los leprosos.
De regreso en Asís, vistió el hábito de ermitaño y trabajó en la restauración de las ermitas de San Ubicación de la ciudad de Asís, Damián, San Pedro y Santa María de los Ángeles, también llamada la Porciúncula.
En 1208, mientras oía Misa en la Porciúncula, escuchó el evangelio del envío de los discípulos en misión, descubriendo su vocación evangélica y apostólica.
Empezó a predicar la paz, la igualdad entre los hombres, el alejamiento de la riqueza, la dignidad de la pobreza, el amor a todas las criaturas y la venida del Reino de Dios.
Entonces se le unieron los tres primeros compañeros: Bernardo de Quintavalle, Pedro Cattani y Gil de Asís, con quienes nace la Primera Orden Franciscana.
En 1209 escribió la primera Regla de la Orden, que dictaba el estilo de vida para los franciscanos. Sus preceptos eran una existencia basada en el amor, la oración y la paz; votos de pobreza completa, lo que incluía renunciar a las propiedades, sustento del propio trabajo, o en caso necesario, de la limosna, y ofrecer ejemplo de renuncia de sí mismo.
Viajó a Roma con sus once compañeros para reunirse con el Papa Inocencio III, y consiguió la aprobación verbal de la Regla. La pequeña fraternidad escogió la Porciúncula como el primer hogar de la Orden.
En marzo de 1212, la noche del Domingo de Ramos, fue consagrada Clara, dando inicio a la Segunda Orden Franciscana, también llamada Clarisas o Damas Pobres.
Ese mismo año, Francisco se embarcó rumbo a Siria para continuar su obra apostólica en Oriente, pero los vientos contrarios hicieron fracasar su travesía y regresó. Los años siguientes viajó por Italia, Francia y España.
El 14 de mayo de 1217, durante Pentecostés, se celebró en la Porciúncula el Primer Capítulo General, junta para organizar a sus seguidores en provincias y señalar lugares específicos de misión. La Orden se dividió en doce provincias.
En 1219 consiguió viajar a Oriente, donde fue recibido por el sultán de Egipto, mas tuvo que regresar apresuradamente a Italia debido a problemas surgidos entre sus seguidores. En 1220 se retiró del gobierno de la Orden y nombró como su Vicario a Pedro Catan.
En 1221 fundó la Tercera Orden, conocida como Terciarios, a la que podían pertenecer quienes se encontraran ligados a ocupaciones civiles, estuvieran casados o simplemente no pudieran seguir la Primera Orden por razones de vocación o enfermedad.
Ese mismo año, la organización eclesiástica le solicitó que la Regla escrita hace once años, -llamada primera Regla-, fuera nuevamente redactada, más breve. La Regla definitiva fue aceptada por el Capítulo de Pentecostés, junta de religiosos, aprobada y confirmada mediante bula (documento eclesiástico) por el Papa Honorio III.
En 1224, Francisco pasó la Cuaresma de San Miguel en el monte La Verna, Montes Apeninos, Italia, con el fin de hacer penitencia. Allí recibió en su cuerpo las llagas(estigmas o señales) de la Pasión de Cristo.
En ese tiempo también tuvo una grave afección a los ojos que lo dejó casi ciego, pero pese a su condición, continuó predicando. En 1226, su estado de salud siguió empeorando progresivamente y fue trasladado a Asís. Al sentir cercana la muerte, pidió que lo llevaran a la Porciúncula.
El sábado 3 de octubre de 1226, hacia las 19 horas, murió a la edad de 44 años. Al día siguiente, domingo 4 de octubre, su cuerpo fue trasladado a Asís y sepultado en la iglesia de San Jorge.
El 16 de julio de 1228, el Papa Gregorio IX canonizó a Francisco de Asís, y se convirtió en Santo.
El 24 de septiembre fue mi aniversario 50 años de mi vida entregada al servicio de los fieles que el Señor ha querido que les anunciara como sacerdote la Buena noticia.
Para mi ha sido un gran y continuo gozo el saber que con la ayuda del Señor he podido ayudar, con la mejor voluntad,a mis feligreses , El ha sido el sembrador yo el arado que intenta prepararle el camino al Señor. Gracias y alabanzas le sean dadas por siempre
Saltillo, Mexico (1955) - Dios Nuestro Señor bendice siempre a mi familia, amigos, hermanos en el Sacerdocio y a mis enemigos, y a todos los que me enseñaron a conocerte y a amarte, Dios les bendiga.
Luque, Paraguay (1979) - Lo que Dios ha unido que el hombre no lo separe, que con ayuda de nuestra Madre nos mantengamos fieles a este gran sacramento.
Bogotá, Colombia (1999) - Papito Dios a mi madre la extraño un resto, pero sé que está mejor gozando y está feliz de tu hermosa presencia. La quiero muchísimo. Cenaida
Jonás, hijo de Amitai, recibió la palabra del Señor: "Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella: "Su maldad ha llegado hasta mí."" Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente. El capitán se le acercó y le dijo: "¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos." Y decían unos a otros: "Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad." Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron: "Dinos, ¿por qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?" Él les contestó: "Soy un hebreo; adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme." Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron: "¿Qué has hecho?" Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado. Entonces le preguntaron: "¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?" Porque el mar seguía embraveciéndose. Él contestó: "Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se os aplacará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta." Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose. Entonces invocaron al Señor, diciendo: "¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre inocente! Tú eres el Señor que obras como quieres." Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera. Y temieron mucho al Señor aquellos hombres. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches seguidas. El Señor dio orden al pez, y vomitó a Jonás en tierra firme.
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Él contestó: "Amarás al Señor, tu, Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo." Él le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida." Pero el maestro de la Ley queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús le dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó en una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?" Él contestó: "El que practicó la misericordia con él." Díjole Jesús: "Anda, haz tu lo mismo."
El libro de Jonás es como una parábola extensa, o como una novela corta, que deja preciosas enseñanzas: sobre la misericordia sorprendente de Dios, y sobre la inesperada respuesta que a veces da la gente que menos se nos ocurriría. 4 min. 39 seg.
¿Hemos sido de los caídos, de los indiferentes o de los compasivos?. La vida nos presenta varios prójimos, debemos encontrar el propio y saber que en él nos aguarda Cristo. 4 min. 20 seg.
Nuestro primer deber como cristianos es ir a encontrar al prójimo, a la persona que creemos que no existe; encontrar al que está caído, mudo, sin recursos, al que necesita de nosotros. 6 min. 23 seg.
El Evangelio nos invita a reflexionar sobre la capacidad racional humana para crear excusas pero también sobre la capacidad del Espíritu de Dios para llevarnos a través de la verdadera compasión a superar todas nuestras excusas. 11 min. 36 seg.
1.1 Si hay una especie de constante en la Biblia es que a Dios le cuesta conseguir ayudantes. Moisés se queja de que no sabe hablar, Gedeón de que su familia es poco importante, Jeremías de que es muy joven, y Jonás, ya lo vemos hoy, sale huyendo de su destino.
1.2 La historia de Jonás se parece mucho a las parábolas del Nuevo Testamento. Así como no hay que suponer que cada detalle de las parábolas sucedió alguna vez en alguna parte, así tampoco lo importante aquí es cómo sobrevivió Jonás a los jugos gástricos de la ballena. Lo importante es ver el mensaje. Incluso lo ridículo mismo de la situación sirve pedagógicamente para que la parábola o historia edificante se queda bien grabada en la mente.
1.3 Por otra parte, el relato marítimo, en medio de su bizarro desenlace, tiene algo que decirnos sobre el corazón de Jonás: es un hombre que ama la justicia más que la propia vida. Es capaz de reconocer dónde está lo malo y dónde lo bueno, aunque ello implique morir él mismo. Por algo Dios le tiene una misión que consiste precisamente en denunciar el mal, aunque con alguna sorpresas más para el mismo Jonás.
2. El Buen Samaritano
2.1 La Arquidiócesis de Madrid, en su página web (http://www.archimadrid.es), que recomendamos, ofrece una preciosa reflexión sobre el evangelio de hoy. De allí tomamos lo que sigue, aunque siguiendo nuestra numeración habitual.
2.2 Aquel hombre, queriendo justificarse, le hace una segunda pregunta a Jesucristo: ¿Y quién es mi prójimo? La respuesta de Jesús Un hombre... despojado, golpeado, medio muerto es una de sus enseñanzas más luminosas, como un compendio de todo el Evangelio: la parábola del buen samaritano. También podríamos denominarla la parábola del hombre despojado. Mi prójimo es un hombre cualquiera que me encuentro tirado en el camino, herido, abandonado. Ese hombre concreto está apelando a la conciencia de quien lo encuentra: para que reconozca en el rostro desfigurado y en el cuerpo contrahecho, dolorido, la imagen del hermano, del otro yo que pide una ayuda efectiva, una mano cercana.
3. ¿Quién era, quién es ese pobre?
3.1 Intentemos ahora comprender nuestra sociedad a la luz de este evangelio. Así, podríamos afirmar que esa persona concreta despojada es hoy uno de los miles de niños la criatura más débil e inocente que son eliminados en el seno materno. La cuna natural de la vida se convierte para él en el corredor de la muerte. Una sociedad que legitima un crimen tan abominable como el aborto está perdiendo el sentido mismo de la dignidad humana, base de los derechos fundamentales y de la verdadera democracia.
3.2 Esa persona concreta despojada en nuestra sociedad puede ser una de las madres que, ante las dificultades para sacar adelante al hijo de sus entrañas, es dejada sola. En ese período en el que necesita más ayuda muchas veces no encuentra el apoyo efectivo al que tendría derecho.
3.3 Esa persona concreta despojada puede ser también hoy, en nuestra sociedad, uno de los emigrantes pobres que acuden a nuestras tierras quizá tras sobrevivir a una penosa travesía, buscando una oportunidad en la vida. En ocasiones encuentra que el bienestar no es repartido entre todos.
3.4 Esa persona concreta despojada puede ser hoy, en nuestra sociedad, uno de esos muchos ancianos abandonados. La sociedad los considera cada día más como una carga insoportable. Se llega a la aberración de la aceptación cultural y legal de la llamada eutanasia, forma gravísima de insolidaridad. La enumeración de formas de despojo podría seguir.
3.5 Continúa la parábola: Casualmente pasó junto al hombre herido un sacerdote y después un levita. Ambos lo vieron, pero dieron un rodeo. Esta mención debió ruborizar a su interlocutor y al resto de las autoridades religiosas que escuchaban en ese momento a Jesús. También nosotros, pastores de la Iglesia, y todos los discípulos de Cristo, hemos de sentirnos directamente interpelados por esta indicación del Maestro. No podemos pasar de largo ante ese hombre que encontramos, hoy, despojado, en nuestro camino, en nuestras calles. La Palabra de Dios nos llama a un profundo examen de conciencia y revisión de vida. La coherencia y la credibilidad de nuestro anuncio cristiano requiere que amemos con obras.
4. Brota la Luz
4.1 Pero sigue aún el relato de Jesús. Y es en este momento oscuro cuando brota la luz. La historia de una tragedia fratricida de crueldad e indiferencia se transforma en historia de amor fraterno, hermoso. Es precisamente un samaritano considerado habitualmente por los contemporáneos de Jesús como un infiel despreciable quien se mueve a compasión ante el hombre malherido y se desvive por él. El buen samaritano es la figura de la persona que vive para los demás, abierto a compartir los sufrimientos de los otros.
4.2 Gracias a Dios en nuestra sociedad son muchos, miles, cristianos o no los que reviven con infinidad de gestos ocultos la actitud generosa, hondamente humanitaria, del que se acercó al hombre maltrecho. Son muchos los que acogen con amor sacrificado al niño por nacer, a la madre en apuros, al emigrante desamparado, al anciano desvalido. Ese amor hecho obras de misericordia es el que hoy edifica eficazmente la civilización del amor y la cultura de la vida.
4.3 Acabada la narración, Jesús le devuelve la pregunta a su docto interlocutor. Pero cambia los términos. La cuestión sobre la identidad del prójimo ¿Quién es mi prójimo? tiene una respuesta obvia: todo hombre. La cuestión decisiva es otra: ¿Quién fue prójimo del hombre despojado? La respuesta debe darla cada ser humano con sus obras. Esa respuesta decide, juzga, el auténtico valor de su vida.
4.4 En su contestación el interlocutor no se atreve a mencionar el nombre samaritano, pero acierta igualmente. Fue verdaderamente prójimo del hombre despojado el que practicó misericordia con él. Hasta un niño habría sabido contestar a una pregunta tan fácil. El Evangelio de la misericordia predicado por Jesús llega sencillamente al corazón del hombre, de todo hombre. La conclusión del diálogo y de la parábola no requiere más comentarios. Requiere, simplemente, que cada uno la convirtamos en norma de vida: Vete y haz tú lo mismo.
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva criatura.
Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes. Amén.
Por Cristo, el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo (Gálatas 6, 14-18)
Salmo
Aclama al Señor, tierra entera, / servid al Señor con alegría, / entrad en su presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las edades. R.
«¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave, y mi carga ligera».
Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla (Mateo 11, 25-30)
Francisco de Asís no es un adorador de la naturaleza, sino alguien que identificándose hasta la sangre con Jesucristo, descubre también en Cristo a Dios Padre, y luego ve esa paternidad dilatarse en la inmensa hermosura de lo creado. 4 min. 52 seg.
Minoridad: (1) Que Cristo sea cada vez mayor en mí; (2) Que yo esté al servicio de mis hermanos, y sea así parte de la solución: (3) Que de todos aprenda. 34 min. 9 seg.
Humildad, mansedumbre, caridad, pureza... algunos de los dones que brillaron en San Francisco de Asís, y que tienen un atractivo y valor permanentes. 6 min. 25 seg.
Dios mejora tu plan y tu idea si le das permiso, si se lo concedes; pidamos al Señor que seamos como Francisco, de aquellos que le permitimos a Dios que actúe en nosotros. 5 min. 1 seg.
Cambiamos como lo hizo San Francisco al alejar del pecado, acercarse al dolor, cultivar la soledad, buscar el silencio que purifica la conciencia y da libertad, y orando para oír a Dios. 6 min. 27 seg.
Francisco es "juglar de Dios" y por eso le canta su amor, por ejemplo, por la hermosura de la creación. Pero el amor más grande del Pobre de Asís está sin duda en donde está la muestra del amor más grande Dios: en la Cruz de su Hijo. 6 min. 16 seg.
Para que el Evangelio se revitalice en la Iglesia debemos volver a la sana doctrina, a la caridad y volver a ser comunidad que acoja y transforme con la caridad. 9 min. 15 seg.
Pidamos la intercesión de San Francisco por el sínodo y por toda la Iglesia a través de la minoridad que es victoria sobre el ego, la pobreza que es victoria sobre la mundanidad y la fraternidad al poner a Jesús y al Padre en el centro. 9 min. 27 seg.
San Francisco nos muestra: el sentido que tiene la pobreza al devolvernos la libertad al aprender a vivir con lo mínimo; la fraternidad que es conocer, amar y obedecer a Jesús y la alegría de la cruz, de la redención. 10 min. 38 seg.
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1.1 Es tan abundante la literatura y son tan numerosas las reflexiones saludables que el pueblo católico se hace cuando recuerda a San Francisco de Asís, que es difícil escoger qué brindar. Una preciosa web nos ayuda a meditar tres puntos: la Tau Franciscana, los Estigmas, y el sentido de "Minoridad."
1.2 La primera vez que la Tau aparece relacionada con San Francisco fue cuando fray Pacífico la vio marcada en su frente, probablemente en vísperas del Concilio IV de Letrán, que se abrió en Roma el 11 de noviembre de 1215, con un memorable sermón de Inocencio III basado en las palabras de Cristo: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros" (Lc 22, 15).
1.3 Recordando que Pascua significa "paso", el Papa manifestaba su deseo de que el Concilio, nueva Pascua, fuese ocasión de un triple paso, físico, espiritual y eterno, refiriéndose, respectivamente, a la Cruzada, a la reforma de la Iglesia universal y a la Eucaristía. La segunda parte del discurso, que trata del paso espiritual, es un comentario de Ezequiel 9, donde el papa hace suyas las palabras del Señor al profeta: "Pasa por la ciudad, recorre Jerusalén, y marca una tau en la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen dentro de ella" (Ez 9, 4). Y luego añade: "Tau es la última letra del alfabeto hebreo, y tiene la forma de cruz, como era la cruz antes que le pusieran encima la inscripción de Pilato. Tau es el signo que se lleva en la frente cuando el esplendor de la cruz se manifiesta en toda nuestra conducta, cuando, como dice el Apóstol, se crucifica la carne con sus vicios y pecados. Entonces se afirma: Yo no quiero gloriarme en ninguna otra cosa, si no en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo " Y concluye diciendo: "¡Sed, pues, los paladines de la Tau y de la Cruz!".
1.4 San Francisco de Asís, que participó en el Concilio en calidad de superior general de una Orden aprobada por la Iglesia, debió de tomarse muy en serio la invitación de Inocencio III, pues, según los compañeros y sus primeros biógrafos, amaba y veneraba la Tau (nombre de la letra T en hebreo y griego) "porque representa la cruz y significa una verdadera penitencia". Al comienzo de cualquier actividad se santiguaba con dicha señal, la prefería a cualquier otro signo y la pintaba en las paredes de las celdas. En sus conversaciones y predicaciones la recomendaba a menudo, y la dibujaba a modo de firma en todas sus cartas y escritos, "como si toda su preocupación fuese grabar el signo de la tau, según el dicho profético, sobre las frentes de los hombres que gimen y se lloran, convertidos de veras a Cristo Jesús".
2. Origen de los Estigmas
2.1 Una noche de luna llena en 1224, fray León fue, como siempre, a rezar maitines con Francisco, mas éste no respondió a la contraseña. Entre preocupado y curioso, el hermano cruzó la pasarela y fue a buscarlo. Lo encontró en un claro del bosque, de rodillas, en medio de un gran resplandor, con el rostro levantado, mientras decía: "¿Quién eres tú, mi Señor, y quién soy yo, gusano despreciable e inútil siervo tuyo", y levantaba las manos por tres veces. El ruido de sus pasos sobre la hojarasca delató a fray León, que tuvo que confesar su culpa y explicar al Santo lo que había visto.
2.2 Uno de aquellos días se apareció un ángel a Francisco y le dijo: "Vengo a confortarte y avisarte para que te prepares con humildad y paciencia a recibir lo que Dios quiere hacer de ti". "Estoy preparado para lo que él quiera", fue su respuesta. La madrugada del 14 de septiembre, fiesta de la Santa Cruz, antes del amanecer, estaba orando delante de la celda, de cara a Oriente, y pedía al Señor "experimentar el dolor que sentiste a la hora de tu Pasión y, en la medida de los posible, aquel amor sin medida que ardía en tu pecho, cuando te ofreciste para sufrir tanto por nosotros, pecadores"; y también, "que la fuerza dulce y ardiente de tu amor arranque de mi mente todas las cosas, para yo muera por amor a ti, puesto que tú te has dignado morir por amor a mi".
2.3 De repente, vio bajar del cielo un serafín con seis alas. Tenía figura de hombre crucificado. Francisco quedó absorto, sin entender nada, envuelto en la mirada bondadosa de aquel ser, que le hacía sentirse alegre y triste a la vez. Y mientras se preguntaba la razón de aquel misterio, se le fueron formando en las manos y pies los signos de los clavos, tal como los había visto en el crucificado. En realidad no eran llagas o estigmas, sino clavos, formados por la carne hinchada por ambos lados y ennegrecida. En el costado, en cambio, se abrió una llaga sangrante, que le manchaba la túnica y los calzones.
3. La Minoridad Franciscana
3.1 Antes de la aprobación de la Regla, el grupo de hermanos de Rivotorto no tenía una denominación concreta y se presentaban simplemente como "Penitentes de Asís", porque aún no eran una orden. Sólo después de la aprobación de la regla o forma de vida por parte de Inocencio III empezaron a llamarse Hermanos Menores, pero gracias al testimonio del cronista Buscardo de Ursperg sabemos que al principio se llamaron Pobres Menores, en sintonía con otros movimientos de su tiempo, heréticos o no, que se llamaban Pobres de Lyón, Pobres Lombardos, Pobres Católicos, etc.
3.2 Francisco hubiera podido tropezar en la misma piedra que otros contemporáneos suyos, cayendo en la arrogancia y la vanagloria. No fue así por gracia de Dios y porque el obispo de Asís Guido I tuvo suficiente sabiduría desde el principio como para evitar el desastre. El mismo Santo supo reconocerlo agradecido, cuando decía a sus hermanos: "El Señor nos ha llamado en ayuda de su fe y de los prelados y clérigos de nuestra Madre la Santa Iglesia. Por eso debemos, en la medida de lo posible, amarlos siempre y honrarlos y respetarlos. Los hermanos se llaman Menores porque, igual que en el nombre, también sean humildes por la conducta y el ejemplo con todos los hombres de este mundo. Porque al principio de mi conversión, cuando me separé de mi padre carnal y del mundo, el Señor puso sus palabras en boca del obispo de Asís para darme consejo y ánimo en el servicio de Cristo. Por esa razón y por otras muchas cualidades eminentes que aprecio en los prelados, quiero amarlos, venerarlos y tenerlos como señores míos; y no sólo a los obispos, sino también a los pobrecillos sacerdotes".
3.3 Como decían sus compañeros, Francisco, con la ayuda de Dios y como sabio arquitecto, se fundamentó a sí mismo y a su orden sobre roca firme, es decir, sobre la altísima pobreza y humildad del Hijo de Dios, llamándola "Religión de los Hermanos Menores".