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Hijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven Príncipe nació en el 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial.
Cuando era todavía muy joven, el Santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares. Su madre asumió el poder e instauró, -bajo la influencia de la nobleza pagana-, una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total.
Ante esta terrible situación, la abuela trató de persuadir al Príncipe para que asumiese el trono, con el fin de salvaguardar el cristianismo. Esto provocó que los nobles la asesinaran, al considerarla una latente amenaza para sus intereses.
Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono y Wenceslao proclamado rey por la voluntad del pueblo. Como primera medida, anunció que apoyaría decididamente la Ley de la Iglesia de Dios.
Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud. Además, gobernó siempre con justicia y misericordia.
Por oscuros intereses políticos, Boleslao, -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino, para que participara de los festejos del Santo Patrono. Al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al Santo Rey.
El pueblo lo proclamó Mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito, -donde se encuentran sus restos-, se convirtió en centro de peregrinaciones.
Ha sido proclamado Patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande, que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.
Bogotá, Colombia - Hola hermanito, deseo que en este día, como todos los demás, el Señor Jesús te bendiga muy especialmente y que Él siga siendo lo primero en tu vida y que lo puedas transmitir a los demás. Tu hermana Sonia
Chambersburg, Estados Unidos (2007) - Quiero dar gracias a Dios por nuestro grupo de oracion de La RCC "Enciende una luz" Que el Señor nos siga bendiciendo abundantemente.
Alcé la vista y vi a un hombre con un cordel de medir. Pregunté: "¿Adónde vas?" Me contestó: "A medir Jerusalén, para comprobar su anchura y longitud." Entonces se adelantó el ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, diciéndole: "Corre a decirle a aquel muchacho: "Por la multitud de hombres y ganados que habrá, Jerusalén será ciudad abierta; yo la rodearé como muralla de fuego y mi gloria estará en medio de ella -oráculo del Señor-."" "Alégrate y goza, hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti -oráculo del Señor-. Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán pueblo mío, y habitaré en medio de ti."
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, / anunciadla en las islas remotas: / "El que dispersó a Israel lo reunirá, / lo guardará como un pastor a su rebaño." R.
"Porque el Señor redimió a Jacob, / lo rescató de una mano más fuerte." / Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, / afluirán hacia los bienes del Señor. R.
Entonces se alegrará la doncella en la danza, / gozarán los jóvenes y los viejos; / convertiré su tristeza en gozo, / los alegraré y aliviaré sus penas. R.
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres." Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Al Hijo del hombre lo van a entregar. Les daba miedo preguntarle sobre el asunto (Lucas 9,43b-45)
El destierro y las demás persecuciones que vivieron los judíos sirvieron al misterioso plan de la providencia divina. Zacarías, profeta de esperanza, sabe asegurar al pueblo que Dios sabe lo que está haciendo. 4 min. 39 seg.
1.1 El libro del profeta Zacarías hace una aparición demasiado discreta en la Liturgia de la Palabra de nuestra Santa Misa: sólo lo tendemos con nosotros tres días, si no hay alguna fiesta o solemnidad entretanto. Nos apoyamos en una breve cita de la edición de estudio de "Dios Habla Hoy" para enmarcar el pasaje de hoy.
1.2 "El libro de Zacarías consta de dos partes claramente diferenciadas. La primera comienza con una exhortación profética al arrepentimiento y a la conversión (1,26), y continúa con una serie de visiones simbólicas (1,76,8). Por su forma literaria, estas visiones se asemejan a las de Amós (7,19,4) y a las de Jeremías (1,1114). Pero las de Zacarías son en general más complejas y detalladas, y en ellas el Señor está representado por un ángel intérprete, que da explicaciones, hace preguntas o responde a los interrogantes que le plantea el profeta. Además, el complejo simbolismo de estas visiones dificulta frecuentemente la interpretación de algunos detalles.
1.3 "No obstante esta dificultad, las ideas predominantes en la primera parte del libro son suficientemente claras. Los temas que más se destacan son el amor y la compasión del Señor hacia Jerusalén (1,14.16), la humillación de las naciones opresoras que dispersaron a Judá (1,21[2,4]), la eliminación de toda maldad y de todo pecado en el pueblo de Dios (5,4.8) y la esperanza mesiánica (cf. particularmente 4,114). El profeta dedica también atención especial a la reconstrucción del templo (1,16; 4,810; 6,15), y describe con entusiasmo el futuro esplendor de la ciudad santa: Jerusalén será una ciudad abierta, que no necesitará la protección de una muralla, porque la gloria del Señor habitará en medio de ella (2,5[9])".
1.4 El gran paso adelante que nos trae Zacarías en el texto de hoy es que la alegría de la reconstrucción de Jerusalén, ciertamente propia de todos los libros que se sitúan en el tiempo posterior al destierro, aquí está unida al gozo de ver cómo el pueblo de Dios se extiende más allá de la raza, es decir, de la descendencia según la carne y la sangre.
1.5 Leemos, en efecto: "Muchas naciones se unirán al Señor en aquel día; ellas también serán mi pueblo". Y conmueve pensar que entre esas "muchas naciones" estamos también nosotros: colombianos, irlandeses, paraguayos, canadienses, norteamericanos, sudaneses, tibetanos... Nuestra presencia en la casa de Dios y en alianza con Dios no es un accidente: es el fruto de la voluntad benévola y piadosa de Dios, que lo anunció por boca de sus santos profetas.
2. Más popularidad pero con más claridad
2.1 El evangelio de hoy, entretanto, nos presenta la paradójica enseñanza de Cristo sobre el desenlace de su vida. Su popularidad ha crecido, pero así también hace él que crezca la claridad de su mensaje sobre el sombrío futuro que le aguarda.
2.2 Definitivamente Cristo no se puso nunca a hacer extrapolaciones del tipo: "ya vemos que nos quiere mucha gente y que muchos nos aceptan; ¡pronto serán todavía más!". Al contrario, haciendo evidente contrapeso a los aplausos y elogios de la gente, Cristo dice a sus discípulos (¡y a sí mismo!) que lo que viene es traición, dolor, tortura, cruz y muerte.
2.3 Es interesante la anotación que nos da Lucas. Los discípulos, por una parte no entienden, pero por otra sienten temor de preguntar. ¿Por qué temor? Un comentarista protestante, Matthew Henry, adelanta una hipótesis: "no querían ser despertados de su sueño placentero", porque en realidad es "sueño" pretender que la vida cristiana va de victoria en aplauso y de elogio en risa. Otros piensan que el temor venía de no querer ser reprendidos en su ignorancia, pues en otros lugares vemos que alguna vez Cristo les había mostrado su torpeza y se había quejado de su lentitud para aprender (cf. Mt 16,9) y también de su poca fe (cf. Lc 9,41). Esto es interesante reconocerlo, porque esa misma clase de temores pueden asaltarnos a nosotros.