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Cumpliéndose los acontecimientos que debían preceder al advenimiento del Mesías, de acuerdo con los vaticinios de los antiguos Profetas, Jesús, llamado el Cristo, Hijo de Dios eterno, se encarnó en el seno de la Virgen María, y hecho Hombre, nació de Ella para la redención de la humanidad.
Desde la caída de nuestros primeros padres, la sabia y misericordiosa providencia de Dios, había dispuesto gradualmente todas las cosas para la realización de sus promesas y el cumplimiento del más grande de sus misterios: la Encarnación de su divino Hijo.
Por aquel entonces, el Emperador Augusto emitió un decreto para llevar a cabo un censo, en el cual todas las personas debían registrarse en un lugar determinado, según sus respectivas provincias, ciudades y familias.
Hasta Belén, cerca de la ciudad de Jerusalén, llegaron San José y la Virgen María procedentes de Nazareth. Estando allí, le llegó la hora de dar a luz a la Virgen, trayendo al mundo a su divino Hijo, a quien envolvió en lienzos y lo recostó en la paja del Pesebre.
Bucaramanga, Colombia (1984) - "Feliz Cumpleaños en Jesús Y Msría" Querido hijo, pido al Todopoderoso por tu conversión, la cual estoy completamente segura será muy pronto. Pido mucha oración por este hijo mio. Rosalba.
Bogotá, Colombia (2011) - Ps Octavio Escobar. 25, 26 y 27 de diciembre
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¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: "Tu Dios es rey"! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios (Isaías 52,7-10)
Salmo
Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas: / su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su justicia: / se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera; / gritad, vitoread, tocad. R.
Tañed la cítara para el Señor / suenen los instrumentos: / con clarines y al son de trompetas, / aclamad al Rey y Señor. R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. (Salmo 97)
2a.
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: "Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado", o: "Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo"? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: "Adórenlo todos los ángeles de Dios."
En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."" Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros (Juan 1,1-18)
El nacimiento de Jesucristo es buena noticia para todos: para los judíos, que en Cristo ven el cumplimiento de todas las antiguas promesas; para los no-judíos también, porque en Cristo encontramos la misericordia que no conocíamos pero que tan ardientemente necesitábamos. 4 min. 3 seg.
La singularidad de Cristo brilla cuando se descubre que él es la Palabra por quien todo fue hecho. La búsqueda interior se resuelve en él, que viene visiblemente a nuestro encuentro. 20 min. 0 seg.
La generosidad de Dios, que en su Hijo nos lo ha dado todo, sólo alcanzará a los Pobres de Yahvé, los anawin, que saben apoyarse sólo en Dios. 14 min. 10 seg.
Por contraste con lo que suele sucedernos a los demás mortales, Cristo no perdió los dones propios de la infancia al crecer y al asumir su misión absolutamente única. 17 min. 13 seg.
¡Oh Jesucristo te acogemos, te veneramos, te adoramos! te expresamos y entregamos todo nuestro amor y de lo profundo de nuestro corazón te decimos ¡gracias por tanto amor! 5 min. 16 seg.
Jesucristo es la Palabra de Dios que me da la vida y la luz para descubrir la mentira en la que vivo, permitiéndome conocer el verdadero camino que me lleva al Padre. 6 min. 52 seg.
Las leyes que la ciencia descubre sobre el universo o sobre la historia no son una explicación última porque no dan razón de sí mismas. El porqué de las leyes nos remite al Lógos divino, que, estando en nuestra mente nos permite precisamente descubrir tales leyes. Vemos así que el Lógos está como meta-explicación de lo que existe, y también como inteligencia en nuestra alma, y luego como voz en nuestra conciencia; voz que se esclarece en la Ley y la predicación de los Profetas pero que sólo tiene su plenitud en Jesucristo, Palabra Encarnada. 21 min. 27 seg.
Demos gracias por el nacimiento de Jesucristo, por la familia de Nazareth y por todos aquellos que llenos de amor entienden este mensaje y cuidad de los niños, las familias, a los pobres y a la gloria de Dios. 3 min. 32 seg.
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO - Esta navidad atípica puede ser la navidad para decirle a Jesús: ?Tú eres el Único, Tú eres mi regalo de navidad, Tú eres el don del Padre, hoy quiero recibirte y compartirte porque quiero ser navidad para mis hermanos?. 4 min. 14 seg.
Cada Evangelista nos da una respuesta a la pregunta por el origen del Mesías, y sus respuestas alcanzan una cumbre de eternidad en las palabras de San Juan: "El Verbo se hizo carne, y acampó entre nosotros" 7 min. 44 seg.
La Navidad nos invita a contemplar la llegada victoriosa de Dios al corazón de la humanidad. Sucedió primero en el Corazón Inmaculado de la Virgen María, en quien empezó el universo nuevo. Hay en esto una comparación con el recientemente enviado telescopio James Webb que quiere escrutar los orígenes de este universo físico en que vivimos. 27 min. 8 seg.
En Navidad celebramos que en Jesucristo somos hechos de nuevo, que Él es verdadero Dios y que su gloria en este mundo nos prepara para nuestra verdadera casa en el cielo. 6 min. 13 seg.
Jesús está en esta tierra solo por misericordia. Él está buscándonos, por eso ha venido, Él ha venido por nosotros, todo lo soportó y todo lo soportará por nosotros. 4 min. 42 seg.
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1.1 El Antiguo Testamento contenía una orden muy severa: "no puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir". ¡Oh dura prohibición! ¡Sólo él es el Dios vivo, y sin embargo no puede vérsele y tener vida!
1.2 Hoy ese límite ha sido transpuesto, y el trasgresor no merece castigo, porque es el mismo Dios. Isaías, cantor de la esperanza en el Dios vivo, lo había proclamado: "tus centinelas alzan la voz y todos a una gritan alborozados, porque ven con sus propios ojos al Señor que retorna a Sión" (Is 52,8). Para el gran profeta, "ver a Dios" era ver restaurada la ciudadela de Sión; es más grande lo que hemos recibido: es la humanidad entera la que ha sido restaurada y hoy se recuesta en el regazo de María para delicia de cuantos quieran ver al Recién Nacido.
1.3 Cuando Isaías decía: "verá la tierra la salvación" era ese un ver pasivo, era ver que Dios salía a salvar a los suyos; es más grande lo que hemos recibido: no el reino de Judá sino cada pueblo, cada raza y cada nación está en deuda con el Niño del pesebre; hemos visto que es grande para salvarnos.
2. La Palabra definitiva
2.1 ¡Aleluya! Un decreto de amor nos cobija, una palabra de gracia nos protege, un designio de misericordia ha sido pronunciado a favor de nosotros. Es Cristo, es él, en la humildad de Belén, quien nos invita a aprender el lenguaje siempre antiguo y siempre nuevo del amor. Junto al pesebre la humanidad recomienza, en el seno de María todo tiene una nueva oportunidad, un nuevo principio.
2.2. El lenguaje que triunfa no es el de los hombres. Las palabras humanas desfallecen persiguiéndose unas a otras. Son como las olas, que en su vaivén viajan sin llegar y se mueven sin cambiar. La Palabra Divina es distinta, porque tiene una fuente y un término, a saber, el misterio de Dios, misterio que no se esconde al revelarse pero que en su revelación nos desborda con su riqueza, profundidad y hermosura.
3. Digno de Adoración
3.1 Navidad es un tiempo precioso para adorar. En esta noche santa y en este día santo hay tanto que admirar, tanto que meditar y tanto que celebrar que el alma cristiana quisiera resumirlo todo en un solo acto de donación y de fusión con el Amado. Por eso la Navidad es tiempo de adoración.
3.2 Adorar es dejarnos conquistar por el amor, dejarnos invadir por la belleza, abrir las puertas a la pureza y darle permiso a la humildad para que irrumpa suavemente llenando todo de orden y sentido. El alma humana necesita adorar porque si no tiene hacia dónde dirigirse se precipita monstruosamente sobre sí misma, y se recome en su egoísmo y su nada.
3.3 Mas, ¿qué o quién es digno de adoración? La respuesta brota en Navidad: hay Uno que es adorable. Uno que no engaña si le creemos, que no decepciona si en él confiamos; hay Uno que cumple todo lo que promete y que rebasa nuestros mejores deseos; Uno que nos ama bien y que desde su primer hálito hasta su último suspiro sólo conoce el lenguaje del amor. Hoy es Niño en el pesebre, mañana Sacerdote en la Cruz. Se llama Jesús.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebraste como el día de Madián.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: "Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz." Para dilatar el principado, con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre. El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra; / cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
Proclamad día tras día su victoria. / Contad a los pueblos su gloria, / sus maravillas a todas las naciones. R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque. R.
Delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad. R.
Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. (Salmo 95 )
2a.
Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.
Ha aparecido la gracia de Dios a todos los hombres (Tito 2,11-14)
Evangelio
En aquel tiempo, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: "No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre." De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor."
(1) Cada niño es una voz nueva, y debe crecer en libertad para buscar la verdad. (2) Uno no puede defenderse del que no ataca sino que ama. (3) El diccionario del amor es el Dios Encarnado. 25 min. 9 seg.
Quien se siente fuerte en algo tiene siempre el riesgo de quedarse sin Dios por apoyarse en sí mismo. Por eso la Navidad la entienden primero los pobres. 21 min. 57 seg.
De los pastores aprendemos: (1) Son pobres, y así nos invitan al conocimiento de nosotros mismos y de nuestras miserias. (2) Son pastores, y así nos invitan a salir de nuestras comodidades y egoísmos a través del verbo cuidar. (3) Soportan la dureza de la noche, y así nos enseñan a no tomar como pretexto para nuestra mediocridad o complicidad las tinieblas del mundo. (4) Hacen su labor por turnos, y así nos enseñan que no se debe recargar en nadie la tarea que en realidad a todos nos compete: todos tenemos una parte de responsabilidad. 24 min. 46 seg.
Cuando llegue el Evangelio a los excluidos, a los cansados, a los que están apresados por el pecado, a los que no han escuchado de Jesús tendremos verdadera Feliz Navidad. 5 min. 23 seg.
Jesucristo recién nacido nos enseña a vivir. en particular nos enseña que hacer con las cargas y decepciones que vamos encontrando por el camino. Su sola presencia en medio de nosotros transforma esa decepción en profundo asombro y gratitud y nos dispone para servir a los hermanos como él lo hizo. 24 min. 24 seg.
Incertidumbre, pobreza y soledad estuvieron en la primera Navidad. De la familia de Nazareth aprendemos a vivir con fe y esperanza este tiempo difícil. 14 min. 37 seg.
La humildad y despojo del Niño de Belén nos invitan a recordar que la vida cristiana en realidad es sencilla y que son nuestros caprichos y pecados los que la complican. 8 min. 35 seg.
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1.1 Isaías, que nos ha acompañado a lo largo de este precioso adviento, ahora nos invita a entrar en la navidad. Es el idóneo servidor de la casa de Dios que hoy nos abre la puerta y nos deja entrever el tamaño de las promesas que nuestro corazón ha venido acunando con paciencia y cierto temor. ¡Gracias, Isaías, gracias!
1.2 La primera lectura, pues, deja claro un hecho: Jesús está entre nosotros, ante todo, como cumplimiento de las promesas hechas a nuestros padres. La fidelidad de Dios se ha hecho carne en Jesús.
1.3 Pero esa fidelidad tiene una raíz más profunda: el amor. Esta es la gran lección de la Navidad: la fidelidad brota del amor; y el amor que es amor es fiel.
2. Una paz sin límites
2.1 Entre las numerosas promesas del anuncio del profeta hay una que nos enamora: "la paz no tendrá límites" (Is 9,7). El reino de David se hizo famoso porque en aquel tiempo Dios puso "paz en sus fronteras" (Sal 147,14). Ya era algo maravilloso y memorable: un límite para el mal. Lo que ahora se anuncia es mejor: la victoria sobre la maldad. No se trata de tener a los enemigos a raya, se trata de desaparecer la amenaza misma de la acechanza del mal.
2.2 Cristo trae la paz sin límites. Mas no vemos llegar esa paz, ¿por qué? ¿Porque es un proceso? ¿Porque la llegada de Cristo que trae esta paz es la de su retorno y no la de su nacimiento en nuestra carne? Tal vez la explicación es otra. Esa paz, aunque tendrá su plenitud en el desenlace de la historia humana, al retorno de Cristo, ya tiene su inicio en todo lo que hizo y padeció Cristo. Su mansedumbre, su ofrenda de sí mismo, su amor que acoge son genuinas expresiones de una paz que no se deja vencer por el mal. El mismo Niño que padece un nacimiento tan sufrido padece una muerte de espanto. Y en ambos extremos la paz de su alma se deja sentir. Esa es la paz sin límites: la que sigue siendo paz en medio de la tribulación, el desaliento, la burla y la deshonra.
3. La Gracia de Dios se ha manifestado
3.1 La segunda lectura resume bien el regalo de la Navidad: "la gracia de Dios se ha manifestado" (Tt 2,11). Sabíamos que Dios nos amaba, lo habíamos oído, ahora lo ven nuestros ojos (cf. Sal 48,8). ¡Los ojos del Niño nos dejan ver el rostro del amor!
3.2 Es litúrgicamente bien significativo el texto que la Iglesia ha escogido. ¡El día mismo de Navidad se proclama la Pasión del Señor! Se ha manifestado la gracia, en la ternura de ese cuerpecito; pero sobre todo: se ha manifestado la gracia en las Llagas de ese Cuerpo en la Cruz. No podemos celebrar la querencia del Niño sólo porque es niño: le amamos porque nos ama, y nos ama para salvarnos. Lejos de una explosión de estéril afectuosidad que poco deja, la Navidad es el comienzo contemplativo del misterio de un amor que se dona hasta el extremo. La Hostia, Cuerpo suyo de Belén y del Calvario, está ahí para recordárnoslo cada día.