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Nació en 1620 en el pueblo italiano de Sezze. Un día, una bandada de aves espantó a los bueyes que Carlos dirigía cuando estaba arando, y éstos arremetieron contra él con grave peligro de matarlo.
Cuando sintió que iba a perecer en el accidente, prometió a Dios que si le salvaba la vida, se haría religioso. Y milagrosamente quedó ileso.
Pidió entonces a unos religiosos franciscanos que le ayudaran a entrar en su Comunidad, y ellos lo invitaron a que fuese a Roma para que hable con el Superior de la Congregación.
Así lo hizo junto con tres compañeros más, y tras ser probados en la humildad tratándolos con mucha dureza, el Superior accedió a admitirlos.
Ante el pedido de varias personas, que le solicitaban incesantemente, redactase algunas normas para orar mejor y crecer en santidad, Carlos de Sezze publicó un folleto. Éste le causó diversas dificultades, por lo que casi es expulsado de su Comunidad.
Humillado, se arrodilló ante un Crucifijo para contarle sus angustias, y oyó que Nuestro Señor le decía: "¡Ánimo, que estas cosas no te van a impedir entrar en el Paraíso!".
La petición más frecuente del Hermano Carlos a Dios era ésta: "¡Señor, enciéndeme en amor a Ti!". Y tanto la repitió, que un día durante la elevación de la Santa Hostia en la Misa, sintió que un rayo de luz salía de la Sagrada Forma y llegaba a su corazón.
Al fin, los Superiores se convencieron de que este sencillo Religioso era un verdadero hombre de Dios, por lo que le permitieron escribir su autobiografía y publicar dos libros más, uno acerca de la oración y otro acerca de la meditación.
El Papa Juan XXIII lo declaró Santo en 1959, porque su vida es un ejemplo de que aún en los oficios más humildes y en medio de humillaciones e incomprensiones, podemos llegar a un alto grado de santidad y ganarnos la gloria del Cielo.
Bogotá, Colombia (1966) - Gracias Padre celestial por todas las bendiciones que recibo cada instante y por darme un año más de vida, en Cristo tu Hijo y con nuestra madre celeste.
Guatemala, Guatemala - Te deseo con todo mi amor feliz cumpleaños, que Dios te de muchos años con su presencia y su Voluntad! te amo y deseo estar siempre a tu lado hasta que seamos ancianitos contentos aceptando en paz lo que nuestro Señor quiera de nosotros siempre diciendo el si de Mamá María. Recibe millón de besos mios y de tus 3 hijos.
Lima, Perú - Recordando un Aniversario de Matrimonio de 25 Años de Mucha Felicidad en nuestro rol como Esposos y de Padres de una Maravillosa hija que Dios nos dio. Siempre estaré agradecido a Dios por haberme dado a una maravillosa Esposa e Hija y de todos los momentos felices que paso y disfrutamos nosotros día a día.
Alcé la vista y vi a un hombre con un cordel de medir. Pregunté: "¿Adónde vas?" Me contestó: "A medir Jerusalén, para comprobar su anchura y longitud." Entonces se adelantó el ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, diciéndole: "Corre a decirle a aquel muchacho: "Por la multitud de hombres y ganados que habrá, Jerusalén será ciudad abierta; yo la rodearé como muralla de fuego y mi gloria estará en medio de ella -oráculo del Señor-."" "Alégrate y goza, hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti -oráculo del Señor-. Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán pueblo mío, y habitaré en medio de ti."
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, / anunciadla en las islas remotas: / "El que dispersó a Israel lo reunirá, / lo guardará como un pastor a su rebaño." R.
"Porque el Señor redimió a Jacob, / lo rescató de una mano más fuerte." / Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, / afluirán hacia los bienes del Señor. R.
Entonces se alegrará la doncella en la danza, / gozarán los jóvenes y los viejos; / convertiré su tristeza en gozo, / los alegraré y aliviaré sus penas. R.
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres." Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Al Hijo del hombre lo van a entregar. Les daba miedo preguntarle sobre el asunto (Lucas 9,43b-45)
El destierro y las demás persecuciones que vivieron los judíos sirvieron al misterioso plan de la providencia divina. Zacarías, profeta de esperanza, sabe asegurar al pueblo que Dios sabe lo que está haciendo. 4 min. 39 seg.
1.1 El libro del profeta Zacarías hace una aparición demasiado discreta en la Liturgia de la Palabra de nuestra Santa Misa: sólo lo tendemos con nosotros tres días, si no hay alguna fiesta o solemnidad entretanto. Nos apoyamos en una breve cita de la edición de estudio de "Dios Habla Hoy" para enmarcar el pasaje de hoy.
1.2 "El libro de Zacarías consta de dos partes claramente diferenciadas. La primera comienza con una exhortación profética al arrepentimiento y a la conversión (1,26), y continúa con una serie de visiones simbólicas (1,76,8). Por su forma literaria, estas visiones se asemejan a las de Amós (7,19,4) y a las de Jeremías (1,1114). Pero las de Zacarías son en general más complejas y detalladas, y en ellas el Señor está representado por un ángel intérprete, que da explicaciones, hace preguntas o responde a los interrogantes que le plantea el profeta. Además, el complejo simbolismo de estas visiones dificulta frecuentemente la interpretación de algunos detalles.
1.3 "No obstante esta dificultad, las ideas predominantes en la primera parte del libro son suficientemente claras. Los temas que más se destacan son el amor y la compasión del Señor hacia Jerusalén (1,14.16), la humillación de las naciones opresoras que dispersaron a Judá (1,21[2,4]), la eliminación de toda maldad y de todo pecado en el pueblo de Dios (5,4.8) y la esperanza mesiánica (cf. particularmente 4,114). El profeta dedica también atención especial a la reconstrucción del templo (1,16; 4,810; 6,15), y describe con entusiasmo el futuro esplendor de la ciudad santa: Jerusalén será una ciudad abierta, que no necesitará la protección de una muralla, porque la gloria del Señor habitará en medio de ella (2,5[9])".
1.4 El gran paso adelante que nos trae Zacarías en el texto de hoy es que la alegría de la reconstrucción de Jerusalén, ciertamente propia de todos los libros que se sitúan en el tiempo posterior al destierro, aquí está unida al gozo de ver cómo el pueblo de Dios se extiende más allá de la raza, es decir, de la descendencia según la carne y la sangre.
1.5 Leemos, en efecto: "Muchas naciones se unirán al Señor en aquel día; ellas también serán mi pueblo". Y conmueve pensar que entre esas "muchas naciones" estamos también nosotros: colombianos, irlandeses, paraguayos, canadienses, norteamericanos, sudaneses, tibetanos... Nuestra presencia en la casa de Dios y en alianza con Dios no es un accidente: es el fruto de la voluntad benévola y piadosa de Dios, que lo anunció por boca de sus santos profetas.
2. Más popularidad pero con más claridad
2.1 El evangelio de hoy, entretanto, nos presenta la paradójica enseñanza de Cristo sobre el desenlace de su vida. Su popularidad ha crecido, pero así también hace él que crezca la claridad de su mensaje sobre el sombrío futuro que le aguarda.
2.2 Definitivamente Cristo no se puso nunca a hacer extrapolaciones del tipo: "ya vemos que nos quiere mucha gente y que muchos nos aceptan; ¡pronto serán todavía más!". Al contrario, haciendo evidente contrapeso a los aplausos y elogios de la gente, Cristo dice a sus discípulos (¡y a sí mismo!) que lo que viene es traición, dolor, tortura, cruz y muerte.
2.3 Es interesante la anotación que nos da Lucas. Los discípulos, por una parte no entienden, pero por otra sienten temor de preguntar. ¿Por qué temor? Un comentarista protestante, Matthew Henry, adelanta una hipótesis: "no querían ser despertados de su sueño placentero", porque en realidad es "sueño" pretender que la vida cristiana va de victoria en aplauso y de elogio en risa. Otros piensan que el temor venía de no querer ser reprendidos en su ignorancia, pues en otros lugares vemos que alguna vez Cristo les había mostrado su torpeza y se había quejado de su lentitud para aprender (cf. Mt 16,9) y también de su poca fe (cf. Lc 9,41). Esto es interesante reconocerlo, porque esa misma clase de temores pueden asaltarnos a nosotros.