Epafrodito parece haber nacido en Filipos. Había ido a Roma, donde Pablo estaba cautivo, para llevarle una nueva colecta de parte de los filipenses.
Allí cayó enfermo de cuidado, pero Dios tuvo misericordia de él y no quiso añadir tristeza sobre el alma de Pablo.
Los mismo filipenses, al saber que su emisario había estado enfermo, ardían en deseos de volverlo a ver, por lo que Pablo no dudó en separarse de su amado colaborador y lo despidió con una carta para los fieles de Filipos.
En la carta, Pablo rogaba a sus queridos neófitos, que recibieran a su compatriota con toda alegría en el Señor, ya que para realizar la misión que le habían encomendado, se había visto al borde de la muerte.
Entregaba su existencia, para suplir los cuidados que los filipenses no le podían dar.
Fuera de este auténtico testimonio, no se poseen otros detalles de la vida de Epafrodito. Sin embargo, el Martirologio Romano señala, que, "luego fue Obispo de Terracina, enviado por San Pedro cuando éste estuvo en Roma bautizando a un buen número de conversos, dejando como Obispo a Lino y partiendo a Terracina, donde consagró a Epafrodito".