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San León IX nació en 1002 en Alsacia, que formaba entonces parte del Sacro Romano Imperio.
A los cinco años, Bruno, como se llamaba el futuro León IX, se dirigió a estudiar a la Escuela de Bertoldo, Obispo de Toul. En ella empezó a mostrar su talento excepcional.
Terminados los estudios, fue nombrado Canónigo de la Iglesia de San Esteban de Toul. Cuando el Obispo de Toul murió, el pueblo lo eligió para que le sucediese.
El día de la Ascensión, en 1027, Bruno resultó ser consagrado. Gobernó la Diócesis durante veinte años, introduciendo una disciplina más estricta entre su Clero, tanto secular como regular.
De esta manera logró reavivar la disciplina y el fervor de los grandes Monasterios de su Diócesis, e introdujo en ella la reforma de Cluny.
En 1048 lo nombraron sucesor del Papa Dámaso II, tomando el nombre de León IX. A lo largo de su Pontificado luchó fuertemente contra la simonía, y lanzó severos decretos contra la decadencia del celibato eclesiástico.
Asimismo, ayudó a promover entre el Clero de Roma la vida comunitaria, como también la predicación y el canto sagrado.
Bogotá, Colombia. - El Espíritu Santo les cubra siempre de los dones que el Señor ha tenido para darles y que por su misma gracia santificante los sepan siempre administrar. Con todo mi amor, Jreannette l.
En aquellos días, Pedro dijo a la gente: "El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados."
Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos (Hechos 3,13-15.17-19)
Salmo
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; / tú que en el aprieto me diste anchura, / ten piedad de mí y escucha mi oración. R.
Hay muchos que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha, / si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?" R.
En paz me acuesto y en seguida me duermo, / porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. R.
Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor. (Salmo 4)
2a.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: "Yo lo conozco", y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
Él es víctima de propiciación por nuestros pecados y también por los del mundo entero (1 Juan 2,1-5)
Evangelio
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: "Paz a vosotros." Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: "¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo." Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: "¿Tenéis ahí algo de comer?" Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: "Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse." Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto."
Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día (Lucas 24,35-48)
Así como la muerte verdadera de Cristo garantiza la verdad de la resurrección, así reconocer la muerte que el pecado ha traído es camino que conduce a acoger la gracia del Resucitado. 4 min. 16 seg.
Nuestros pecados empujaron a Cristo hacia la muerte y hasta la muerte; su resurrección nos empuja del sepulcro de nuestros pecados a vida nueva. 29 min. 14 seg.
El Señor ha resucitado y tú participas de su vida nueva, por eso eres victorioso sobre las tinieblas, sobre el demonio, sobre la muerte y sobre el pecado. ¡Bendito sea Jesucristo! 4 min. 35 seg.
Nos movemos a buscar el perdón y la conversión al meditar en que Cristo al padecer expone la gravedad del pecado y la misericordia de Dios, y que al resucitar nos enseña que el amar y el servir no son un fracaso. 4 min. 1 seg.
Las lecturas de este domingo nos invitan a reconocer que el Crucificado es en verdad el mismo Resucitado, con todo lo bello y exigente que ello trae a nuestra vida cristiana. 15 min. 58 seg.
Jesús Resucitado está tan cerca de nosotros y a la vez tan distinto de nosotros; tan cerca y a la vez nos llama a caminar una vida nueva, a la gloria del cielo. 4 min. 45 seg.
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1.1 Más allá de la tumba, un misterio celoso, casi arrogante, ciega nuestra mirada y desafía nuestra inteligencia. La muerte muestra con orgullo sus triunfos incesantes y reporta victoria sobre todos: niños y ancianos, hombres y mujeres, infelices que la han pretendido como escape desesperado o boyantes transeúntes que jamás hubieran querido encontrarse con ella. Sólo una cosa parece cierta y general: ante la puerta de la muerte habremos de comparecer todos.
1.2 Esta certeza universal explica suficientemente la reacción de los discípulos ante la aparición del Resucitado. Bien anota el evangelista: "creían ver un fantasma...". De la misma raíz que "fantasía", el fantasma incluye por contraste la idea de un terror que sobrecarga los sentidos y paraliza el pensamiento.
1.3 Es interesante ver que esa impresión sobrehumana, lejos de ayudar, impide creer, pues Cristo les pregunta: "¿por qué surgen dudas en su interior?". La fe entonces es más que asombro colosal, es más que una puerta sobre el abismo de lo incognoscible, es más que la desagradable impresión de palpar el propio límite.
1.4 Jesús en realidad quiere vencer esa distancia infinita que nos aparta de lo que no podemos controlar con nuestra inteligencia y por eso da a palpar su límite, esto es, la frontera que su misericordia ha querido visitar y habitar por nuestra salvación: "Tóquenme y convénzanse de que un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que yo tengo".
1.5 ¡Ay, Dios! Y con semejante testimonio, que más claro no se le encontrará, ha habido todavía llamados teólogos que niegan la resurrección corporal del Señor... Tenga él piedad de ellos y de todos nosotros. Que si el primer impulso es castigar a quienes tales cosas enseñan, será mejor amar y compadecer, bien que sosteniendo firme la fe inconcusa de los apóstoles y de la Iglesia entera. El evangelio nos explica, al fin y al cabo, que sólo cuando Dios abre el entendimiento es posible admitir que hubo una que rompió la trampa y escapó del vientre cenagoso de la muerte. Se llama Jesucristo.
2. Creer en el amor
2.1 La segunda lectura de hoy da un paso más. La frase fundamental quizás es: "Sabemos que conocemos a Dios, si cumplimos sus mandamientos". La fe no es una historia que endulza nuestros oídos simplemente. La fe no es un relato épico que se contenta con tonificar el corazón. Es una fuerza de vida, y como tal tiene su lugar propio en la vida.
2.2 El apóstol Juan nos habla así en esta lectura porque ya en su tiempo hubo quienes pretendían que la fe era una "gnosis", es decir, un "conocimiento" destinado solamente a nuestra alma y sin una repercusión real ni en nuestro cuerpo ni en lo que hiciéramos con él. Aquella "gnosis", que ha permanecido larvada o descarada durante los siglos, va por eso dando bandazos entre el desprecio que mutila lo corporal y el desafuero que predica y practica el libertinaje.
2.3 Frente a esa demencia, nuestra fe, como la hemos recibido de los apóstoles, tiene un rostro definido: "el amor de Dios llega verdaderamente a su plenitud en aquel que cumple su palabra; esta es la prueba de que estamos en él". Somos de Cristo significa: vamos en seguimiento de Cristo.