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No hay que confundirlo con el conocidísimo Álvaro de Córdoba, Paulo, que vivió en el gran siglo IX de los Mártires cordobeses y que fue íntimo amigo del Mártir San Eulogio.
Ese Paulo estuvo desempeñando un papel de apologeta en la España mozárabe de los Omeyas, carteándose con su maestro Espeaindeo, dejando escritos, -aunque en bajo latín-, que defendían los misterios de la fe cristiana con un apasionamiento y una fortaleza inusual, aún cuando ponía en peligro su vida.
Éste fue un hombre casado y con hijos, fuerte en la fe, íntegro en la verdad de la coherencia, intelectual vibrante hasta el agotamiento. Pasó su existencia practicando la vida de fe, que profesaba en un continuo alentar a los creyentes en Cristo durante un tiempo que llevó a bastantes, incluso a pastores cualificados, a la apostasía de ella.
Nunca admitió la componenda ni el rebaje de los compromisos adquiridos. Estuvo al lado de sus hermanos sufrientes, minusvalorados, arrinconados, maltratados socialmente, a veces perseguidos y algunos martirizados.
Murió en pobreza con la entereza de la fe. Quizá mereciera ser llevado a los altares, sirviendo de ejemplo y ayuda para los audaces que en todo tiempo y en cualquier lugar del mundo, se ven forzados a defender su condición cristiana.
Pero, eso no nos corresponde a nosotros. De hecho, la grandeza de este Álvaro es notable. Sin embargo, no ha sido invocado como Santo en la Iglesia universal, y no aparece, a pesar de su grandeza, entre los Santos de su tiempo que pasaron por el martirio, dejando su sangre. Pertenece al numerosísimo grupo de Santos anónimos que hicieron «los moros» mientras tuvieron al cordobés dominado.
Álvaro de Córdoba, el Beato, es otro no menos insigne en sus obras, santidad y apostolado. No menos grande por lo difícil que lo tuvo en las circunstancias del siglo XV, ni menos incisivo en la repercusión posterior de su obra.
Nació a finales del siglo XIV y murió en el año 1430. Pasó primero su vida entre el claustro y la docencia en la Universidad de Salamanca. En los albores del siglo XV dejó la cátedra, para recorrer los senderos de España, Provenza, Saboya e Italia, vibrante de inquietud y con dinamismo paulino, aguijoneado por la urgencia del apostolado.
Los tiempos eran difíciles, malos. Pasó la peste negra asolando Europa y dejando los conventos vacíos, que luego intentaron llenarse con gente no preparada, por lo que decayó la tensión religiosa.
La corrupción de costumbres estaba de hecho generalizada. Los pastores sesteaban. Había, con ínfulas de legitimidad, tres tiaras. Unos obedecían como legítimo al Papa de Avignón, otros al de Roma y otros al que se encontraba en Pisa.
A Álvaro le dolía el alma. Predicaba, observaba, rezaba y hacía penitencia por la unidad tan deseada. A su vuelta a España lo nombraron confesor de la reina Catalina de Lancaster y de su hijo Juan II.
Pero, Álvaro dejó pronto la corte, porque anhelaba la reforma dominicana. Obtuvo los permisos para establecer Conventos reformados en los reinos de España. Martín V lo nombró Prior de todos los Conventos dominicos reformados en España.
Fundó Escalaceli, a siete kilómetros de Córdoba, primero de los reformados de la Orden dominicana, que muy pronto se extendería con Portaceli en Sevilla.
Enamorado de la Pasión de Cristo, -la que le llevó a Tierra Santa-, plantó pasos que recuerdan la Pasión de Jesús en la Sierra de Córdoba, desde Getsemaní hasta la Cruz del Gólgota. Piadosamente rezaba, meditaba y recorría una y otra vez los distintos momentos, o pasos, o estaciones del Itinerario Doloroso del Señor.
Era para Álvaro y sus religiosos la Vía Dolorosa recordadora. Luego, el holandés Adricomio y el Padre Daza, darían la forma y fijarían en catorce las estaciones al primer Via Crucis que Leonardo de Porto Mauricio populizaría más adelante también en Italia, importándolo de España.
Escalaceli es centro de peregrinaciones de las gentes, que cada vez desde sitios más distantes, pasan noches en vela, rezan, lloran sus pecados, piden perdón, expían y luego cantan.
De ella recibió buen influjo y enseñanza la devoción del pueblo andaluz por sus Macarenas, sus Cristos crucificados y sus «pasos» de Semana Santa.
¡Sí! Aquello abrió tan profundo surco en la cristiana alma andaluza, como las heridas que hicieron en la madera las gumías de Martínez Montañés, Juan de Mesa y Cristóbal de Mora.
Cañada de Gomez, Argentina (1987) - Damos gracias a Dios por la vida de nuestro segundo hijo. Y pedimos que el Señor continue visitando su corazón, iluminando su camino y animando las decisiones de su proyecto de vida.
Panamá, Panamá (2003) - Sólo mueren aquellos de los cuales ya no se tiene memoria. La memoria de una buena madre, siempre estará en el corazón de un buen hijo.
Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra, y que todo su modo de pensar era siempre perverso, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le pesó de corazón. Y dijo: "Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado; al hombre con los cuadrúpedos, reptiles y aves, pues me pesa de haberlos hecho."
Pero Noé alcanzó el favor del Señor. El Señor dijo a Noé: "Entra en el arca con toda tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado en tu generación. De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de los no puros, una pareja, macho y hembra; y lo mismo de los pájaros, siete parejas, macho y hembra, para que conserven la especie en la tierra. Dentro de siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días con sus noches, y borraré de la superficie de la tierra a todos los vivientes que he creado." Noé hizo todo lo que le mandó el Señor. Pasados siete días vino el diluvio a la tierra.
Hijos de Dios, aclamad al Señor, / aclamad la gloria del nombre del Señor, / postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.
La voz del Señor sobre las aguas, / el Señor sobre las aguas torrenciales. / La voz del Señor es potente, / la voz del Señor es magnífica. R.
El Dios de la gloria ha tronado. / En su templo un grito unánime: "¡Gloria!" / El Señor se sienta por encima del aguacero, / el Señor se sienta como rey eterno. R.
El Señor bendice a su pueblo con la paz. (Salmo 28)
Evangelio
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: "Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes." Ellos comentaban: "Lo dice porque no tenemos pan." Dándose cuenta, les dijo Jesús: "¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?" Ellos contestaron: "Doce." "¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?" Le respondieron: "Siete." Él les dijo: "¿Y no acabáis de entender?"
Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes (Marcos 8,14-21)
A menudo la Biblia hace descripciones bastante antropomórficas de Dios. Detrás de ese lenguaje, que en su sencillez resulta accesible a todos, hay, sin embargo, verdades profundas. Por ejemplo: el plan de Dios no puede ser compatible con la acumulación desbocada del pecado de los hombres. 4 min. 9 seg.
¡Tiene sentido luchar por la humanidad! En esta época de diluvio el arca es la fe, la Iglesia, el corazón de la Virgen María, el pequeño resto que sigue fiel a Dios, la cruz del Señor. 4 min. 51 seg.
Dios siempre está dispuesto a volver a empezar con la humanidad. Miremos su infinita condescendencia que se abaja y que una y otra vez nos sigue buscando. 5 min. 4 seg.
Dios quiere que nuestras pasiones estén bajo el control de la voluntad, la voluntad esté guiada por la inteligencia, la inteligencia esté iluminada por la fe y la fe nos ponga bajo el gobierno y reinado del Señor. 4 min. 52 seg.
El verdadero discípulo debe cuidarse de no caer en las apariencias que suelen ser contagiosas y cuidado también en entrar en ese régimen falso de privilegios y amenazas. 6 min. 48 seg.
1.1 Cuando el mal alcanza ciertos límites y los sobrepasa todos pensamos en soluciones radicales. Y la solución radical por antonomasia es sencilla y brutal: acabar con todo; arrancar el mal hasta su raíz más honda. Tal es el panorama que nos presenta la primera lectura de hoy. Dios, como tomando sobre sí esos sentimientos de disgusto infinito que uno puede sentir, por ejemplo ante la crueldad con los inocentes, enuncia su propósito: "borraré de la superficie de la tierra a los hombres que he creado" (Gén 6,7).
1.2 Es interesante conjeturar un poco por qué el relato toma este aspecto tan claramente "humano". He aquí a un Dios que piensa y "siente" como nosotros. ¿Es este Dios o es una proyección de nuestros sentimientos magnificados mil millones de veces? ¿Es una enseñanza sobre cómo es Él o una enseñanza sobre qué pasaría si nuestros poderes o los deseos recónditos del alma humana se amplificaran sin medida? Algunos estudiosos de la Biblia ven en este género literario, propio del autor llamado "yahvista", un modo pedagógico de expresar en lenguaje nuestro aquello que Dios es íntimamente. La idea entonces no es que Dios se entristeció una mañana, no supo qué hacer a mediodía y por la tarde se le ocurrió inundarlo todo con el diluvio. Es evidente que hay aquí un gran simbolismo, que en lenguaje de conceptos se podría traducir más o menos así: a la justicia y a la santidad divinas repugna la irracionalidad cruel que el pecado propaga en el mundo desde las entrañas corrompidas del hombre rebelde a su Creador.
1.3 ¿Sería mejor quedarnos con esa "traducción" conceptual? No necesariamente. Al fin y al cabo no es cierto que nuestras metáforas estén más lejos o nuestros conceptos más cerca de la esencia viva de un Dios que todo lo trasciende (cf. Ef 4,6). Cualquier palabra sobre Dios es, en el mejor de los casos, una "indicación", una "seña", y en ese sentido quizá son más útiles las señas que se sabe que son señas, que las señas que parecen ya atrapar en su formalidad todo... incluso a Dios.
2. El único justo
2.1 Noé es un remanente de justicia en un mundo depravado. El mal se abalanza y crea su propio diluvio de delitos y seducciones, al que trata de poner término el diluvio divino; pero antes de hacer justicia Dios cuida del justo. Noé es una victoria no tanto sobre el diluvio de agua sino especialmente sobre el diluvio de la maldad que parecía reinar en todo y en todos. Noé es una señal elocuente del freno que Dios pone a la presunción del mal, incluso cuando pareciera que nadie puede sustraerse a su encanto o su puño.
2.2 Hay que destacar en el envío de las aguas, que por cierto no sólo caían sino que también brotaban de la tierra (Gén 7,11), cómo la creación corre la misma suerte del hombre. Se hunde la casa con su administrador. Por la misma razón, si va a salvarse la raza humana a través de Noé, pues también a través de él se salva una semilla de un mundo nuevo: es lo que representan esas parejas de animales puros e impuros. En esto entendemos que el mundo visible, incluso después del pecado original, está sujeto al ser humano y que todos tenemos una responsabilidad con la creación.
2.3 El único justo es también el obediente por excelencia, ya que "antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos" (Mt 24,38-39). Obedecer a Dios significa ir en contravía de los hombres, ya nos queda claro. "¿Para qué un arca, para qué frenar el frenesí de nuestras codicias y placeres?", podría preguntar la gente.
2.4 Y así nos preguntan o nos siembran con su duda también hoy: ¿para qué frenar el apetito de cosas y gustos? ¿Por qué no dejar que la vida se expanda y busque su propia medida según el ímpetu de solo deseo? ¿Por qué no intentar que la tierra sea, después de todo, un paraíso de delicias o un imperio de nuestros caprichos y voluntades? Y sin embargo, "por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó un arca para la salvación de su casa, por la cual condenó al mundo, y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe" (Heb 11,7).
2.5 Y así concluye la Escritura: "Si Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio; si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, un predicador de justicia, con otros siete, cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos; si condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas de ejemplo para los que habrían de vivir impíamente después; si rescató al justo Lot, abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos (porque ese justo, por lo que veía y oía mientras vivía entre ellos, diariamente sentía su alma justa atormentada por sus hechos inicuos), el Señor, entonces, sabe rescatar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio" (2Pe 2,4-9)