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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Miércoles, Diciembre 18 de 2030[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Adviento
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Lectura: |
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1a. |
Suscitaré a David un vástago legítimo (Jeremías 23,5-8) |
Salmo |
Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente. (Salmo 71 ) |
Evangelio |
Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David (Mateo 1,18-24) |
Núm. |
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1995/12/18 |
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1996/12/18 |
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1997/12/18 |
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1999/12/18 |
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2001/12/18 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1. No temas recibir a María1.1 Las palabras del ángel nos indican que Jesús no llega como un obstáculo, estorbo o impedimento en el camino matrimonial de José y María. Jesús es un regalo para la fecundidad de María, que así ve su capacidad maternal colmada de modo maravilloso, pero también, y por la misma razón, Jesús es el regalo que colma la paternidad de José. Si María es madre virginal de Jesús, José es padre virginal de Jesús. 1.2 Debemos, pues, superar la idea de un José que quería ser esposo de María y finalmente tuvo que ser una especie de guardaespaldas de ella. La llegada de Jesús al amor entre José y María no interrumpe este amor sino que lo bendice. Después de este anuncio del ángel José es y se siente más esposo que nunca, más papá que nunca. 1.3 Los papás engendran a los hijos de sus esposas dando a ellas amor. La acción del Espíritu Santo en la encarnación del Verbo no es un modo de reemplazar a José sino un modo de tomar el amor de José y levantarlo a la estatura inmensa del amor de Dios. José, en efecto, pensaba retirarse del lado de María porque no podía legalmente llamar suyo lo que no era suyo. Es evidente entonces que las palabras del ángel le traen la paz porque le están diciendo: "¡es tuyo!". Así como el Niño Jesús, viniendo del Espíritu viene de María, así también, viniendo del Espíritu viene de José, y José puede y debe llamarlo "suyo". 1.4 El Espíritu toma la capacidad "co-creadora" de María y de José y la eleva a un orden nuevo, sin anular el hecho fundamental de que Jesús viene de ellos, aunque no por unión carnal de ellos, sino por un modo inédito de su acción en nuestra historia. 2. El Nombre de Jesús2.1 De acuerdo con el relato de Mateo, el Nombre de Jesús es revelado a José, junto con una preciosa explicación: "él salvará a su pueblo de los pecados". La etimología de este Nombre es esa: "Yahvé salva". Tenemos, pues, el deber deleitable de saborear este Nombre que en sí mismo contiene nuestra esperanza. 2.2 Jesús salva del pecado. El pecado es la gran desgracia del ser humano. No dice el ángel que Jesús salvaría de otras desgracias sino solamente de esta, porque en esta están incluidas todas. En efecto, en la obra de la creación "vio Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno" (Gén 1,31). Lo único que escapa a esa calificación de bondad es el pecado, que no viene de Dios. Santa Catalina dice que el pecado no tiene ser, pues Dios ha hecho todo lo que es; el pecado, explica ella, es la escogencia de la nada. Y de esta desventura nos salva el Niño Jesús. 3. Un Éxodo más grande3.1 Salir del pecado es el gran éxodo. Un éxodo mayor que salir del poder del faraón, e incluso más grande que volver del destierro a Babilonia. Jesús es el nuevo y mayor Moisés, que conduce al pueblo, cruzando las aguas del bautismo, hacia la tierra de promisión. 3.2 Lo mejor que podía imaginar Jeremías, en cuanto a éxodos, era la salida del país del destierro y la reconstrucción de Judá y de Israel en unidad. Es un modo de referirse al tiempo casi idílico del reinado de David. En Jeremías, sobre todo, es sensible esa añoranza de aquel reinado en que hubo paz en las fronteras y unidad entre Judá e Israel. Jesús será entonces el nuevo y mayor David, que, venciendo sobre nuestros enemigos, da unidad y paz a la Casa de Dios. 3.3 En la Eucaristía degustamos una señal de ese amor salvador y de ese poder redentor. En la Eucaristía Dios detiene el imperio de la muerte y nos deja gustar el sabor de la paz y de la unidad. En la Eucaristía los bienes anunciados se dejan sentir como bienes ya presentes. ¡Bendito Dios! |
-Fr. Nelson Medina, OP
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