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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Domingo, Noviembre 18 de 2007[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Ciclo C, Tiempo Ordinario,
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Lectura: |
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1a. |
Os iluminará un sol de justicia (Malaquías 3, 19-20a) |
Salmo |
El Señor llega para regir los pueblos con rectitud. (Salmo 97) |
2a. |
El que no trabaja, que no coma (2 Tesalonicenses 3, 7-12) |
Evangelio |
Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas (Lucas 21, 5-19) |
Núm. |
Datos |
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Más... |
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1995/11/18 |
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1998/11/15 |
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2007/11/18 |
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2010/11/14 |
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2013/11/17 |
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2013/11/17 |
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2016/11/13 |
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2016/11/13 |
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2019/10/17 |
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10 |
2019/11/17 |
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11 |
2022/11/13 |
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12 |
2022/11/13 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1 |
1. Un Día Grande y Terrible1.1 A medida que llegamos al final del año litúrgico las lecturas nos invitan a reflexionar sobre el final de nuestra propia vida y también sobre el término y meta de cuanto conocemos. La imagen es muy fuerte: un día terrible, algo muy fuerte está por llegar y caerá como un lazo sobre toda la tierra. 1.2 Los católicos solemos desconfiar de ese lenguaje que más bien asociamos con la típica predicación de las sectas protestantes. El asunto se ha vuelto hasta motivo de chistes y graffitis. Es entendible, por lo demás, porque Mormones, Testigos de Jehová y una amplia variedad de Pentecostales han predicho finales inminentes sólo para después explicar por qué el gran final todavía no llega. 1.3 Hay un peligro en ese estilo protestante que pretende causar impacto leyendo las noticias de los periódicos y queriendo encontrarles siempre el versículo que "ya lo había predicho." Pero, atención: hay también un peligro en olvidar que la Escritura tiene mucho que decir sobre la vida que llevamos y mucho más que decir sobre el destino y la eternidad de nosotros y del universo entero. 1.4 Se llama "escatología" el estudio teológico de los acontecimientos finales. Así que cabe diagnosticar escatología hipertrofiada en muchos grupos protestantes y deficiencia escatológica en la mayor parte del pueblo católico. 2. La Imagen del Fuego2.1 Cuando se habla del desenlace de la Historia viene a la mente la imagen del fuego. La lectura del profeta Malaquías nos habla de un "horno encendido;" el evangelio, por su parte anuncia que "habrá también señales prodigiosas y terribles en el cielo." 2.2 Lo primero aquí es anotar que el fuego cumplía en la antigüedad funciones bien diversas. Entre estas, viene al caso nombrar que sirve para purificar, que es también un modo de "discernir," y también para destruir, que es un modo de "castigar." En particular, las alusiones al fuego que encontramos en las lecturas de hoy van mucho más en el sentido de la dramática purificación que sufrirán los creyentes al final de la Historia humana, cuando sea inevitable que aparezca quién cree y quién no cree en Dios; quién acepta y quién rechaza su oferta de gracia. 3. ¿Y del Infierno?3.1 Cuando el 28 de junio de 1.999 el Papa Juan Pablo II ofreció una catequesis sobre las realidades escatológicas que precisamente estamos meditando hoy, muchos medios de comunicación dijeron que ahora el Papa enseñaba que el infierno no existía. Dejemos que sean sus palabras las que nos guíen: 3.2 El infierno es algo muy diferente: es la última consecuencia del pecado mismo, que se vuelve contra quien lo ha cometido. Es la situación en que se sitúa definitivamente quien rechaza la misericordia del Padre incluso en el último instante de su vida. 3.3 Para describir esta realidad, la sagrada Escritura utiliza un lenguaje simbólico, que se precisará progresivamente. En el Antiguo Testamento, la condición de los muertos no estaba aun plenamente iluminada por la Revelación. En efecto, por lo general, se pensaba que los muertos se reunían en el sheol, un lugar de tinieblas (cf. Ez 28, 8. 31, 14; Job 10, 21 ss; 38, 17; Sal 30, 10; 88, 7.13), una fosa de la que no se puede salir (cf. Job 7, 9), un lugar en el que no es posible dar gloria a Dios (cf. Is 38, 18; Sal 6, 6). 3.4 El Nuevo Testamento proyecta nueva luz sobre la condición de los muertos, sobre todo anunciando que Cristo, con su resurrección, ha vencido la muerte y ha extendido su poder liberador también en el reino de los muertos. 3.5 Sin embargo, la redención sigue siendo un ofrecimiento de salvación que corresponde al hombre acoger con libertad. Por eso, cada uno será juzgado «de acuerdo con sus obras» (Ap 20, 13). Recurriendo a imágenes, el Nuevo Testamento presenta el lugar destinado a los obradores de iniquidad como un horno ardiente, donde «será el llanto y el rechinar de dientes» (Mt 13, 42; cf. 25, 30. 41) o como la gehenna de «fuego que no se apaga» (Mc 9, 43). Todo ello es expresado, con forma de narración, en la parábola del rico epulón, en la que se precisa que el infierno es el lugar de pena definitiva, sin posibilidad de retorno o de mitigación del dolor (cf. Lc 16, 19-31). 3.6 También el Apocalipsis representa plásticamente en un «lago de fuego» a los que no se hallan inscritos en el libro de la vida, yendo así al encuentro de una «segunda muerte» (Ap 20, 13 ss). Por consiguiente, quienes se obstinan en no abrirse al Evangelio, se predisponen a «una ruina eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Tes 1, 9). 3.7 Las imágenes con las que la sagrada Escritura nos presenta el infierno deben interpretarse correctamente. Expresan la completa frustración y vaciedad de una vida sin Dios. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría. Así resume los datos de la fe sobre este tema el Catecismo de la Iglesia católica: «Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno» (n. 1033). 3.8. La fe cristiana enseña que, en el riesgo del «sí» y del «no» que caracteriza la libertad de las criaturas, alguien ha dicho ya «no». Se trata de las criaturas espirituales que se rebelaron contra el amor de Dios y a las que se llama demonios (cf. concilio IV de Letrán: DS 800-801). Para nosotros, los seres humanos, esa historia resuena como una advertencia: nos exhorta continuamente a evitar la tragedia en la que desemboca el pecado y a vivir nuestra vida según el modelo de Jesús, que siempre dijo «sí» a Dios. 3.9 La condenación sigue siendo una posibilidad real, pero no nos es dado conocer, sin especial revelación divina, si los seres humanos, y cuáles, han quedado implicados efectivamente en ella. El pensamiento del infierno -y mucho menos la utilización impropia de las imágenes bíblicas- no debe crear psicosis o angustia; pero representa una exhortación necesaria y saludable a la libertad, dentro del anuncio de que Jesús resucitado ha vencido a Satanás, dándonos el Espíritu de Dios, que nos hace invocar «Abbá, Padre» (Rom 8, 15; Gál 4, 6). |
-Fr. Nelson Medina, OP
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