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El Evangelio de San Mateo describe a San Simeón como uno de los parientes o hermanos del Señor. Su padre era Cleofás, hermano de San José, y su madre, hermana de la Virgen María, siendo Simeón primo carnal del Señor.
Sin duda, el Santo fue uno de los hermanos de Jesús que recibió el Espíritu Santo el día de Pentecostés.
Habiendo sido asesinado Santiago, el menor, por los judíos, los Apóstoles y discípulos se reunieron para elegir a su sucesor en la sede de Jerusalén. Por unanimidad, escogieron a Simeón.
En el año 66 estalló en Palestina la guerra civil a consecuencia de la oposición de los judíos a los romanos. Parece que los cristianos de Jerusalén recibieron del Cielo el aviso de que la ciudad sería destruida y que debían salir de ella sin tardanza, refugiándose con el Santo en la ciudad de Pela.
Después de la toma y destrucción de Jerusalén, los cristianos volvieron y se establecieron en las ruinas, hasta que el emperador Adriano arrasó con los escombros.
Este hecho permitió que la Iglesia floreciera grandemente y que numerosos judíos se convirtieran al cristianismo, debido a los milagros obrados por los Santos.
Vaspaciano y Domiciano mandaron matar a todos los miembros descendientes de David, pero Simeón consiguió escapar.
Sin embargo, durante la persecución de Trajano, fue denunciado como cristiano y descendiente de David. Sentenciado a muerte por el gobernador romano Ático, resultó ser torturado y crucificado, soportando con fortaleza y valentía el suplicio, pese a que contaba con 120 años.
Hericy, Francia - Que el Señor guarde todos los días de tu vida, te amo profundamente. Tu mami, gracias por ser ese ser especial que todos los padres anhelamos, besos.
Bogotá, Colombia (1880) - La Congregación de dominicas de Santa Catalina de Sena fue fundada por dos colombianos: Madre Gabriela de San Martín (Boyacense) y Fray Saturnino Gutierrez O.P. (Bogotano)
Mexicali, México - Doy gracias a Dios por los 49 años de unión matrimonial de mis padres, para quienes pido paz, gozo y salud de cuerpo y alma como regalo especial en este día.
Pasados cuarenta días, Noé abrió el tragaluz que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que voló de un lado para otro, hasta que se secó el agua en la tierra. Después soltó la paloma, para ver si el agua sobre la superficie estaba ya somera. La paloma, no encontrando donde posarse, volvió al arca con Noé, porque todavía había agua sobre la superficie. Noé alargó el brazo, la agarró y la metió consigo en el arca. Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca; ella volvió al atardecer con una hoja de olivo arrancada en el pico. Noé comprendió que el agua sobre la tierra estaba somera; esperó otros siete días, y soltó la paloma, que ya no volvió. El año seiscientos uno, el día primero del mes primero, se secó el agua en la tierra. Noé abrió el tragaluz del arca, miró y vio que la superficie estaba seca.
Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar. El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo: "No volveré a maldecir la tierra a causa del hombre, porque el corazón humano piensa mal desde la juventud. No volveré a matar a los vivientes, como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche."
¿Cómo pagaré al Señor / todo el bien que me ha hecho? / Alzaré la copa de la salvación, / invocando su nombre. R.
Cumpliré al Señor mis votos / en presencia de todo el pueblo. / Mucho le cuesta al Señor / la muerte de sus fieles. R.
Cumpliré al Señor mis votos / en presencia de todo el pueblo, / en el atrio de la casa del Señor, / en medio de ti, Jerusalén. R.
Te ofreceré, Señor! un sacrificio de alabanza. (Salmo 115)
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego, pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: "¿Ves algo?" Empezó a distinguir y dijo: "Veo hombres; me parecen árboles, pero andan." Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía con toda claridad. Jesús lo mandó a casa, diciéndole: "No entres siquiera en la aldea."
El ciego estaba curado y veía todo con claridad (Marcos 8,22-26)
Ya desde las primeras páginas de la Biblia queda bastante claro que ni siquiera un castigo tan drástico como el diluvio puede sanar del todo la condición pecadora del hombre. La verdadera enfermedad está adentro, en el corazón humano, que tendrá que recorrer su camino hasta volver a la visión y amistad de Dios. 4 min. 15 seg.
Dios bendice al mundo con una nueva fecundidad por medio de parejas que están abiertas a la vida y de personas que lo entregan todo para que encontremos el camino hacia Él. 5 min. 32 seg.
Estamos llamados a reconducir la creación a la gloria del Creador, en primer lugar con nuestro propio cuerpo en amistad con Dios y luego en el uso racional de la tecnología. 5 min. 21 seg.
El cuerpo de Jesús lleno de santidad y pureza es instrumento grandioso de la divinidad, si descubrimos la dignidad del nuestro también podemos hacer de él instrumento de bendición.
8 min. 3 seg.
1.1 Noé no podía saber qué tan grave era la situación afuera después de la terrible catástrofe del diluvio y por eso utiliza mensajeros que le permitan conocer qué sucede. Sus mensajeros fueron dos, un cuervo y una paloma.
1.2 El cuervo es en este caso la imagen de aquellos que velan sólo por sí mismos: voló de un lado a otro hasta encontrar dónde resolver su problema y dónde empezar nueva vida. La paloma es aquí la imagen de aquellos que cuidan por sí mismos tanto como por los demás.
1.3 El cuervo y la paloma encontraron al principio el mismo problema: no había dónde posarse. El cuervo obró solo, se las arregló a su modo y así fue inútil para los demás. La paloma encontró el problema y con su retorno proporcionó preciosa información a Noé y en realidad a todos los demás que iban en el arca.
1.4 Todos tenemos de cuervo y de paloma. Hay momentos en que queremos arreglárnoslas de cualquier modo nosotros solos y no nos damos cuenta de que al obrar así estamos privando a los demás de las riquezas de nuestra propia experiencia, que en un momento dado puede salvarles incluso la vida.
1.5 También hay en nosotros algo de paloma. Nuestra pequeña rama de olivo parecerá insignificante, pero a veces es aquella pieza de información que permite a otros decidir del mejor modo y encontrar la tierra firme que anhelaban.
2. Una sanación por pasos
2.1 El pasaje del evangelio de hoy es muy singular: estamos ante una curación procesual. Uno está acostumbrado a pensar que el poder de Jesús es tan grande que todo lo que él desea se realiza instantáneamente, mas he aquí una sanación que sucede como en dos etapas. En un primer momento el que era ciego distingue algo, pero es borroso; con una segunda dosis de Cristo alcanza la plena salud. ¿Qué podemos aprender de estos hechos?
2.2 Ante todo: también nuestras vidas Cristo hará muchas cosas procesualmente. La gracia de Dios no es una cosa mágica que simplemente nos resuelve problemas o nos abrevia dolores. Tenemos que encariñarnos con la palabra "proceso". Dios sabe por qué nos lleva a la velocidad que nos lleva y por qué ciertas cosas que a nosotros nos parecen necesarísimas y obvias no se dan.
2.3 Pero hay un detalle interesante en este pasaje. Cuando el hombre empieza a recuperar la vista describe lo que ve con estas palabras: "Veo hombres y me parecen árboles que caminan". Sabía lo que veía y sabía que no lo veía bien. Ello implica que conocía cómo debía ver y que en otro tiempo había podido ver bien. Este era un ciego que había tenido vista y la había perdido y por ello podía comparar su experiencia con lo que antes había conocido.
2.4 Y es importante porque el primer milagro sucedió a petición de otros, que fueron los que pidieron el milagro al Señor; esta segunda curación sucede ya no ante otros sino en la intimidad del diálogo y el encuentro con Jesús solo. La primera vez el ciego se deja llevar por la fe de los otros y es pasivo ante lo que se le quiera hacer; la segunda vez se apropia de su proceso, admite su realidad y se asincera con Jesucristo, de modo que la fe que entonces obra es suya, intensamente suya. Esa es la fe que permite ver las cosas con claridad.