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Josep Manyanet nació el 7 de enero de 1833 en Tremp, Lleida, España, en el seno de una familia numerosa y cristiana. Fue bautizado el mismo día y a la edad de 5 años, ofrecido por su madre a la Virgen de Valldeflors, Patrona de la ciudad.
Tuvo que trabajar para completar los estudios secundarios en la Escuela Pía de Barbastro y los eclesiásticos en los Seminarios Diocesanos de Lleida y Urgell. Su ordenación como sacerdote ocurrió el 9 de abril de 1859.
Tras doce años de intenso trabajo en la Diócesis de Urgell al servicio del Obispo en calidad de paje y secretario particular, mayordomo de palacio, bibliotecario del seminario, vicesecretario de cámara y secretario de visita pastoral, se sintió llamado por Dios para hacerse religioso e instituir dos Congregaciones.
Fundador y apóstol de la Sagrada Familia, contando con la aprobación del Obispo, en 1864 instauró "Los Hijos de la Sagrada Familia, Jesús, María y José", y en 1874 "Las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazareth", con la misión de imitar, honrar y propagar el culto a la Sagrada Familia de Nazareth y procurar la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación e instrucción católica de la niñez y juventud, y el ministerio sacerdotal.
Con oración y trabajo constantes, con el ejercicio ejemplar de todas las virtudes, con amorosa dedicación y solicitud por las almas, guió e impulsó a lo largo de casi cuarenta años la formación y expansión de los institutos, abriendo escuelas, colegios, talleres y otros centros de apostolado en varias poblaciones de España.
Hoy, los dos Institutos están presentes en países de Europa, las dos Américas y África.
Especialmente llamado por Dios para presentar al mundo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazareth, escribió varias obras y opúsculos, para propagar la devoción a la Familia de Jesús, María y José.
Creó la revista "La Sagrada Familia" y promovió la erección, en Barcelona, del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, obra del arquitecto siervo de Dios, Antonio Gaudí, destinado a perpetuar las virtudes y ejemplos de la Familia de Nazareth y ser el hogar universal de las familias.
El Beato Josep Manyanet predicó abundantemente la Palabra de Dios y escribió también muchas cartas, otros libros y opúsculos para la formación de los religiosos y religiosas, de las familias, de los niños, y para la dirección de los colegios y escuelas.
Sobresale "La Escuela de Nazareth" y "Casa de la Sagrada Familia", (Barcelona 1895), su "Autobiografía espiritual", en la cual, mediante unos diálogos del alma, personificada en Desideria, con Jesús, María y José, traza todo un proceso de perfección cristiana y religiosa inspirada en la espiritualidad de la Casa y Escuela de Nazareth.
También, "Preciosa joya de familia", (Barcelona 1899), una guía para los matrimonios y familias, que les recuerda la dignidad del matrimonio como vocación, y la importante tarea de la educación cristiana de los hijos.
Pensando en la formación de los religiosos, publicó un libro de meditaciones, titulado "El espíritu de la Sagrada Familia", en donde describe la identidad de la vocación y misión de las religiosas y religiosos, "Hijos de la Sagrada Familia", en la sociedad y en la Iglesia.
Existe una edición de sus "Obras Selectas" (Madrid 1991) y está en fase de impresión el primer volumen de sus "Obras Completas".
Las obras del Padre Manyanet crecieron entre muchas dificultades. No le faltaron varias dolorosas enfermedades corporales que le atormentaron durante toda su vida. Pero, su indómita constancia y fortaleza, nutridas con una profunda adhesión y obediencia a la voluntad de Dios, le ayudaron a superar todas las dificultades.
Minada su salud por unas llagas abiertas en el costado durante 16 años, que llamaba «las misericordias del Señor», el 17 de diciembre de 1901, esclarecido en virtudes y buenas obras, volvió a la Casa del Padre, en Barcelona, en el Colegio "Jesús, María y José", el centro de su trabajo y rodeado de niños, con la misma sencillez que caracterizó toda su existencia.
Sus últimas palabras fueron la jaculatoria que había repetido tantas veces: "Jesús, José y María, recibid cuando yo muera el alma mía".
Los restos mortales del Santo descansan en la Capilla, panteón del mismo Colegio "Jesús, María y José", continuamente acompañados por la oración y el agradecimiento de sus hijos e hijas espirituales, de innumerables jóvenes, niños y familias que se han acercado a Dios, atraídos por su ejemplo y sus enseñanzas.
La fama de santidad que le distinguió en vida, se extendió por muchas partes. Por ello, introducida la Causa de Canonización en 1956, reconocida la heroicidad de sus virtudes en 1982 y aprobado un milagro debido a su intercesión, fue declarado Beato por Juan Pablo II en 1984.
Ahora, con la aprobación de un nuevo milagro obrado por su intercesión, está prevista su canonización para el día 16 de mayo de 2004.
La santidad de Josep Manyanet, como afirmó Juan Pablo II, tiene su origen en la Sagrada Familia. Fue llamado por Dios, «para que en su nombre sean bendecidas todas las familias del mundo».
El Espíritu forjó su personalidad con el fin de anunciar con valentía el «Evangelio de la familia». Su gran aspiración era que «todas las familias imiten y bendigan a la Sagrada Familia de Nazareth». Por esta razón, quiso hacer un Nazareth en cada hogar, una «Santa Familia» de cada familia.
La canonización del Beato Josep Manyanet sanciona ahora no sólo la santidad, sino también la actualidad de su mensaje nazareno familiar. Es por eso, el Profeta de la familia, el Protector de nuestras familias.
Pereira, Colombia (1995) - Que Dios bendiga siempre este hogar y permanesca siempre unido en el amor de Dios y la Ssantisima Virgen María que en este día aumente más el amor en nosotros feliz aniversario
Bogotá, Colombia (1995) - El Señor es quien nos ha unido. Que sea Él el que nos mantenga en unidad y nos santifique
Que nos de la sabiduria para educar en santidad a nuestros hijos.
Veracruz-Ver, México (1993) - El matrimonio no se mantiene unido por medio de cadenas, sino de hilos; cientos de delgadísimos hilos que enlazan la vida de las personas a través de los años. Tu y yo tenemos 6,570 de delgadísimos hilos en 18 años, hilos delgados, pero muy fuertes, fortalecidos por el amor del que Dios nos ha proveído y seguirá proveyendo, hasta que nos llame. Te amo. Tu Esposa.
Alégrate, la estéril, que no dabas a luz, rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores: porque la abandonada tendrá más hijos que la casada -dice el Señor-. Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo tus lonas, alarga tus cuerdas, hinca bien tus estacas, porque te extenderás a derecha e izquierda. Tu estirpe heredará las naciones y poblará ciudades desiertas. No temas, no tendrás que avergonzarte, no te sonrojes, que no te afrentarán. Olvidarás la vergüenza de tu soltería, ya no recordarás la afrenta de tu viudez. El que te hizo te tomará por esposa: su nombre es Señor de los ejércitos. Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra.
Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud, repudiada -dice tu Dios-. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero con misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu redentor-.
Me sucede como en tiempo de Noé: juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; así juro no airarme contra ti ni amenazarte. Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará -dice el Señor que te quiere-.
Como a mujer abandonada te vuelve a llamar el Señor (Isaías 54,1-10)
Salmo
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado / y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. / Señor, sacaste mi vida del abismo, / me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos, / dad gracias a su nombre santo; / su cólera dura un instante; / su bondad, de por vida; / al atardecer nos visita el llanto; / por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí, / Señor, socórreme. / Cambiaste mi luto en danzas; / Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. (Salmo 29)
Evangelio
Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: "¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti." Os digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él."
Al oírlo, toda la gente, incluso los publicanos, que habían recibido el bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.
Juan es el mensajero que prepara el camino del Señor (Lucas 7,24-30)
Dios, enamorado de su pueblo, descrito como una doncella, al fin conquistará, a fuerza de su propia fidelidad y el don de su gracia, la fidelidad de su amada. 4 min. 8 seg.
Pidamos al Señor que tengamos un corazón capaz de arrepentirse, de reconocer sus culpas y errores, de abrirse a la noticia preciosa de la misericordia y salvación de Dios. 5 min. 3 seg.
Dios es tan bueno y poderoso que si no conoces su amor Él te llevará a conocerlo y si lo conociste y lo perdiste Él es capaz de restaurarlo. 6 min. 17 seg.
La preparación interior para la Navidad empieza por redescubrir el amor firme e inconmensurable de Dios; pero luego es necesaria la humildad en el reconocimiento de nuestros pecados. 15 min. 4 seg.
Dios nos dice que al abrirle el corazón la angustia se acaba, que no demos espacio al egoísmo, nos promete fecundidad a través de la evangelización y que Él aún nos tiene grandes sorpresas. 5 min. 36 seg.
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1.1 Jerusalén, abandonada y vejada, parecía el símbolo trágico de un futuro sin esperanza. Por eso el profeta interviene enviando un mensaje de consolación a los desterrados, cuya más alta concreción se halla en el futuro glorioso de Jerusalén, la ciudad símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo.
1.2 Jerusalén, comparada a una viuda o a una divorciada abandonada por el esposo, pacta nuevamente con el Señor. Se reanuda el tema, glosado ya por Oseas y Jeremías, del amor de Yahvé a Jerusalén, descrito en forma de imágenes matrimoniales, sin que por ello el autor pierda originalidad con el empleo de bellísimas expresiones: "Aunque se retiren los montes y tiemblen los collados, no se retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará, dice Yahvé, que te quiere" (v 10). La estabilidad del nuevo pacto de amor iniciativa del esposo, se afirma recurriendo a la hipótesis de lo imposible.
1.3 Así comenta loos versículos de la primera lectura de hoy F. Raurell en "La Biblia Día a Día."
2. La grandeza del Bautista
2.1 Llama nuestra atención que Jesús haga un elogio de alguien. No es algo frecuente en los Evangelios. Y no es poco lo que dice: "nadie mayor...".
2.2 Ahora bien, la traducción incluida en esta página dice: "no ha surgido entre los hombres nadie mayor que Juan el Bautista", pero está más cercano al texto original este otro modo: "entre los nacidos de mujer no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista". En efecto, la expresión "nacidos de mujer" equivale materialmente hablando a "los hombres, los seres humanos", pero tiene también una connotación que no debemos perder: "lo que puede dar una mujer a este mundo; lo que la carne y la sangre pueden dar a esta tierra; lo que puede lograr el ser humano desde sus propias fuerzas".
2.3 Y el sentido del texto sería: "lo más grande que puede esperarse del ser humano, por sus propias fuerzas, es la inmensa honestidad y la carga de verdad que brilla en Juan, el Bautista". Eso explica lo que sigue: "sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos es mayor que él". Juan es el gran "nacido de mujer, nacido de la carne y la sangre"; en cambio, lo que nace para el Reino, no nace de la carne y la sangre (cf. Jn 1,13). Se anuncia aquí el misterio del nuevo nacimiento, que sólo se hace posible por la gracia de Cristo, y que es imposible por el sólo arrepentimiento y la conciencia de la indigencia humana.