El culto a estos tres Santos se remonta a tiempos muy antiguos. Sus nombres aparecen en el llamado martirologio de San Jerónimo o Hieronymianum.
Dieron su vida por la fe en la provincia romana de Lucania, en el sur de Italia.
La veneración a San Vito se extendió tanto por Alemania, que su nombre se incluyó entre los Catorce Santos Protectores y se le consideró como Patrono especial de los epilépticos y de los afectados por esa enfermedad nerviosa llamada Baile de San Vito.
Tal vez por eso se le tiene también por protector de los bailarines y actores.
Asimismo, se le invocaba contra el peligro de las tormentas, contra el exceso de sueño, mordeduras de serpientes y contra todo daño que las bestias pueden hacer a los hombres. A menudo se le representa acompañado de alguna fiera.
San Vito, Modesto y Crescencia, a los que se les atribuían poderes sobrenaturales, murieron por negarse rotundamente a rendir sacrificio a los dioses.
Fueron sometidos a diversas torturas, de las que salieron ilesos. Los Mártires murieron en Lucania, agotados por sus sufrimientos.