La reproduccion de estos textos y archivos de audio, para uso privado o publico, esta permitida, aunque solamente sin fines de lucro y citando la fuente: http://fraynelson.com/homilias.html.
Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí
Ten presente en tus intenciones de este día:
Haz click en los nombres para ver más información:
Domingo Savio tuvo una vida muy sencilla, pero en poco tiempo recorrió un largo camino de santidad, obra maestra del Espíritu Santo y fruto de la pedagogía de san Juan Bosco.
Había nacido en San Giovanni di Riva, cerca de Chieri, provincia de Turín, en una familia pobre de bienes materiales, pero rica de fe.
Su niñez quedó marcada por la Primera Comunión, hecha con fervor a los siete años, y se distingue por el cumplimiento del deber.
A sus doce años tuvo lugar un acontecimiento decisivo: el encuentro con San Juan Bosco, quien lo acoge como padre y guía en Valdocco, Turín, para cursar los estudios secundarios.
Al descubrir, entonces, los altos horizontes de su vida como hijo de Dios, apoyándose en la amistad con Jesús y María, se lanza a la aventura de la santidad, entendida como entrega total a Dios por amor.
Reza, pone empeño en los estudios, es el compañero más amable.
Sensibilizado en el ideal del Da mihi ánimas de San Juan Bosco, quiere salvar el alma de todos, y funda la compañía de la Inmaculada, de la que saldrán los mejores colaboradores del Fundador de los salesianos.
Habiendo enfermado de gravedad a los 15 años, regresa al hogar paterno de Mondonio, provincia de Asti, donde muere serenamente el 9 de marzo de 1857, con la alegría de ir al encuentro del Señor.
Aniversario de noviasgo. Panamá, Panamá - Darle gracias a Dios por la persona que me a presentado y puesto en mi vida,y pedir bendiciones para nosotros.
Bogotá, Colombia (2006)- Siempre estarás en nuestro corazón. Dios abonó tus obras con tu generosidad. Familia Ruiz Martínez. Socorro, Santander. Colombia
Santa Cruz, Bolivia - Pedimos sus oraciones y a la vez invitamos a la campaña de evangelización que vamos a realizar en la universidad Gabriel Rene Moreno, para proclamar el maravilloso amor de Cristo nuestro señor a los jóvenes
Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.
Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado (2 Corintios 5,14-21)
Salmo
Bendice, alma mía, al Señor, / y todo mi ser a su santo nombre. / Bendice, alma mía, al Señor, / y no olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas / y cura todas tus enfermedades; / él rescata tu vida de la fosa / y te colma de gracia y de ternura. R.
El Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la ira y rico en clemencia; / no está siempre acusando / ni guarda rencor perpetuo. R.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, / se levanta su bondad sobre sus fieles; / como dista el oriente del ocaso, / así aleja de nosotros nuestros delitos. R
El Señor es compasivo y misericordioso. (Salmo 102 )
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno."
Descubramos nuestro propio absurdo al contemplar el absurdo del amor de Cristo en la cruz, poniéndonos en camino hacia el arrepentimiento y reconciliación con Dios. 6 min. 10 seg.
Jesús jamás se hace pecador sino que en Él por su sacrificio quedó plasmado el efecto del pecado, dándonos la vida nueva que, sin su pasión, no hubiéramos podido recibir. 5 min. 48 seg.
1.1 Hemos escuchado hoy en la primera lectura una de las frases más conocidas de san Pablo: "Nos urge el amor de Cristo". ¡Bienaventurado el corazón que tiene gratitud suficiente para percibir la grandeza de lo que hemos recibido con el sacrificio redentor de Jesucristo!
1.2 La muerte de Cristo es buena noticia en esa primera lectura del día de hoy, y ello por dos razones: primera, porque la muerte marca un final. Y ello no necesariamente es malo. ¿Por qué no darle un final, un final definitivo, al pecado en nuestra vida?
1.3 En segundo lugar, porque más allá de la muerte nada pueden los poderes de esta tierra. La muerte marca una dirección en el sentido de la vida. Los que creemos en Cristo vivimos "para Cristo" y sabemos cuál es nuestro desenlace, que no acaba en muerte sino en vida eterna.
2. Volver las palabras a su sentido
2.1 Un análisis profundo de lo que significa jurar nos muestra cuán razonable es la propuesta de Cristo en el evangelio de hoy. Jurar es decir unas palabras para asegurar que otras palabras son verdad. ¿Y cómo sabemos que las palabras que aseguran la verdad de otras son en realidad verdaderas? La solución usual es un nuevo juramento, y en ello se ve el absurdo del asunto. En realidad sucede así: la gente que se acostumbra a asegurar que dice lo cierto cada vez tiene que asegurar más cosas. Y por eso alguien dijo: "el que habla mucho de sinceridad, suele ser un mentiroso".
2.2 En los juramentos tomamos como testigo a Dios. En sí mismo esto no es pecado y de hecho santo Tomás de Aquino nos hace ver que en el Nuevo Testamento aparecen varios juramentos. Cuando Pablo dice: "yo invoco a Dios como testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con vosotros no he vuelto a Corinto" (2 Cor 1,23), es evidente que está haciendo un modo de juramento. Repito, y así nos lo asegura la Iglesia: no es pecado en sí mismo este jurar, pero entraña una grave responsabilidad de la que es fácil olvidarse. Podemos incluso pretender manipular el Nombre de Dios ofendiendo seriamente su santidad y majestad.
2.3 Volver las palabras a su sentido: tal es el mandato de Cristo. No agregar, no maquillar, no encubrir. Por vía de sencillez vuelve el lenguaje a ser confiable y vuelve la comunicación humana a ser espacio de vida y de encuentro.