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Esta es la Santa Fundadora de las Hermanas Siervas de María, Ministras de los enfermos, que tienen 126 casas en el mundo, con 2380 religiosas.
Nació en 1826 en Madrid, España, hija de un modesto comerciante.
La instruyeron muy bien en la religión. Estudió con las Hermanas Vicentinas, y al ver la dedicación total de estas monjas a los más pobres, se entusiasmó por la vida religiosa.
Pero, era muy débil de salud y no fue admitida en la Comunidad. Solamente a la edad de 25 años, logró cumplir su anhelo de ser religiosa.
El párroco de un barrio pobre de Madrid se entristecía al ver que muchos enfermos morían en el más completo abandono y sin recibir los santos sacramentos. Pensó en reunir a un grupo de mujeres piadosas, que visitaran a estas personas en sus domicilios y les ayudaran a bien morir.
Al enterarse Soledad Torres de este deseo del párroco, se presentó a él para ofrecerse a ayudar en tan caritativa misión. Ella, desde niña, había asistido a varios moribundos y sentía un gusto especial por tratarlos. Era una gracia que le había concedido el Espíritu Santo.
Aunque el sacerdote la rechazó en una primera entrevista porque le parecía muy débil y enfermiza para esas labores, después se dio cuenta de que era un alma de Dios. Entonces, con ella y seis compañeras más, fundó el 15 de agosto de 1851, la Comunidad de Siervas de María, o Ministros de los enfermos.
La novedad de esta Comunidad era que ellas debían asistir a domicilio y totalmente gratis a los necesitados que lo solicitaran.
Por aquellos tiempos, llegó a Europa la terrible epidemia del cólera y en los hospitales no cabían los enfermos. Muchos de ellos eran abandonados por sus familiares temiendo el contagio. De ahí que María Soledad y sus religiosas se multiplicaran por todas partes para atender a los más abandonados.
El Fundador de la Comunidad se fue de misionero a lejanas tierras, y el sucesor se dejó creer de cuentos y habladurías, destituyendo a Soledad del cargo de Superiora.
Ella se alegró de poder asemejarse a Cristo en padecer incomprensiones y persecuciones. En sus visitas a Jesús Sacramentado, obtenía fuerzas para sufrir con paciencia y por amor a Dios.
Después se supo la verdad de todo y fue restablecida en su cargo. Bajo su dirección, se extendió admirablemente la Congregación.
Murió la Santa el 11 de octubre de 1887 a la edad de 61 años. Fue canonizada por Pablo VI en 1970.
Dios sea bendito por estas obras de caridad tan admirables que inspira en su Santa Iglesia Católica. ¡Que sigan apareciendo muchas más!
Floridablanca, Colombia - Que Dios te bendiga, te cuide mucho, te amo, gracias a Dios me la regaló como mi querida esposa y compañera....
MARTIN ALONSO Octubre
Volcán, Panamá - Estoy contento de que estés con nosotros en tu pastoral de encuentro matrimonial junto a César. Dios nos acompañará siempre y nunca nos abandona. Bendiciones a ti y toda tu familia.
Santa Rosa de Osos, Colombia - Felicitaciones por sus 60 años de construcción de su Basílica Humano Divina viviendo en espiritualidad de comunión y misericordia. Laura
"Vuestros discursos son arrogantes contra mí -oráculo del Señor-. Vosotros objetáis: "¿Cómo es que hablamos arrogantemente?" Porque decís: "No vale la pena servir al Señor; ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos?; ¿para qué andamos enlutados en presencia del Señor de los ejércitos? Al contrario: nos parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien; tientan a Dios, y quedan impunes."
Entonces los hombres religiosos hablaron entre sí: "El Señor atendió y los escuchó." Ante él se escribía un libro de memorias a favor de los hombres religiosos que honran su nombre. Me pertenecen -dice el Señor de los ejércitos- como bien propio, el día que yo preparo. Me compadeceré de ellos, como un padre se compadece del hijo que lo sirve. Entonces veréis la diferencia entre justos e impíos, entre los que sirven a Dios y los que no lo sirven. Porque mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir -dice el Señor de los ejércitos-, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas."
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la senda de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos; / sino que su gozo es la ley del Señor, / y medita su ley día y noche. R.
Será como árbol / plantado al borde de la acequia: / da fruto en su sazón / y no se marchitan sus hojas; / y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; / serán paja que arrebata el viento. / Porque el Señor protege el camino de los justos, / pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. (Salmo 1)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?"
Cristo sabe situarse en el cruce de dudas y temores de quien no le ve sentido a la oración. Y sin embargo, allí situado, nos llama a orar de modo nuevo. 7 min. 19 seg.
Cristo nos exhorta a orar con confianza y perseverancia; la abundancia de amor y de confianza, nos llevan a la certeza que Él es quien puede darnos lo que más nos conviene. 4 min. 12 seg.
La petición de quienes vivimos como hijos de Dios es pedir el Espíritu Santo, y al recibirlo a Él se tiene la certeza de recibir todo lo demás. 5 min. 47 seg.
Si tienes paciencia, te formas y buscas oración Dios responderá tus inquietudes y te dará suficientes señales para que tengas la certeza de cuál es el camino que debes seguir y el que debes evitar. 6 min. 21 seg.
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1.1 Pienso que el lenguaje de la primera lectura de hoy en una primera impresión resulta lejano para nuestro tiempo. Lejano e incómodo. Muchos de nosotros hemos aprendido tanto del amor de Dios y se nos ha enseñado tanto a rechazar como "falso rostro" al Dios castigador, que nos rebelamos espontáneamente frente a ese lenguaje de un día terrible de juicio que está por venir sobre el mundo.
1.2 Y por eso pienso que, así como para algunas personas es difícil aceptar la ternura de Dios, es posible que nosotros nos estemos volviendo miopes o ciegos a ciertos aspectos de la revelación bíblica que no niegan esa ternura pero que sí nos recuerdan con cuánta intensidad ama Dios la justicia.
1.3 Miremos en efecto la altanería del mal cuando alcanza el poder. Miremos el cinismo del que engaña al inocente, o la crueldad del que se burla del pobre. Miremos al que hace de la religión un negocio para alimentar sus diversiones repugnantes o sus bajas pasiones. Miremos al que justifica en nombre de Dios un crimen o envía a muerte segura a quienes le apoyan. Miremos al ingrato que se sacia en su habilidad para defraudar a otros, o miremos al que invoca sobre los demás las fuerzas del demonio. Miremos todo eso, y preguntémonos si la SOLA ternura tiene una palabra eficaz qué decir en todos esos casos.
1.4 Seamos sinceros y dejemos que hable el corazón, a ver si no esperaríamos todos que al final hubiera justicia, a ver si no le damos razón a Malaquías cuando nos invita a esperar que llegue ese momento en que el Señor diga: "Entonces verán la diferencia entre los buenos y los malos, entre los que obedecen a Dios y los que no lo obedecen...".
2. Insistir en la oración
2.1 Por su parte, el texto del evangelio nos invita a cultivar dos de las cualidades propias de la verdadera oración: la confianza y la perseverancia.
2.2 Aparentemente estas dos virtudes de la oración se oponen: el que confía no tendría que insistir mucho, y el que insiste en su punto de vista y en su ruego parece que no se está abandonando realmente en el querer divino. Mas Cristo nos llama a cultivar las dos cosas: confianza y perseverancia.
2.3 La confianza es como el motor, es la fuente, es el impulso. La perseverancia es como el reconocimiento de que nuestra voluntad necesita prepararse para acoger la voluntad divina. En el fondo, va unida a la humildad. Es propio del soberbio poner condiciones: "ahora o nunca". El humilde, persevera.
2.4 Con otras palabras: el puente que une confianza y perseverancia se llama "humildad". El humilde se vuelve niño que confía y se vuelve amigo que sabe que la hora de su amigo será siempre la mejor hora.