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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.

Derechos Reservados © 1997-2024

La reproduccion de estos textos y archivos de audio, para uso privado o publico,
esta permitida, aunque solamente sin fines de lucro y citando la fuente:
http://fraynelson.com/homilias.html.

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* El tiempo es de Dios *
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Viernes, Junio 11 de 2010

[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas]

Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí

Ten presente en tus intenciones de este día:

Haz click en los nombres para ver más información:

San Bernabé, Apóstol (santo)

Berónica Maya Rodríguez (cumple)

Miriam Alonso Sedano (cumple)

Fray Jaime Rodríguez Rico, O.P. (cumple)

Francisco Segura Alvarado (cumple)

Margarita Graterol Dominguez (cumple)

Rony Eduardo (bautismo)

Luis Alvarez Picone y Liz Ponce Gurmendi (matri)

Guillermo Iregui Medina y Myriam Parra Alvarez (matri)

Jaime Rodas Ramírez (difuntos)

Hna. Clemencia Salazar (difuntos)

Waldino Bernabé Cabello (difuntos)


Para esta fecha hay 2 posibles celebraciones litúrgicas.
Haz click en el número para ir al esquema correspondiente:

Esquema: 1 2


Esquema No. 1

Ciclo C, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús


Lecturas del Día

Lectura:

Haz click en la referencia bíblica:

1a.

Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear (Ezequiel 34, 11-16)

Salmo

El Señor es mi pastor, nada me falta. (Salmo 22)

2a.

La prueba de que Dios nos ama (Romanos 5, 5b-11)

Evangelio

Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido (Lucas 15, 3-7)


Homilías de viva voz

Núm.

Datos

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Más...

1

2001/06/22


De la tristeza de la Cruz a la alegría del amor del Crucificado.
16 min. 21 seg.

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2

2010/06/11



35 min. 8 seg.

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3

2013/06/07


Un repaso de la amplia presencia que el amor y la misericordia divinas tienen en la liturgia católica.
4 min. 21 seg.

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4

2013/06/0


Verdaderamente amados, somos capacitados para amar de verdad.
15 min. 59 seg.

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5

2016/06/03


Nuestro Dios nos busca porque nos ama, no se resigna a perdernos, y al encontrarnos nos sana, libera, alimenta y devuelve al rebaño que es su Iglesia.
5 min. 45 seg.

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6

2019/06/28


El corazón es el lugar de tus pensamientos, de tu verdad, de tus decisiones y anhelos, es el altar de los sacrificios y Dios al crearte dejó dentro de ti este santuario donde Él quiere habitar.
7 min. 29 seg.

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7

2022/06/24


Nuestros corazones falsos y enfermos han de acercarse al corazón de Jesús para encontrar en Él la verdad y el amor, para dejar de aparentar lo que no somos y para ser sanados por su amor.
4 min. 39 seg.

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8

2022/06/24


(1) Riqueza del concepto bíblico de "corazón"; (2) Relación entre "corazón" y "conciencia"; (3) El corazón, lugar de la verdad de lo que somos y de nuestras relaciones; (4) El Corazón de Cristo, manantial de salvación y lugar de descanso.
9 min. 20 seg.

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Homilías escritas

Versión

Homilía para leer:

1

1. Sobre el Amor de Cristo

1.1 El papa Pío XII nos regaló esa que podríamos llamar la "Carta Magna" de la devoción y amor al Corazón de Cristo en su Encíclica "Haurietis Aquas", del 15 de mayo de 1956. De los números 18 al 21 de este documento inolvidable transcribimos algunos textos para nuestra meditación de hoy, dejando sin embargo nuestra numeración y titulación propias.

1.2 El adorable Corazón de Jesucristo late con amor divino al mismo tiempo que humano, desde que la Virgen María pronunció su Fiat, y el Verbo de Dios, como nota el Apóstol, al entrar en el mundo dijo: "Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me diste un cuerpo a propósito; holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: Heme aquí presente. En el principio del libro se habla de mí. Quiero hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad..." Por esta "voluntad" hemos sido santificados mediante la "oblación del cuerpo" de Jesucristo, que él ha hecho de una vez para siempre.

1.3 De manera semejante palpitaba de amor su Corazón, en perfecta armonía con los afectos de su voluntad humana y con su amor divino, cuando en la casita de Nazaret mantenía celestiales coloquios con su dulcísima Madre y con su padre putativo, San José, al que obedecía y con quien colaboraba en el fatigoso oficio de carpintero. Este mismo triple amor movía a su Corazón en su continuo peregrinar apostólico, cuando realizaba innumerables milagros, cuando resucitaba a los muertos o devolvía la salud a toda clase de enfermos, cuando sufría trabajos, soportaba el sudor, hambre y sed; en las prolongadas vigilias nocturnas pasadas en oración ante su Padre amantísimo; en fin, cuando daba enseñanzas o proponía y explicaba parábolas, especialmente las que más nos hablan de la misericordia, como la parábola de la dracma perdida, la de la oveja descarriada y la del hijo pródigo. En estas palabras y en estas obras, como dice San Gregorio Magno, se manifiesta el Corazón mismo de Dios: Mira el Corazón de Dios en las palabras de Dios, para que con más ardor suspires por los bienes eternos.

1.4 Con amor aun mayor latía el Corazón de Jesucristo cuando de su boca salían palabras inspiradas en amor ardentísimo. Así, para poner algún ejemplo, cuando viendo a las turbas cansadas y hambrientas, dijo: Me da compasión esta multitud de gentes; y cuando, a la vista de Jerusalén, su predilecta ciudad, destinada a una fatal ruina por su obstinación en el pecado, exclamó: Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que a ti son enviados; ¡cuantas veces quise recoger a tus hijos, como la gallina recoge a sus polluelos bajo las alas, y tú no lo has querido!. Su Corazón palpitó también de amor hacia su Padre y de santa indignación cuando vio el comercio sacrílego que en el templo se hacía, e increpó a los violadores con estas palabras: Escrito está: "Mi casa será llamada casa de oración"; mas vosotros hacéis de ella una cueva de ladrones.

2. Amor de Cristo en su Divina Pasión

2.1 Pero particularmente se conmovió de amor y de temor su Corazón, cuando ante la hora ya tan inminente de los cruelísimos padecimientos y ante la natural repugnancia a los dolores y a la muerte, exclamó: Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; vibró luego con invicto amor y con amargura suma, cuando, aceptando el beso del traidor, le dirigió aquellas palabras que suenan a última invitación de su Corazón misericordiosísimo al amigo que, con ánimo impío, infiel y obstinado, se disponía a entregarlo en manos de sus verdugos: Amigo, ¿a qué has venido aquí? ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?; en cambio, se desbordó con regalado amor y profunda compasión, cuando a las piadosas mujeres, que compasivas lloraban su inmerecida condena al tremendo suplicio de la cruz, las dijo así: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos..., pues si así tratan al árbol verde, ¿en el seco qué se hará?.

2.2 Finalmente, colgado ya en la cruz el Divino Redentor, es cuando siente cómo su Corazón se trueca en impetuoso torrente, desbordado en los más variados y vehementes sentimientos, esto es, de amor ardentísimo, de angustia, de misericordia, de encendido deseo, de serena tranquilidad, como se nos manifiestan claramente en aquellas palabras tan inolvidables como significativas: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen; Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?; En verdad te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso; Tengo sed; Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

3. Los Dones que nos ha entregado ese Amor Infinito

3.1 ¿Quién podrá dignamente describir los latidos del Corazón divino, signo de su infinito amor, en aquellos momentos en que dio a los hombres sus más preciados dones: a Sí mismo en el sacramento de la Eucaristía, a su Madre Santísima y la participacion en el oficio sacerdotal?

3.2 Ya antes de celebrar la última cena con sus discípulos, sólo al pensar en la institución del Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, con cuya efusión había de sellarse la Nueva Alianza, en su Corazón sintió intensa conmoción, que manifestó a sus apóstoles con estas palabras: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer; conmoción que, sin duda, fue aún más vehemente cuando tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a ellos, diciendo: "Este es mi cuerpo, el cual se da por vosotros; haced esto en memoria mía". Y así hizo también con el cáliz, luego de haber cenado, y dijo: "Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que se derramará por vosotros".

3.3 Con razón, pues, debe afirmarse que la divina Eucaristía, como sacramento por el que El se da a los hombres y como sacrificio en el que El mismo continuamente se inmola desde el nacimiento del sol hasta su ocaso, y también el Sacerdocio, son clarísimos dones del Sacratísimo Corazón de Jesús.

3.4 Don también muy precioso del sacratísimo Corazón es, como indicábamos, la Santísima Virgen, Madre excelsa de Dios y Madre nuestra amantísima. Era, pues, justo fuese proclamada Madre espiritual del género humano la que, por ser Madre natural de nuestro Redentor, le fue asociada en la obra de regenerar a los hijos de Eva para la vida de la gracia. Con razón escribe de ella San Agustín: Evidentemente Ella es la Madre de los miembros del Salvador, que somos nosotros, porque con su caridad cooperó a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son los miembros de aquella Cabeza.

3.5 Al don incruento de Sí mismo bajo las especies del pan y del vino quiso Jesucristo nuestro Salvador unir, como supremo testimonio de su amor infinito, el sacrificio cruento de la Cruz. Así daba ejemplo de aquella sublime caridad que él propuso a sus discípulos como meta suprema del amor, con estas palabras: Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos. De donde el amor de Jesucristo, Hijo de Dios, revela en el sacrificio del Gólgota, del modo más elocuente, el amor mismo de Dios: En esto hemos conocido la caridad de Dios: en que dio su vida por nosotros; y así nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. Cierto es que nuestro Divino Redentor fue crucificado más por la interior vehemencia de su amor que por la violencia exterior de sus verdugos: su sacrificio voluntario es el don supremo que su Corazón hizo a cada uno de los hombres, según la concisa expresión del Apóstol: Me amó y se entregó a sí mismo por mí.

4. El Corazón, Símbolo de Amor

4.1 No hay, pues, duda de que el Sagrado Corazón de Jesús, al ser participante tan íntimo de la vida del Verbo encarnado y, al haber sido, por ello asumido como instrumento de la divinidad, no menos que los demás miembros de su naturaleza humana, para realizar todas las obras de la gracia y de la omnipotencia divina, por lo mismo es también símbolo legítimo de aquella inmensa caridad que movió a nuestro Salvador a celebrar, por el derramamiento de la sangre, su místico matrimonio con la Iglesia: Sufrió la pasión por amor a la Iglesia que había de unir a sí como Esposa. Por lo tanto, del Corazón traspasado del Redentor nació la Iglesia, verdadera dispensadora de la sangre de la Redención; y del mismo fluye abundantemente la gracia de los sacramentos que a los hijos de la Iglesia comunican la vida sobrenatural, como leemos en la sagrada Liturgia: Del Corazón abierto nace la Iglesia, desposada con Cristo... Tú, que del Corazón haces manar la gracia.

4.2 De este simbolismo, no desconocido para los antiguos Padres y escritores eclesiásticos, el Doctor común escribe, haciéndose su fiel intérprete: Del costado de Cristo brotó agua para lavar y sangre para redimir. Por eso la sangre es propia del sacramento de la Eucaristía; el agua, del sacramento del Bautismo, el cual, sin embargo, tiene su fuerza para lavar en virtud de la sangre de Cristo. Lo afirmado del costado de Cristo, herido y abierto por el soldado, ha de aplicarse a su Corazón, al cual, sin duda, llegó el golpe de la lanza, asestado precisamente por el soldado para comprobar de manera cierta la muerte de Jesucristo.

4.3 Por ello, durante el curso de los siglos, la herida del Corazón Sacratísimo de Jesús, muerto ya a esta vida mortal, ha sido la imagen viva de aquel amor espontáneo por el que Dios entregó a su Unigénito para la redención de los hombres, y por el que Cristo nos amó a todos con tan ardiente amor, que se inmoló a sí mismo como víctima cruenta en el Calvario: Cristo nos amó, y se ofreció a sí mismo a Dios, en oblación y hostia de olor suavísimo.


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Esquema No. 2

Junio 0011
Memoria de San Bernabé


Lecturas del Día

Lectura:

Haz click en la referencia bíblica:

1a.

Era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe (Hechos 11,21b-26;13,1-3)

Salmo

El Señor revela a las naciones su justicia. (Salmo 97)

Evangelio

Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca (Mateo 10, 7-13)


Homilías de viva voz

Núm.

Datos

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Más...

1

1997/06/11


El don de la misión y del apostolado.
6 min. 33 seg.

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2

1998/06/11


"La Iglesia tiene que convertirse al Evangelio".
9 min. 53 seg.

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3

2001/06/11


Saber aparecer y saber disolverse.
5 min. 24 seg.

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4

2003/06/11


Vivir el Reinado de Dios.
20 min. 38 seg.

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5

2012/06/11


San Bernabé debe ser recordado como aquel que dirigió la primera misión propiamente dicha.
4 min. 53 seg.

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6

2012/06/11


La historia de Bernabé nos lleva a descubrir la esencia de la historia de la misión en la Iglesia: multiplicar el misterio y el don de Jerusalén.
8 min. 16 seg.

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7

2013/06/11


Quien descubre lo que Dios da no puede sino darle todo a Dios.
4 min. 27 seg.

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8

2014/06/11


La extensión del nombre de apóstol nos invita a reconocer la extensión progresiva de la gracia de cimiento que Cristo quiso para los Doce.
5 min. 50 seg.

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9

2015/06/11


San Bernabé rompe el orgullo y el egoísmo al donarse todo al servicio del Evangelio para que el bien que él ha conocido llegue a más personas.
4 min. 45 seg.

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10

2016/06/11


El Reino de Dios ha llegado a nuestra vida cuando el pecado ha sido derrotado y le decimos sí al Señor empezando un camino de discipulado.
4 min. 23 seg.

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11

2018/06/11


No nos escandalicemos si aparecen divisiones y tensiones dentro de la Iglesia, abramos el corazón y oremos para que al final todos descubramos que servimos al mismo Dios.
4 min. 24 seg.

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12

2018/06/11


Ejemplo tan notable de un verdadero apostol.
35 min. 37 seg.

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13

2019/06/11


La consolación es una sobredosis de verdad donde Dios muestra que la tristeza no es la historia completa de la vida y es una sobredosis de amor que colma el alma y cambia la vida.
5 min. 19 seg.

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14

2020/06/11


¿Has tenido tu momento Bernabé? Un momento de verdadera ruptura, donde empiezas a ser libre para que Dios te utilice y su grandeza pueda realizarse a través tuyo.
0 min. 0 seg.

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15

2020/06/11


El nombre que los apóstoles dieron a San Bernabé indica hasta qué punto se manifestó en él la fuerza del consuelo que sólo Dios puede dar.
24 min. 1 seg.

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16

2022/06/11


El consuelo de Dios es la efusión de su misericordia que nos libera, nos alivia, nos perdona, sella la reconciliación y prepara la reconstrucción, el comienzo de una vida nueva.
6 min. 37 seg.

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17

2022/06/11


El don de la consolación divina se condensa en: paz con el pasado y libertad para construir un futuro nuevo en Dios y según Dios.
16 min. 24 seg.

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18

2024/06/11


Dentro de las debidas proporciones no se rompe el mandato de Cristo cuando se pide una colaboración por las celebraciones litúrgicas. Los sacramentos no se pueden comprar, no hay dinero que pueda pagarlos.
8 min. 53 seg.

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Homilías escritas

Versión

Homilía para leer:

1

1. Bello elogio

1.1 La Sagrada Escritura, que tan parca es en elogios y tan dura en mostrar lo que no agrada a Dios, tiene sin embargo palabras de elogio para Bernabé: “era un hombre bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe”. Este breve pero elocuente elogio resume en cierto sentido el ideal de la vida cristiana.

1.2 “Un hombre bueno”. Esto significa la virtud, el camino de las virtudes. No es fácil encontrar una persona de la que se puede decir simple y sencillamente: “es un hombre bueno”, “es una mujer buena”. La bondad es como el resumen de una vida en virtud, la cual sin embargo no se cierra sobre sí misma. Para que se pueda decir de alguien “es bueno” se necesita que lo sea y que se le note, que lo difunda.

1.3 “Lleno del Espíritu Santo”. La virtud, entendida en su sentido usual, es básicamente un bien humano, es decir, un bien generado o construido desde las posibilidades y fuerzas humanas. Sin restar belleza a ese ideal, el mismo corazón del hombre requiere de algo más y de algo mejor. Eso es lo que viene a regalar el Espíritu Santo. La escala de sanación, de acción y de hermosura que trae el Espíritu toma todo lo humano y lo eleva a un orden nuevo, el orden de la gracia. Algo así se cuenta de Bernabé.

1.4 “Lleno de fe”. Es evidente que la fe queda ya incluida en la acción del Espíritu Santo. ¿Por qué entonces se destaca este aspecto como un elogio adicional? Es interesante recordar en este sentido la acción del Espíritu en las palabras de Pablo a los corintios: “Pues a uno le es dada palabra de sabiduría por el Espíritu; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; a otro, dones de sanidad por el único Espíritu...” (1Co 12,8-9). Cuando Pablo se refiere aquí a que el Espíritu “da fe” alude a algo singularmente intenso, a una capacidad de vivir la fe como algo que transforma a una comunidad. ¡Y esto también se predica de Bernabé!


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