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Llamado Magno por la grandeza de sus obras y su santidad, es el Pontífice más importante de su siglo.
Tuvo que luchar fuertemente contra dos clases de enemigos: los externos, que querían invadir y destruir a Roma, y los internos, que trataban de engañar a los católicos con errores y herejías.
Nació en Toscana, Italia. Recibió una esmerada educación y hablaba muy correctamente el idioma nacional, que era el latín.
Llegó a ser Secretario del Papa San Celestino y de Sixto III. Fue enviado por este último como embajador a Francia, para tratar de evitar una guerra civil que estallaría por la pelea entre dos generales.
Desde el principio de su Pontificado dio muestra de poseer grandes cualidades para ese oficio. Predicaba al pueblo en todas las fiestas y de él se conservan 96 sermones, que son verdaderas joyas de doctrina.
A los que estaban lejos los instruía por medio de cartas. Se conservan 144 cartas escritas por San León Magno.
Cali, Colombia - Gracias te doy Señor Dios Omnipotente por el esposo que me diste por compañero y con el que he compartido todos estos años de unión matrimonial. Dios te bendiga querido esposo, te amo. Son muchos años recorridos, pero lo grande que el Señor nos ha dado es el regalo de nuestras amadas hijas y que siempre hemos estado unidos aún en las situaciones mas difíciles. Gracias por ser mi esposo.
En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba." Mientras iba a buscarla, le gritó: "Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan." Respondió ella: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos." Respondió Elías: "No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra"." Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres - imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces- como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.
Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. (Hebreos 9, 24-28)
Evangelio
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa." Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo: "Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir."
La viuda entrega todo lo que tiene. Cristo también entrega Su vida, que es todo lo que tiene, para abrirnos las puertas del Cielo. Ambas son situaciones extremas que nos recuerdan a qué le estamos entregando la vida. 12 min. 4 seg.
El ejemplo de la viuda puede leerse como una invitación a vivir con la plenitud y generosidad de los que se saben hijos de un Dios inmenso. 22 min. 48 seg.
El Señor nunca se deja ganar en generosidad, acerquémonos a Él, entremos en sus caminos, bebamos de su fuente, experimentemos su providencia y luego no tengamos temor de ser generosos con Él. 5 min. 22 seg.
La generosidad verdadera brota de una obediencia sin límites, que a su vez viene de la confianza total, que a su vez nace de un encuentro profundo con el amor de Dios en Cristo. 31 min. 1 seg.
Nuestro mundo padece viudez y orfandad porque está apartado a Dios, ¡tú ejerce la verdadera fe y confianza en las promesas del Señor y devuélvele el primer lugar en tu vida! 5 min. 39 seg.
La persona que tiene mucha fe es capaz de apostar mucho por Dios, la persona que tiene poca fe considera que cualquier riesgo es demasiado cuando se trata de servir al Señor. 5 min. 14 seg.
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1.1 Las dos viudas que aparecen en las lecturas de hoy tienen en común algo más que su viudez. En ambas brillan la generosidad, la capacidad de arriesgar algo en el nombre de Dios, y el poder ver más allá de lo que alcanzan nuestros ojos.
1.2 La fe alarga la mirada, porque la mirada del cuerpo llega únicamente hasta decir: "Se está acabando la harina" ó "Sólo me queda este par de monedas." La fe en cambio ve que el Dueño de la harina es también mi Dueño, y que el Dios de toda riqueza es el que recibe mis limosnas.
1.3 La falta de generosidad es en realidad una forma de miopía espiritual, y sólo puede ser corregida cuando los ojos son operados para que puedan ver no sólo la harina que se va sino las bendiciones que llegan. Típicamente, una persona que sufre miopía en sus ojos del cuerpo, como por ejemplo es mi caso personal, puede ver bien lo que tiene en sus propias manos; le cuesta más en cambio discernir lo que está a unos pocos pasos, aunque incluso esté cerca. Lo mismo sucede aquí: Dios está cerca, sus bendiciones están próximas, pero la miopía de nuestras almas sólo siente seguro lo que puede controlar, o sea lo que tiene en el poder de sus manos.
2. Darlo todo
2.1 Jesús había llegado casi al final de su misión en esta tierra cuando sucedió la escena de la viuda y el templo. Creo que es importante que descubramos un paralelo que se da ahí. La ofrenda de la viuda no es sólo muy generosa; es "todo lo que ella tenía para vivir." No sólo dio mucho; lo dio todo.
2.2 Darlo todo es también el rasgo dstintivo del amor de Cristo que precisamente habló de "dar la vida por los amigos," como señal del amor verdadero. Jesús es extremista en su modo de amar, y ello viene como medicina a este mundo en que tantos son extremistas en su manera de odiar. A la locura de tantos seres humanos que entregan sus vidas sobre el altar del odio Cristo quiso oponer la locura d eun amor que es capaz de entregar la propia vida para dar vida.
3. Pobreza y generosidad
3.1 Las dos viudas de las lecturas de hoy eran personas con necesidad. Tenían poco pero fueron capaces de dar mucho: ¿no es irónico? Es una ironía feliz que ayuda a contrarrestar la otra ironía, la que es triste: a menudo el que más puede dar es el que menos colabora. Alguien dijo: "¿Y es que esperabas otra cosa? Si son ricos es porque no han compartido; ¿por qué habrían de empezar ahora?"
3.2 El punto último entonces es: ¿tenemos nuestras cosas o son ellas las que nos tienen a nosotros? Parece que si uno no puede disponer de sus bienes es porque en realidad no los posee. En ese sentido parece más dueño de sí el que es capaz de entregar más de sí.