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El nombre Nicolás significa: "Victorioso con el pueblo" (Nico = victorioso. Laos = pueblo). El sobrenombre Tolentino le vino de la ciudad italiana donde trabajó y murió.
Sus papás, después de muchos años de matrimonio, no tenían hijos, y para conseguir del Cielo la gracia de que les llegara algún heredero, hicieron una peregrinación al Santuario de San Nicolás de Bari. Al año siguiente nació este niño, y en agradecimiento al Santo que les había conseguido el regalo del Cielo, le pusieron por nombre Nicolás.
Desde muy pequeño le gustaba alejarse del pueblo e irse a una cueva a orar. Cuando ya era joven, un día entró a un templo y allí estaba predicando un famoso fraile agustino, el Padre Reginaldo, el cual repetía aquellas palabras de San Juan: "No amen demasiado el mundo ni las cosas del mundo. Todo lo que es del mundo pasará".
Estas palabras lo conmovieron, por lo que se propuso hacerse religioso. Pidió ser admitido como agustino y bajo la dirección del Padre Reginaldo, hizo su noviciado en esa Comunidad.
Ya religioso, lo enviaron a hacer sus estudios de teología. En el seminario lo encargaron de repartir limosna a los pobres en la puerta del convento, y era tan exagerado en repartir, que fue acusado ante sus superiores.
Pero antes de que le llegara la orden de destitución de ese oficio, sucedió que impuso sus manos sobre la cabeza de un niño que estaba gravemente enfermo, diciéndole: "Dios te sanará" ; y el niño quedó instantáneamente curado. Desde entonces, los superiores empezaron a pensar qué sería de este joven religioso en el futuro.
Ordenado sacerdote en el año 1270, se hizo famoso porque colocó sus manos sobre la cabeza de una mujer ciega, le dijo las mismas palabras que había dicho al niño y la mujer recobró la vista inmediatamente.
Fue a visitar un Convento de su Comunidad, que le pareció muy hermoso y confortable. Dispuso pedir que lo dejaran allí, pero al llegar a la capilla oyó una voz que le decía: "A Tolentino, a Tolentino, allí perseverarás". Comunicó esta noticia a sus superiores, y a esa ciudad lo mandaron.
Al llegar a Tolentino, se dio cuenta de que la ciudad estaba arruinada moralmente por una especie de guerra civil entre dos partidos políticos, los güelfos y los gibelinos, que se odiaban a muerte.
Se propuso dedicarse a predicar como recomienda San Pablo, "oportuna e inoportunamente", y a los que no iban al templo, les predicaba en las calles.
A Nicolás no le interesaba nada aparecer como sabio ni como gran orador, ni atraerse los aplausos de los oyentes. Lo que le interesaba era entusiasmarlos por Dios y obtener que cesaran las rivalidades y que reinara la paz.
El Arzobispo San Antonino, al oírlo, exclamó: "Este sacerdote habla como quien trae mensajes del Cielo. Predica con dulzura y amabilidad, pero los oyentes estallan en lágrimas al oírle. Sus palabras penetran en el corazón y parecen quedar escritas en el cerebro del que escucha. Sus oyentes suspiran emocionados y se arrepienten de su mala vida pasada".
Los que no deseaban dejar su antigua vida de pecado, hacían todo lo posible por no escuchar a este predicador que les traía remordimientos de conciencia.
Uno de esos señores se propuso irse a la puerta del templo con un grupo de sus amigos a boicotearle con sus gritos y desórdenes un sermón al Padre Nicolás. Éste siguió predicando como si nada especial estuviera sucediendo.
De un momento a otro, el jefe del desorden hizo una señal a sus seguidores y entró con ellos al templo empezando a rezar llorando, de rodillas, muy arrepentido. Dios le había cambiado el corazón.
La conversión de este antiguo escandaloso, produjo una gran impresión en la ciudad y pronto ya San Nicolás empezó a tener que pasar horas y horas en el confesionario, absolviendo a los que se arrepentían al escuchar sus sermones.
Nuestro Santo recorría los barrios más pobres de la ciudad consolando a los afligidos, llevando los sacramentos a los moribundos, tratando de convertir a los pecadores y llevando la paz a los hogares desunidos.
En las indagatorias para su beatificación, una mujer declaró bajo juramento que su esposo la golpeaba brutalmente, pero que desde que empezó a oír al Padre Nicolás, cambió totalmente y nunca la volvió a tratar mal.
Otros testigos confirmaron tres milagros obrados por el Santo, el cual cuando conseguía una curación maravillosa les decía: "No digan nada a nadie. Den gracias a Dios y no a mí. Yo no soy más que un poco de tierra, un pobre pecador".
Murió el 10 de septiembre de 1305. Cuarenta años después de la muerte, fue encontrado su cuerpo incorrupto. En esa ocasión, le quitaron los brazos, y de la herida salió bastante sangre. De esos brazos conservados en relicarios, ha salido periódicamente mucha sangre. Esto ha hecho más popular a nuestro Santo.
San Nicolás de Tolentino vio en un sueño, que un gran número de almas del purgatorio le suplicaban que ofreciera oraciones y Misas por ellas. Desde entonces, se dedicó a ofrecer muchas santas Misas por el descanso de las benditas almas.
Quizás a nosotros nos quieran pedir también ese mismo favor las almas de los difuntos.
Lima-San Juan de Miraflores, Perú - Señor quiero darte las gracias por haber nacido el mismo día del cumpleaños de mi abuelita y de mi querida madre por la que te voy a pedir que le des la salud que tanto necesita ella es una mujer maravillosa una madre como hay pocas nunca pide nada pero sé que su salud esta resquebrajada por eso te suplico que le permitas ser la mujer llena de salud que pueda dar amor a todos sus hijos y nietos, gracias mi Señor tambien te pido por mi salud y bienestar, te amo Señor y confio en ti, gracias por conocerte y tenerte, gracias por mis hijos, mi familia y la vida que me haz dado. Amén.
Bucaramanga, Colombia - Feliz Cumpleaños... ¡Que el Espíritu Santo lo guie por caminos de rectitud y le enseñe a cumplir la Voluntad de Dios! María Patricia
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada (Colosenses 3,12-17)
Salmo
Alabad al Señor en su templo, / alabadlo en su fuerte firmamento. / Alabadlo por sus obras magníficas, / alabadlo por su inmensa grandeza. R.
Alabadlo tocando trompetas, / alabadlo con arpas y cítaras, / alabadlo con tambores y danzas, / alabadlo con trompas y flautas. R.
Alabadlo con platillos sonoros, / alabadlo con platillos vibrantes. / Todo ser que alienta alabe al Señor. R.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo (Lucas 6,27-38)
Misericordia, paz y amor son palabras que el mundo oye con gusto. La fe las lleva a un plano muy superior, y las colma de fuerza nueva. 12 min. 51 seg.
Cristo quiere que experimentes su amor compasivo y que en tu corazón reine la misericordia y la compasión, para que luego seas compasión para tu hermano. 5 min. 58 seg.
La misma gracia que has recibido te da la fuerza para amar a tus hermanos, orando por ellos para que Dios visite sus corazones y para que también en ellos brille su gloria. 5 min. 12 seg.
"No juzgar," según la Biblia, es no pretender definir el destino de una persona porque solo Dios tiene esa potestad; pero sí debemos tener claridad moral para defender la gloria del Señor. 6 min. 14 seg.
Los cristianos buscamos corregir a las personas para que no se condenen, corregimos por amor; y juzgamos actos antes que a las personas, su destino final solo le corresponde a Dios juzgarlo. 5 min. 47 seg.
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1.1 Sin duda es alto el nivel de vida y virtud que Pablo espera de los cristianos, según aprendemos de la primera lectura. Quiere que seamos "compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes". Y lo primero que nos llama la atención es cómo en todas ellas brilla más la dimensión de recibir y de acoger que la de emprender o sobresalir.
1.2 Según eso, lo grande de ser cristiano está decisivamente en la capacidad de construir en otros y con otros. Es fuerte el contraste con los arquetipos y puntos de referencias que ofrece este mundo. Pablo nos quiere "compasivos" ante la debilidad o dolor de los demás; el mundo a menudo nos manda ser egoístas y tener cuidado sólo de nuestras metas y nuestro propio confort. Pablo nos quiere "magnánimos", es decir, de alma grande y horizontes amplios; el mundo pretende que nos concentremos en unas metas y que seamos mezquinos en nuestro manejo de los resentimientos y roces con los demás, como condición para construir nuestro pequeño imperio. Pablo nos pide "humildad" y el mundo nos reclama autosuficiencia, vanidad, egolatría, apetito de honores y una vida centrada en nosotros mismos y nuestros intereses. Pablo, en fin, quiere que vivamos en la "afabilidad" y la "paciencia", pero ¿quién más en el mundo estaría interesado en ello? El mundo parece pertenecer a los impacientes, a los implacables, a los inescrupulosos y a los "duros".
1.3 Ahora bien, ¿por qué un cristiano debería estar dispuesto a practicar, fomentar y predicar este género de virtudes "blandas"? ¿Qué razones tiene para apartarse del río común del comportamiento humano, sobre todo si lo miramos en nuestra sociedad occidental? Las razones las da el mismo Pablo: "Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor". Antes de pedir nada en nombre de Dios, el apóstol recuerda cuánto nos ha "dado" Dios. Esto también quiere decir que, sin la conciencia de esa elección divina, y de haber sido consagrados por él, y sobre todo, sin la conciencia bien despierta de haber sido AMADOS por él, es imposible practicar lo que aquí se pide.
1.4 Por eso la parte, digamos "moral", de la vida en Cristo no puede separarse de otras partes, en particular, de los elementos de predicación y de celebración. Por eso san Pablo nos dice, en el mismo pasaje de hoy: "Que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza"; y también: "con el corazón lleno de gratitud alaben a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales". Con otras palabras: una Iglesia colmada de la abundancia de la Palabra y rebosante de la acción del Espíritu que ora en nosotros es una Iglesia que vive la vida de Cristo. ¿Podía ser de otro modo?
2. Una vida extraordinaria
2.1 En el evangelio de hoy tenemos una especie de prolongación de estas ideas, llevadas incluso a su extremo, si se quiere. Porque al fina y al cabo Pablo pedía toda esa capacidad de acogida y bondad para la vida de los cristianos dentro de sus propias comunidades, pero Cristo, como queriendo romper toda barrera y trascender todo límite, nos lanza hacia lo extraordinario: el amor a los enemigos.
2.2 Y no es poca la fuerza de lo extraordinario. El amor a los enemigos, la capacidad de perdonar y compadecer, y otras virtudes por el estilo, aparentemente "inútiles" y "débiles", fueron muy probablemente una causa próxima de la propagación del Evangelio en el mundo antiguo. Ver que alguien pretende imponer sus ideas, así sean ideas sobre lo bueno y lo santo, es común; es lo que uno esperaría del ser humano. Pero uno no espera del ser humano la capacidad de acoger el dolor de un desconocido o de gastarse por alguien que ni siquiera lo agradece, o de ofrecer una mano al que antes ha maltratado y humillado.
2.3 En tiempos, pues, de la antigua Roma, todas estas palabras tenían que sonar a fantasías y debían parecer simplemente absurdas. La "realidad", la dura y cruda realidad era el lenguaje del poder y de los poderosos, es decir, de aquellos que tenían potestad hasta para hacer morir ignominiosamente a los cristianos. Veinte siglos después, el Evangelio se propaga y gana nuevos adeptos cada día. ¿Queda de aquellos emperadores algo más que un recuerdo a menudo amargo?