jueves 15 de noviembre de 2007

Si quieres, puedes limpiarme


El ejemplo de aquel leproso que tuvo la audacia de pedir la curación a Jesús nos invita por una parte a reconocer nuestras lepras, y por otra, a reconocer las actitudes de amor y de gracia con que el mismo Cristo responde a nuestras súplicas.

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