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El día de hoy se conmemora a los Niños Inocentes que el cruel Herodes mandó matar.
Según señala el Evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el Rey de Israel, al que habían proclamado los Profetas.
Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el Profeta Miqueas, diciendo: Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el Jefe que será el Pastor de mi pueblo de Israel" (véase San Mateo 2,3-6 ; Miqueas 5, 1-2).
Entonces, Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el Niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Fingiendo, dijo a los Reyes Magos: "Vayan y averigüen acerca de ese Niño. Cuando lo encuentren, regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo" (véase San Mateo2,8).
Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez al salir de Jerusalén. Llenos de alegría, encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José. Lo adoraron, ofreciéndole sus regalos de oro, incienso y mirra.
En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén. Obedeciendo, regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el Recién Nacido.
Esto lo enfureció hasta el extremo, por lo que rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y dio la orden de matar a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y alrededores.
El mismo Evangelista San Mateo afirmará que en ese día se cumplió lo que había avisado el Profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (véase San Mateo 2,18 ; Jeremías 31, 15).
En medio de una fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor familiar, al presentarnos a Jesús, María y José.
La Sagrada Familia nos habla de todo aquello que cada familia anhela auténtica y profundamente. Porque, desde la intensa comunión, hay una total entrega amorosa por parte de cada miembro de la familia santa, elevando todo acto generoso hacia Dios como el aroma del incienso, para darle gloria.
Por ello, a la luz de la Sagrada Escritura, veamos algunos rasgos importantes de San José, Santa María y el Niño Jesús.
San José es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas veces sin comprender el por qué de lo que el Padre le pide, pero teniendo fe y confianza en Él.
"Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado, y llevó a María a su casa" ( véase San Mateo 1, 24).
Cuando se entera de que María estaba embarazada, piensa en abandonarla, porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente, como era la costumbre de la época.
Pero, el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María, era obra del Espíritu Santo; que no temiera en recibirla. "Ella dió a luz un Hijo, y José le puso el nombre de Jesús" ( véase San Mateo 1,25).
Luego, cuando Herodes tenía intenciones de matar al Niño y ante otro aviso del Ángel del Señor, José toma a su familia y marcha hacia Egipto.
Por último, con la muerte de Herodes y ante un nuevo anuncio del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazareth. San José, casto Esposo de Santa María, acoge a Jesús en su corazón paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo, como si fuera hijo suyo.
El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre éstas, el oficio de carpintero. La Santísima Virgen María, desde el momento de la Anunciación, es el modelo de entrega a Dios. "He aquí la Sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (véase San Lucas 1,38).
En la Anunciación, María responde con un sí rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios. En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús, mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal.
"Su Madre conservaba estas cosas en el Corazón" (véase San Lucas 2,51). Ella fue vislumbrando lentamente el misterio trascendente de la vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él.
El Niño Jesús, desde pequeño, demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda. "Vivía sujeto a ellos" (véase San Lucas 2,51). Como Niño, Él obedecía a su Madre y a su padre adoptivo, permaneciendo siempre junto a ellos.
María y José fueron sus primeros educadores. "El Niño iba creciendo, se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él" (véase San Lucas 2, 40). Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo, José.
"¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (véase San Lucas 2,49). Cuando Jesús se queda en el Templo, a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal. ¡No es así! Jesús demuestra en este hecho, su plena independencia con respecto a todo vínculo humano, cuando está de por medio el plan de su Padre y la misión que Él le ha encomendado.
Oración por la Familia de Dios, de quien proviene toda paternidad en el Cielo y en la tierra:
"Padre, que eres amor y vida, haz que cada familia humana que habita en nuestro suelo, sea, por medio de tu Hijo Jesucristo,nacido de Mujer y mediante el Espíritu Santo, fuente de caridad divina, un verdadero santuario de vida y amor para las nuevas generaciones".
"Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los cónyuges, para bien propio y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte sostén humano, para que crezcan en la verdad y el amor".
"Haz que el amor, reforzado por la gracia del sacramento del matrimonio, se manifieste más fuerte que cualquier debilidad o crisis que puedan padecer nuestras familias".
"Te pedimos por intermedio de la Familia de Nazareth, que la Iglesia pueda cumplir una misión fecunda en nuestra familia, en medio de todas las naciones de la tierra".
"Por Cristo, Nuestro Señor, Camino, Verdad y Vida, por los siglos de los siglos. Amén". S.S. Juan Pablo II.
La Sagrada Familia, modelo de fe y de fidelidad:
Queridos hermanos y hermanas:
En este primer domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la Fiesta de la Sagrada Familia. Como en el Belén, la mirada de fe nos permite abrazar al mismo tiempo al Niño Divino y a las personas que están con Él, su Madre Santísima y José, su padre putativo.
¡Qué luz irradia este ícono de grupo de la Santa Navidad! ¡Luz de misericordia y salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre, para la familia humana y para cada familia!
¡Cuán hermoso es para los esposos reflejarse en la Virgen María y en su esposo José! ¡Cómo consuela a los padres, especialmente si tienen un hijo pequeño! ¡Cómo ilumina a los novios que piensan en sus proyectos de vida!
El hecho de reunirnos ante la cueva de Belén para contemplar en ella a la Sagrada Familia, nos permite gustar de modo especial el don de la intimidad familiar y nos impulsa a brindar calor humano y solidaridad concreta en las situaciones, -por desgracia numerosas-, en las que por varios motivos falta la paz, la armonía, en una palabra, la "familia".
El mensaje que viene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe: la Casa de Nazareth es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central.
Para María y José, esta opción de fe se concreta en el servicio al Hijo de Dios que se le confió, pero se expresa también en su amor recíproco, rico en ternura espiritual y fidelidad.
María y José enseñan con su vida, que el matrimonio es una alianza entre el hombre y la mujer, alianza que los compromete a la fidelidad recíproca, apoyándose en la confianza común en Dios.
Se trata de una alianza tan noble, profunda y definitiva, que constituye para los creyentes el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia. La fidelidad de los cónyuges es a su vez, como una roca sólida en la que se apoya la confianza de los hijos.
Cuando padres e hijos respiran juntos esa atmósfera de fe, tienen una energía que les permite afrontar incluso pruebas difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia.
Es necesario alimentar esa atmósfera de fe. En esta perspectiva, se va preparando el "Segundo Encuentro Mundial con las familias", que tendrá lugar en Río de Janeiro los días 4 y 5 de octubre de 1997.
Se tratará de una gran fiesta de las familias de América Latina y de todo el mundo, que renovará el mensaje del primer Encuentro celebrado aquí, en Roma, con ocasión del Año Internacional de la familia.
Encomiendo a María, "Reina de la familia", a todas las familias del mundo, especialmente a las que atraviesan grandes dificultades, e invoco sobre ellas su protección materna.
"La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad". Meditación dominical de S.S. Juan Pablo II ; diciembre de 1997.
San Juan, Puerto Rico - Querido Gustavito: Te deseamos un felíz cumpleaños junto a tus papás Ana María y Gustavo y a tus hermanitas Ana Laura y Marielena. Sabes lo mucho que te queremos y pedimos a Jesús y María que te bendigan y protejan siempre. Recibe muchos besos y abrazos pero sobre todo mucho cariño ,de abuela Laura y abuelo Kike.
Corozal, Puerto Rico (1952) - Alabado sea Dios que me permitio nacer en un hogar católico y me dio unos padres que fueron los primeros catequistas; no solo me bautizaron un mes y trece dias después de nacer sino que fui
confirmada dos años después.
Fiesta Patronal - Nazareth es acompañar a Jesús siempre multiplicando doquiera los hogares que como el suyo, solo se ocupen de cumplir la voluntad de Dios en la tierra...
Sierva de Dios María Sara del Santísimo Sacramento.
Lima, Perú (1971) - Querido Fray Nelson, nos consideramos familia de su Gran "Equipo" ,beneficiados grandemente por su tarea evangelizadora. Muchísimas gracias por permitirnos entrar en su calendario. Le prometemos Orar asiduamente por Ud. y esperamos ser unos colaboradora más.
Que nuestro Padre siga bendiciéndolo abundantemente. En Jesús y María,
Elizabeth y Félix.
Sabinas Hidalgo Nuevo Leon, Mexico - Señor, te encomiendo el alma de tu sierva Micaela y te suplico, Cristo Jesús, Salvador del mundo, que no le niegues la entrada en el regazo de tus patriarcas, ya que por ella bajaste misericordiosamente del cielo a la tierra. Reconócela, Señor, como criatura tuya; no creada por dioses extraños, sino por ti, único Dios vivo y verdadero, porque no hay otro Dios fuera de Ti ni nadie que produzca tus obras. Llena, Señor, de alegría su alma en tu presencia y no te acuerdes de sus pecados pasados. Porque, aunque haya pecado, jamás negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo; antes bien, creyó, fue celosa de la honra de Dios y adoró fielmente al Dios que lo hizo todo. Grace
Tendrá lugar el 31 de Diciembre de 2008. Estamos avisando con tiempo. DATOS: Casa General - Hnas. Dominicas Nazarenas, Cra. 77 # 128A-10 Cerros de Sotileza, Bogotá; 11:00 PM - 12:00 AM; Tel: +57 (1) 253-1248
Dios hace al padre más responsable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Dichoso el que teme al Señor / y sigue sus caminos. / Comerás del fruto de tu trabajo, / serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda, / en medio de tu casa; / tus hijos, como renuevos de olivo, / alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre / que teme al Señor. / Que el Señor te bendiga desde Sión, / que veas la prosperidad de Jerusalén / todos los días de tu vida. R.
Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos. (Salmo 127)
2a.
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, [de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones."
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma."
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.]
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría (Lucas 2,22-40)
El Estado no es el creador de la familia y por eso no puede decidir qué es o qué no es familia. Su obligación es primero acoger la familia como un hecho natural que tiene su fundamento último en Dios. 4 min. 46 seg.
El alcance de "honrar a padre y madre" trasciende la familia biológica para convertirnos en co-responsables de la transmisión de los bienes naturales, culturales y sobrenaturales. 6 min. 18 seg.
Cuatro rasgos destacan en las virtudes domésticas, las propias de la "domus," la casa: la verdad propia de lo auténtico; la constancia propia de lo cotidiano; la sencillez propia de lo humilde; y la amplitud propia de lo que a todos concierne y a todos beneficia y bendice. 26 min. 46 seg.
La hermosura y el fruto en la familia se ven en virtudes complementarias: José muestra autoridad y servicio; María, dulzura y fortaleza; Jesús, libertad y obediencia. 10 min. 3 seg.
La Sagrada Familia quiere que nuestras familias sean sagradas; que aprendamos a reconocernos los unos a los otros como bendecidos, ungidos y regalos de Dios. 4 min. 20 seg.
1.1 A veces un sencillo cambio en el orden de las palabras nos ilumina un aspecto de las cosas que no habíamos visto. Hoy celebramos a una familia "sagrada", y, desde luego, lo primero que preguntamos es: "¿que no eran sagradas todas las familias?", a lo cual Dios nos respondería prontamente: "¡Por supuesto! Tal es mi designio, tal es mi deseo, tal es mi plan para el mundo".
1.2 La familia es sagrada porque nace de Dios. Es anterior al Estado y a sus leyes, y por supuesto, va primero que los acuerdos entre los mismo Estados o las conveniencias de las empresas o asociaciones humanas. De Dios viene toda paternidad, nos enseña Pablo (Ef 3,15). Dar origen a la vida humana es asemejarse demasiado a Dios, y por ello es preciso que la paz, la bondad y la sabiduría de Dios abunden allí donde ya se hizo presente su magnífico poder.
2. Honra a tu Padre
2.1 Este mandamiento realmente despierta muchas preguntas. ¿Cómo es posible honrar a un papá que ha sido irresponsable, o injusto, o cruel, o que simplemente ha desaparecido huyendo se sus responsabilidades mínimas? Para responder necesitamos algunos criterios bíblicos.
2.2 Ante todo, la Escritura jamás nos invita o permite que sea honrado lo que ofende a Dios. Honrar al papá no es celebrar lo que él es simplemente porque él lo es. Este mandamiento, como todos, por lo demás, requiere de nosotros luz, y discernimiento.
2.3 Así como la Iglesia ha sostenido que existe el principio de la "defensa propia" que da un matiz particular al mandamiento de no matar, así también en la honra al padre y a la madre se entiende el deber previo de descubrir qué hay en ellos que sea digno de honra. Esto no disminuye nuestro deber sino que lo aquilata, porque puesto como un enunciado general nos está indicando que siempre hay algo honorable, algo que pide reverencia y gratitud en aquellos que nos han dado algo que no podemos retornarles de ningún modo.
2.4 Así que, aunque en todo lo demás fallaren, es claro que en el misterio de ser instrumentos de la vida hay siempre un misterio de donación en que Dios se ha hecho presente, y por tanto requiere nuestra gratitud y honra.
3. La Familia en el Pensamiento de San Pablo
3.1 La segunda lectura de hoy nos ayuda a situar la vida de familia en el conjunto del mensaje cristiano.
3.2 Lo primero es que cada miembro de la familia se reconozca como "elegido" por Dios, sumergido en la gracia, bañado por el perdón, fortalecido en la paz, iluminado por la Palabra, lleno de motivos de gratitud y gozo. Sin esta base, la familia será pacto de intereses no santuario del amor divino.
3.3 Otro modo de decir esto es: en la medida en que reconocemos que la gracia nos hermana en Dios y nos hace familia de Dios, llegamos a ser familia humana. No pensemos entonces que la sola intensidad de los sentimientos, así se trate de sentimientos muy poderosos de pareja o de paternidad, basta: todo lo humano necesita ser sanado, y todo lo que ha de ser sanado ha de serlo en Cristo Jesús.
3.4 Sobre esta base se comprende que en la familia hay un misterio de complementariedad que es propio de la vida cristiana entera. Los deberes y derechos, aunque Pablo no utiliza esa terminología en su Carta, tienen un doble referente. En primer lugar, hacia adentro, lo que cada uno tiene de propio y peculiar, esto es: la mujer es mujer, y el hombre es hombre; el papá es papá, y el hijo es hijo. No son "seres humanos" abstractos, idealmente igualados por un concepto racional, sino historias particulares que Dios conoce bien y desde dentro. Lo que les hermana no es una naturaleza abstracta expresada en derechos ante una ley positiva, sino la condición de creaturas amadas, pecadoras y redimidas.
3.5 El segundo referente en el pensamiento de Pablo es un destino común que sobrepasa lo que cada uno puede lograr por su lado. El gran criterio no es la felicidad de un hombre rodeado de despotismo y egoísmo; no es tampoco la complacencia de una mujer que ha logrado su realización como esposa y como madre y así se siente bien consigo misma. El criterio que en últimas da dirección a todo se condensa en expresiones como"eso lo quiere el Señor"; "eso es agradable al Señor."
3.6 ¿Qué es la familia, según este profundo planteamiento del apóstol? Es la expresión del amor cristiano sanando, bendiciendo y fecundando los orígenes mismos de la vida humana.
4. La infancia de Cristo
4.1 El evangelio nos invita a asomarnos, aunque como de lejos, a la vida de Nazareth. ¿Qué pasó con Jesús durante esos años? La curiosidad o también un sentimiento intenso de devoción nos llevan a preguntarlo. Y las respuestas no han faltado. Ya desde antiguo circularon manuscritos que contaban cosas llenas de ternura o de espectacularidad, y que pretendían dar detalles soble la vida oculta del Hijo de Dios. Muchos hemos oído historias como la del niño Jesús haciendo avecillas de barro y convirtiéndolas luego en pájaros de verdad.
4.2 La Iglesia Católica no ha sido muy entusiasta de esa clase de relatos, ni siquiera cuando parecen llenos de respeto y de piedad. En ellos suele destacarse un lenguaje que va negando más y más la humanidad de Cristo y que depende más de nuestra fantasía o de aquellos poderes que a nosotros nos hubiera gustado tener. Lo que nos salva, sin embargo, no es nuestra fantasía, ni la belleza que le queramos poner a Cristo. Más bien: fue su anonimato, su anonadarse, lo que mayor bien nos hizo, y así lo predica san Lucas, y así lo ha enseñado la gran tradición de la Iglesia.