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Nació en el pueblecito de Pouy en Francia, en 1580. San Vicente, -cuyo nombre significa victorioso-, solía decir, por experiencia propia, a los impacientes: "Tres veces hablé cuando estaba de mal genio y con ira, y las tres veces dije barbaridades". Por eso, cuando le ofendían, permanecía siempre callado, en silencio, como Jesús en su Santísima Pasión.
El Ministro Gondi nombró al Padre Vicente como Capellán de las grandes regiones donde tenía sus haciendas. Descubrió allí con horror, que los campesinos ignoraban totalmente la religión, que las pocas confesiones que hacía eran sacrílegas, porque callaban casi todo, y que no tenían quién los instruyera.
Se consiguió un grupo de sacerdotes amigos para empezar a predicar misiones por esos pueblos. La gente acudía por centenares y miles, a escuchar los sermones. Se confesaban y enmendaban su vida.
Fue ahí, donde vio la urgencia de fundar la Comunidad de Padres Vicentinos, dedicada a instruir y ayudar a los más necesitados.
La obra apostólica del Santo se extendió velozmente, fundando no sólo comunidades, sino también grupos de caridad para ayudar y enseñar a las gentes más pobres.
Sin embargo, con el objetivo de dirigir las misiones, el Santo notó la importancia de que fueran religiosas quienes colaborasen. Fundó, entonces, la Comunidad de las Hermanas Vicentinas, a cargo de Santa Luisa de Marillac.
Murió el 27 de septiembre de 1660, a los 80 años de edad. El Santo Padre León XIII lo proclamó Patrono de todas las asociaciones católicas de caridad.
Zapotlan el Grande-Jalisco, Mexico (2005) - Señor te damos gracias por este tiempo compartido a través de ti, ha sido lleno de retos y muchas pruebas y solo con tus bendiciones hemos salido de la adversidad. Gracias por tus bendiciones, te amamos!
Alcé la vista y vi a un hombre con un cordel de medir. Pregunté: "¿Adónde vas?" Me contestó: "A medir Jerusalén, para comprobar su anchura y longitud." Entonces se adelantó el ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, diciéndole: "Corre a decirle a aquel muchacho: "Por la multitud de hombres y ganados que habrá, Jerusalén será ciudad abierta; yo la rodearé como muralla de fuego y mi gloria estará en medio de ella -oráculo del Señor-."" "Alégrate y goza, hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti -oráculo del Señor-. Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán pueblo mío, y habitaré en medio de ti."
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, / anunciadla en las islas remotas: / "El que dispersó a Israel lo reunirá, / lo guardará como un pastor a su rebaño." R.
"Porque el Señor redimió a Jacob, / lo rescató de una mano más fuerte." / Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, / afluirán hacia los bienes del Señor. R.
Entonces se alegrará la doncella en la danza, / gozarán los jóvenes y los viejos; / convertiré su tristeza en gozo, / los alegraré y aliviaré sus penas. R.
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres." Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Al Hijo del hombre lo van a entregar. Les daba miedo preguntarle sobre el asunto (Lucas 9,43b-45)
El destierro y las demás persecuciones que vivieron los judíos sirvieron al misterioso plan de la providencia divina. Zacarías, profeta de esperanza, sabe asegurar al pueblo que Dios sabe lo que está haciendo. 4 min. 39 seg.
En la vida cristiana también existe la ignorancia voluntaria que es cerrar los ojos a la verdad de Dios: típicamente, ignorar la muerte, relativizar el pecado y realizar prácticas que van en contra de las enseñanzas Iglesia. 5 min. 51 seg.
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1.1 El libro del profeta Zacarías hace una aparición demasiado discreta en la Liturgia de la Palabra de nuestra Santa Misa: sólo lo tendemos con nosotros tres días, si no hay alguna fiesta o solemnidad entretanto. Nos apoyamos en una breve cita de la edición de estudio de "Dios Habla Hoy" para enmarcar el pasaje de hoy.
1.2 "El libro de Zacarías consta de dos partes claramente diferenciadas. La primera comienza con una exhortación profética al arrepentimiento y a la conversión (1,26), y continúa con una serie de visiones simbólicas (1,76,8). Por su forma literaria, estas visiones se asemejan a las de Amós (7,19,4) y a las de Jeremías (1,1114). Pero las de Zacarías son en general más complejas y detalladas, y en ellas el Señor está representado por un ángel intérprete, que da explicaciones, hace preguntas o responde a los interrogantes que le plantea el profeta. Además, el complejo simbolismo de estas visiones dificulta frecuentemente la interpretación de algunos detalles.
1.3 "No obstante esta dificultad, las ideas predominantes en la primera parte del libro son suficientemente claras. Los temas que más se destacan son el amor y la compasión del Señor hacia Jerusalén (1,14.16), la humillación de las naciones opresoras que dispersaron a Judá (1,21[2,4]), la eliminación de toda maldad y de todo pecado en el pueblo de Dios (5,4.8) y la esperanza mesiánica (cf. particularmente 4,114). El profeta dedica también atención especial a la reconstrucción del templo (1,16; 4,810; 6,15), y describe con entusiasmo el futuro esplendor de la ciudad santa: Jerusalén será una ciudad abierta, que no necesitará la protección de una muralla, porque la gloria del Señor habitará en medio de ella (2,5[9])".
1.4 El gran paso adelante que nos trae Zacarías en el texto de hoy es que la alegría de la reconstrucción de Jerusalén, ciertamente propia de todos los libros que se sitúan en el tiempo posterior al destierro, aquí está unida al gozo de ver cómo el pueblo de Dios se extiende más allá de la raza, es decir, de la descendencia según la carne y la sangre.
1.5 Leemos, en efecto: "Muchas naciones se unirán al Señor en aquel día; ellas también serán mi pueblo". Y conmueve pensar que entre esas "muchas naciones" estamos también nosotros: colombianos, irlandeses, paraguayos, canadienses, norteamericanos, sudaneses, tibetanos... Nuestra presencia en la casa de Dios y en alianza con Dios no es un accidente: es el fruto de la voluntad benévola y piadosa de Dios, que lo anunció por boca de sus santos profetas.
2. Más popularidad pero con más claridad
2.1 El evangelio de hoy, entretanto, nos presenta la paradójica enseñanza de Cristo sobre el desenlace de su vida. Su popularidad ha crecido, pero así también hace él que crezca la claridad de su mensaje sobre el sombrío futuro que le aguarda.
2.2 Definitivamente Cristo no se puso nunca a hacer extrapolaciones del tipo: "ya vemos que nos quiere mucha gente y que muchos nos aceptan; ¡pronto serán todavía más!". Al contrario, haciendo evidente contrapeso a los aplausos y elogios de la gente, Cristo dice a sus discípulos (¡y a sí mismo!) que lo que viene es traición, dolor, tortura, cruz y muerte.
2.3 Es interesante la anotación que nos da Lucas. Los discípulos, por una parte no entienden, pero por otra sienten temor de preguntar. ¿Por qué temor? Un comentarista protestante, Matthew Henry, adelanta una hipótesis: "no querían ser despertados de su sueño placentero", porque en realidad es "sueño" pretender que la vida cristiana va de victoria en aplauso y de elogio en risa. Otros piensan que el temor venía de no querer ser reprendidos en su ignorancia, pues en otros lugares vemos que alguna vez Cristo les había mostrado su torpeza y se había quejado de su lentitud para aprender (cf. Mt 16,9) y también de su poca fe (cf. Lc 9,41). Esto es interesante reconocerlo, porque esa misma clase de temores pueden asaltarnos a nosotros.